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LA HOMOSEXUALIDAD, VISTA DESDE LA FILOSOFIA.


Enviado por   •  3 de Mayo de 2013  •  2.840 Palabras (12 Páginas)  •  464 Visitas

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LA HOMOSEXUALIDAD, VISTA DESDE LA FILOSOFIA.

Escribe: Brent. L. Pickett

Brent Pickett se doctoró en la Universidad de Colorado en Boulder y es profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Estatal de Chadron, en Nebraska. Este artículo suyo, cuyas virtudes son la falta de apasionamiento y el pensamiento rigu-roso, es una reseña atenta, concisa, comprensiva y coherente de los problemas filosóficos que plantea la homosexualidad hoy. Está actualizado al 6 de agosto del 2002 y fue traducido e impreso por expresa autorización del autor. La 1ª Parte del este artículo fue editada en nuestro número anterior.

III. La Teoría Queer y la Construcción Social de la Sexualidad.

Con la aparición del movimiento de liberación gay en la era post-Stonewall, comenzaron a formularse en la política, la filosofía y la teoría li-teraria perspectivas desembozadamente gays y lésbicas. Inicialmente a menudo estaban abiertamente vinculadas con los análisis feministas del patriarcado (e.g., Rich, 1980) o con otros abordajes teóricos más tempranos. Sin embargo, en los últimos años de la década de 1980 y en los primeros de la década del noventa se desarrolló la teoría queer, aunque existen antecedentes obviamente importantes que hacen difícil fecharla con precisión. La teoría queer difiere de la teoría de liberación gay temprana en varios aspectos, pero se puede percibir una importante diferencia inicial en las razones por las que se elige el término queer como alternativa a “gay y lésbico”. Por ejemplo, algunas versiones de la teoría lésbica retrataban la esencia de la identidad y sexualidad de las lesbianas en términos muy específicos: se la pintaba como no jerárquica, consensual, y, en términos específicos de sexualidad, como no necesariamente enfocada en los genitales (e.g., Faderman, 1985). Las lesbianas que construían sus argumentaciones a partir de este marco teórico, por ejemplo, muy bien podrían haber criticado a los teóricos de la ley natural por inscribir en la propia “ley de la naturaleza” una sexualidad esencialmente de varón, centrada en los genitales, la penetración y el estatus del orgasmo varonil (los teóricos de la ley natural nunca mencionan los orgasmos de la mujer).

Este abordaje, basado en caracterizaciones de la identidad y la sexualidad ‘lésbica’ y ‘gay’ presenta sin embargo tres dificultades. En primer lugar, es evidente que aunque la meta sea criticar al régimen heterosexista porque excluye y marginaliza a aquellos cuya sexualidad es diferente, cualquier explicación específica o “esencialista” de la sexualidad gay o lésbica surte el mismo efecto. Si nos quedarnos con el ejemplo presentado más arriba acerca de la conceptualización específica de la identidad lésbica, vemos que denigra a las mujeres que sexual y emocionalmente se sienten atraídas a otras mujeres, pero que no encajan en la descripción. Se puede argumentar que las sadomasoquistas y las lesbianas bombero/fem(1) no encajan en este ideal de ‘igualdad’ que se ofrece. Un segundo problema es que al colocar tal énfasis sobre el género de la propia pareja sexual (o parejas), se marginalizan otras importantes fuentes de identidad, tales como la raza y la etnicidad. Por ejemplo, para una lesbiana negra lo que tiene máxima importancia es su lesbianismo y no su raza. Muchos gays y lesbianas de color atacaron este abordaje, acusándolo de reinscribir una identidad esencialmente blanca en el centro mismo de la identidad gay o lésbica (Jagose, 1996).

El problema tercero y final que enfrenta el abordaje de la liberación gay es que a menudo parece tomar la propia categoría de “identidad’” como algo no problemático y no histórico. Sin embargo, esta visión, en gran parte a causa de los argumentos desarrollados dentro del pos-estructuralismo, parece ser cada vez más insostenible. La figura clave en el ataque contra la identidad en cuanto ente ahistórico es Michel Foucault. En una serie de obras se dedicó a analizar la historia de la sexualidad desde la Antigua Grecia hasta la edad moderna (1980, 1985, 1986). Aunque el proyecto fue cortado trágicamente de cuajo por su muerte en 1984 por complicaciones surgidas del SIDA, Foucault hizo una articulada formulación que mostró qué profundamente pueden variar las formas de comprender la sexualidad a lo largo del tiempo y el espacio, y sus argumentos han resultado tener mucha influencia en la teorización gay y lésbica en general, y en la teoría queer en particular (Spargo, 1999).

Una de las razones para haber efectuado la reseña histórica que figura arriba es que ayuda a proporcionar un trasfondo para comprender la aseveración de que la sexualidad es algo socialmente construido, y no dado por la naturaleza. Más todavía: para no prejuzgar en el tema de socio-construccionismo versus esencialismo he evitado aplicar el término “homosexual” a las eras antigua o medieval. En la antigua Grecia el género de la pareja o parejas de uno no era importante, y en cambio sí era importante determinar si uno tomaba el papel activo o el pasivo. En la visión medieval, un “sodomita” era una persona que sucumbía a la tentación y se veía envuelto en ciertos actos sexuales no procreativos. Aunque el género de la pareja era más importante que en la visión de la Antigüedad, el marco teológico más amplio colocaba énfasis sobre la dicotomía pecado versus abstenerse-del-pecado. Con el surgimiento de la idea de “homosexualidad” en la era moderna, una persona es colocada en una categoría específica incluso si uno no actúa siguiendo esas inclinaciones. ¿Qué es la sexualidad común, natural, expresada a lo largo de estas tres muy diferentes culturas? La respuesta del socio-construccionista es que no existe sexualidad “natural”; todas las comprensiones del sexo se construyen dentro de y son mediadas por comprensiones culturales. Los ejemplos pueden ser llevados mucho más lejos al incorporar datos antropológicos ajenos a la tradición occidental (Halperin, 1990; Greenberg, 1988). E incluso dentro del contexto más estrecho que ofrecemos aquí, las diferencias entre los datos son sorprendentes. La presunción en la Antigua Grecia es que los varones (se sabe menos de las mujeres) pueden responder eróticamente a uno u otro sexo, y la vasta mayoría de los hombres que se envolvían en relaciones del mismo sexo eran también casados (o más tarde se casarían). Sin embargo, la comprensión contemporánea de la homosexualidad divide el dominio sexual en dos, heterosexuales y homosexuales, y la mayoría de los heterosexuales no pueden responder eróticamente a su propio sexo.

Al decir que la sexualidad es una construcción social, estos teóricos no están diciendo que estas comprensiones no sean reales. Como las personas también son construcciones de sus culturas (en esta perspectiva), se nos construye en estas

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