LA ESTRELLA QUE VI CAER
Enviado por Eloy Granados • 15 de Enero de 2016 • Trabajo • 1.632 Palabras (7 Páginas) • 292 Visitas
“LA ESTRELLA QUE VI CAER”
Por: Eloy Frank
¡Maldigo mi curiosidad! Me ha causado mucho daño, el querer siempre saber que estaba pasando, que hablaban, si era sobre mí o alguien conocido. Ahora en mis últimos momentos pasa como un flash el recuerdo reciente de esa noche, y con ella lo que causó mi desgracia.
Ese día hizo mucho calor y la noche no era la excepción; yo tenía que madrugar pues entraba a trabajar a las 6 de la mañana, por lo que me tenía que levantar mucho antes y preparar mi mochila de trabajo. El calor era insoportable, opté por salirme al patio y acostarme en la hamaca que estaba bajo el árbol de mango que estaba en el patio de la casa; busqué un a cascara de coco seca para hacerla arder y esta ahuyentara a los mosquitos y así poder dormir lo más a gusto posible.
Una vez ya todo listo, me eche en la hamaca y fijé mi vista en el cielo el cual estaba muy claro y se podían ver incontables las estrellas, podía ver como cambiaban su brillo y me preguntaba cuántas habría y que se sentiría ver alguna de cerca. Había oído que algunas son enormes, más que el sol; pero de todos modos quería poder ver alguna.
Me iba quedando dormido mientras vigilaba ese pedazo del cielo, y a punto de cerrar los ojos pude ver como “Eso” iba creciendo; y digo “Eso” porque no me explicaba que podía ser ¿Acaso una estrella? ¡No lo sabía! Solo sé que lo que fuera, se estaba acercando a mí.
Me levanté tan rápido como pude y seguí mirando esa cosa luminosa acercarse, hacerse más grande. No sabía cómo reaccionar y no atinaba a moverme, me encontraba tieso en mi lugar y vi como pasaba sobre mi cabeza e iba a caer a la huerta de limones y palmas que esta frente a mi casa.
Me puse solo unas sandalias y una playera, agarré una pequeña linterna y salí tan rápido como pude; al estar en la calle la noté desierta, sé que era ya un poco más de la media noche. Corrí a la huerta y brinque con cuidado el alambre de púas que la circulaba. Caminé en línea recta hacia dentro de la huerta y pude ver el rastro de árboles chamuscados, quemados y otros tirados hasta que a lo lejos pude notar un ligero resplandor, me acerqué queriendo saber que sería aquello; quizá mi anhelo de ver una estrella estaba por cumplirse. Con temor me fui acercando hacia ese brillo misterioso, el aire olía fuerte, como a soldadura o algo parecido; al fin pude ver como esa cosa al caer hizo un pozo poco profundo y al asomarme a él sentí como un aire quemante tocó mi cara.
Ahí había una especie de roca casi redonda, achatada en algunos lados. Era de un negro azulado y había pequeños rastros de fuego alrededor además el ambiente estaba muy, muy caliente por lo que no me atrevía a tocar aquella cosa.
Busque a mi alrededor algo para poder moverla, halle un viejo palo con gancho para cortar limón y lo tomé, tenía unos 2 metros por lo que a confianza lo usé. Me acerqué lo más que pude soportar el calor que despedía y ese olor metálico tan fuerte. Clavé el palo por un lado de aquel misterioso objeto estelar y haciendo un esfuerzo lo pude mover; me asombre mucho pues no era tan pesado, a lo menos no como podía corresponder a un objeto de esa forma y tamaño. Aquello me hizo pensar que la roca podía estar hueca, pues de otro modo nunca la hubiera podido mover. Continué rodándola poco a poco para alejarla de los rastros de fuego y así mitigar un poco aquel calor que despedía; en un momento creí oír un “CRIII” ; supuse que podría ser algún grillo u otro insecto, mi atención estaba totalmente en llevar aquella roca brillante hasta un lugar donde poder verla más detenidamente y de ser posible ¡Llevármela! Estaba lleno de curiosidad sobre aquel descubrimiento, al fin había logrado poder observar una estrella y ahora casi era mía. En uno de los movimientos que hice, claramente pude oír un crujido, me detuve de inmediato y pude ver como aquello iba perdiendo su brillo poco a poco; con la ayuda de mi linterna me puse a mirar y volví a escuchar otro crujido, busqué de donde podría venir o si había alguna fractura. La luna llena me facilitaba mi tarea por lo que pude buscar en el exterior alguna fisura o grieta. De pronto, algo así como un rasquido sonó del interior, algo me decía que me retirara, pero mi curiosidad pudo más y lentamente con el palo toqué la roca; en ese momento una grieta se hizo a lo largo, la misma que se iba formando en varias grietas más. Los rasquidos internos se hicieron más intensos y la roca termino por partirse.
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