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LA COMPETENCIA DE LOS PROFESORES


Enviado por   •  6 de Marzo de 2013  •  1.335 Palabras (6 Páginas)  •  581 Visitas

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La competencia de los profesores

Michel Saint-Onge

Según los especialistas de la enseñanza, las exigencias intelectuales,emocionales y físicas que pesan sobre los que enseñan no han dejado de crecer enel curso de los últimos años (Andrews, 1987). Esto no hace sino confirmar lo quemuchos profesores piensan, como Antoine Prost (1985): el enseñar se ha convertidoen una actividad mucho más difícil que por los casos de agotamiento profesional

(burn out)

y de trabajo a tiempo partido.Pero mientras las exigencias aumentan, se aprecia, sin embargo, que laposición social del cuerpo docente está en declive en casi todo el Occidente. Estecontraste entre las exigencias reales de la profesión y la idea que generalmente setiene de ella es tan importante que los responsables de los centros escolaresafirman, con ocasión de la encuesta realizada sobre la situación de la enseñanza enQuebec en 1984 por el Consejo Superior de la Educación, que la situación de laenseñanza seguirá igual mientras los profesores no tengan la sensación de ejerceruna actividad profesional de la que son los únicos responsables y mientras la imagencolectiva que proyectan no sea un reflejo de ese ideal.Efectivamente, los conceptos de responsabilidad y de reconocimiento socialremiten a la idea de competencia. En efecto, la competencia puede definirsecapacidad reconocida a una persona, o a un grupo de personas, para realizar tareasespecíficas relativas a una función determinada.

De esta manera, se puede afirmarque la situación de la enseñanza seguirá siendo difícil mientras la competencia de losque enseñan no sea reconocida.Este reconocimiento es importante porque se traduce en derecho a ejercitarde forma libre la actividad profesional correspondiente, a prohibir el ejercicio de estaactividad a toda persona sin los conocimientos y las aptitudes necesarios para supráctica eficaz, a juzgar la aptitud de las personas deseosas de ejercitar estaprofesión, a hablar con solvencia en el ámbito de su competencia y, por último, adeterminar las condiciones de eficacia de los acciones que se han de realizar.Además, la competencia se refuerza con la responsabilidad de formarse yperfeccionarse que permite afrontar la complejidad de la tarea, de sentirse obligado aser eficaz en sus actuaciones y a determinar los modelos de calidad y los criterioséticos que repercuten en el ejercicio de las tareas cuya función está claramentedefinida.Ante esta definición de la competencia nace ordinariamente un malestar.Estamos dispuestos a reconocer sin dificultad que si se nos concedieran losderechos vinculados a la competencia, la situación de la enseñanza mejoraría. Pero,cuando se trata de reconocer que tendríamos que aceptar las responsabilidadesenumeradas, la unanimidad no es tan evidente.¿Por qué estas responsabilidades provocan miedo? ¿Cuáles son lascaracterísticas específicas de la enseñanza que deben clarificarse con el fin dedeterminar los límites de la responsabilidad profesional? Porque es difícil hacer

reconocer la complejidad de una actividad mal definida, de un conjunto de tareascuya función no está precisada, de acciones cuyo alcance puede ser apreciado condificultad. Es difícil igualmente determinar los límites de sus responsabilidades.El reconocimiento de la competencia del cuerpo docente no puede producirsesin definir con claridad la responsabilidad específica asumida o, dicho de otramanera, la función de la enseñanza, las tareas exigidas para esa función y el papelde cada una de ellas, y los resultados que se obtienen con las diversasintervenciones.Pero aún sigue vigente que enseñar quiere decir exponer los propiosconocimientos. Luego uno puede pensar que el pro

fesor

pueda decir: “jYo explico;ellos, que aprendan!”. Su responsabilidad se limita, de esta manera, al dominio de untema y a su capacidad de exponerlo. Pero cualquier cosa que se enseñe para quelos alumnos siempre se enseña para que los alumnos a aprendan (Thyne, 1974). Porlo tanto, enseñar debería entenderse como ayudar a aprender. Y en este caso, elprofesor no podría preguntarse únicamente si domina la materia que ha de enseñar;su responsabilidad abarcaría el aprendizaje, lo que hacen los alumnos para ampliarsu saber y sus habilidades. Entonces los profesores se preguntarían: “Yo explico,pero ellos ¿aprenden?”.Pero ¿cómo el cuerpo docente puede ser responsable de una actividad quepertenece a los alumnos? Se asume sin dificultad que la enseñanza y el aprendizajeson las dos caras de una misma moneda (Drucker, 1990), pero cuesta reconocer queexiste una vinculación explícita

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