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“LA EDUCACIÓN, UNA INVITACIÓN AL ENCUENTRO”


Enviado por   •  1 de Mayo de 2022  •  Ensayo  •  8.975 Palabras (36 Páginas)  •  71 Visitas

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PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA ARGENTINA

FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES, POLÍTICAS Y

DE LA COMUNICACIÓN

DEPARTAMENTO DE EDUCACIÓN

CARRERA CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN

CÁTEDRA: PEDAGOGÍA

Lic. Gabriel Carlos Caldarola

Lic. María Verónica Politi

 “LA EDUCACIÓN, UNA INVITACIÓN AL ENCUENTRO


Contenidos

Introducción        2

Una aproximación al concepto de educación        3

Necesidad de una definición antropológica        5

Libertad, Proyecto de vida y autoeducación        8

Las intervenciones docentes        9

El encuentro con la comunidad        12

Comunidad y Cultura        15

El encuentro con el conocimiento        17

Los docentes y el conocimiento        22

Conclusión        25

Bibliografía        26


La educación, una invitación al encuentro

“Toda vida verdadera es encuentro”

Martín Buber

Introducción

El presente trabajo surge del interés por la reflexión sobre conceptos fundamentales que ofrece la Pedagogía desde una perspectiva que ubica al hombre como centro de todo proceso educativo. Nuestro punto de partida es establecer la relación entre un concepto de hombre desde una postura antropológica y la educación. Estos elementos permitirán el desarrollo de algunas líneas de análisis sobre una “Pedagogía del Encuentro”.

Desde nuestra cosmovisión asumimos la postura antropológica que reconoce al hombre como una unión substancial de cuerpo y espíritu con potencias para desarrollar y alcanzar libremente su propio fin. Además, definimos a encuentro como un proceso permanente en la vida de las personas que necesitan apertura y diálogo, y que culmina en el encuentro personal con Dios Padre.

El hombre es un ser de encuentro. El encuentro es un elemento vital para el desarrollo humano y centro de todo proceso formativo. Ofrece un dinamismo para el desarrollo personal, y siempre genera una respuesta.  Encontrarse implica crear un modo de unidad altamente valioso. “No es tangencial o superficial ni un choque, es una experiencia que permite un diálogo auténtico que da sentido a su existencia.[1] 

Entendemos que el hombre en toda su vida está llamado a una enorme cantidad de encuentros en los cuales actualiza sus potencias y encarna los valores a los que decide adherir. Estos ámbitos relacionales los podemos ordenar según las palabras de Martín Buber en tres: “Su relación con el mundo y las cosas, su relación con los hombres, y su relación con el misterio del ser, que penetra en aquellas otras relaciones pero que las trasciende infinitamente, misterio que el filósofo denomina Absoluto y el creyente Dios.[2] 

Hablar de encuentro entonces es hacer referencia a una acción esencial del hombre que posibilita establecer un vínculo con algo o alguien distinto de sí mismo a través de la capacidad de diálogo que posee.

Nuestro propósito en este trabajo consiste en reflexionar sobre la pedagogía del encuentro, específicamente en tres ámbitos propios de la educación: el encuentro con uno mismo, con los demás y con el conocimiento.

Una aproximación al concepto de educación

Consideramos, en primera instancia, a la educación como un encuentro cuando una persona invita a otra a iniciar o continuar una mejora. Es uno mismo el que se educa con la ayuda de otro. “La educación es una modificación personal en dirección de la mejora, del desenvolvimiento de la posibilidades de ser humano o de un acercamiento del hombre a la que constituye su propia finalidad.”[3] Aprender a ser persona involucra el desarrollo de las capacidades humanas para que pueda descubrir la verdad, el bien y la belleza, puntos de referencia indispensables para el desarrollo personal. Igualmente puede ser entendida a la educación como un camino para el perfeccionamiento de la libertad y del amor. Por lo tanto, aceptamos que toda ayuda intencionada en este ámbito de formación se debe basar en el amor, si no es así, quedaría reducida a un adiestramiento humano.

Actualmente resulta frecuente asentir cuando escuchamos “…la educación está presente, de una u otra forma, en el desarrollo individual y social, en cuanto factor dinamizador de la construcción de la conducta y personalidad humana. Sin duda toda persona “es” su propia educación.”[4]

Estas palabras de García Arieto permiten comprender la doble dimensión que debe reunir la acción de educar. Por un lado, hallamos la acción externa que hace referencia a la actividad deliberada e intencionada realizada por el educador. Por otro lado, la acción externa del educador necesita indispensablemente la participación consciente de educando, es decir, el propio sujeto asume de alguna manera el desarrollo de sus potencialidades. La educación. “Exige una influencia, que sólo puede llevar a cabo el propio sujeto que se educa. Las dos convergen en guiar a cada individuo en su proceso de convertirse en persona[5] 

En nuestros días no se puede comprender en profundidad el concepto de educación si no se tiene en cuenta las dos dimensiones mencionadas, fuertemente interrelacionadas, pero cuidando cada vez más la acción propia del educando. Por otra parte, el autor Víctor García Hoz destaca la importancia de adecuar la educación a las necesidades concretas de la sociedad “Parece hacer buena la idea de que a una nueva sociedad le corresponde una nueva educación.”[6] 

Es prioritario realizar los cambios que las nuevas generaciones requieren, y cuidar la permanencia de los elementos que no deberían modificarse para brindar una colaboración concreta para que la persona se desarrolle. “La noción de cambio es relativa. Surge de la comparación de dos estados distintos de una misma realidad. En todo lo que cambia hay algo que permanece y algo que pasa. (…) La noción de cambio exige su correlato de permanencia.”[7]

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