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LA INFANCIA EN LA SOCIEDAD MODERNA


Enviado por   •  18 de Octubre de 2013  •  2.049 Palabras (9 Páginas)  •  483 Visitas

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LA INFANCIA EN LA SOCIEDAD MODERNA

Del descubrimiento a la desaparición

Leonardo Trisciuzzi e Franco Cambi

Infancia e historia

1. La identidad social de la infancia

Con frecuencia se ha sostenido que una infancia prolongada es típica de la especie

homo sapiens y que esto le ha permitido diferenciarse de otras especies animales y

llegar a un proceso progresivo de humanización caracterizado por la socialización y por

el nacimiento de la cultura.

El "cachorro de hombre" o la "cría del hombre", en efecto, nace físicamente muy débil

y necesita de cuidados. Esta debilidad-dependencia dura bastante tiempo, alrededor de

diez años, e implica una constante asistencia por parte de los adultos. Ello provoca el

pasaje de la unión de pareja a la familia, además de, quizás, una primera y elemental

división del trabajo al interior de la misma familia (el cuidado de los hijos que es

asumido por la madre y la búsqueda del sustento por el padre). Con el nacimiento de la

familia y de una primera división del trabajo se forma, por lo menos en embrión, la

sociedad. El lento crecimiento del niño que se cumple gracias a la protección ejercida

por el núcleo familiar es fundamentalmente una socialización, un gradual aprendizaje de

técnicas, de costumbres propias de la especie. Este aprendizaje, que se realiza sobre

todo por imitación de los adultos y en primer lugar de los propios padres, produce la

transmisión y la misma continuidad de la cultura. Se crea así, gracias a la acción de la

familia, una ligazón entre el individuo y la sociedad que está en la base de la vida y de

la historia de la especie humana. La verificación de la verdad de estas tesis se puede

tener en negativo, considerando el caso de los niños salvajes abandonados luego de su

nacimiento y que han crecido entre animales. Estos niños han asimilado las costumbres

y comportamientos de los animales con los que se les ha juntado y de los cuales ha

dependido su sobrevivencia, habiendo perdido con frecuencia la posibilidad de retornar

a la condición humana; testimoniado por el caso quizás más célebre, el de Víctor de

Avegrón, estudiado en los primeros años del 800 por el médico francés Jean Etard.

La socialización del niño se cumple como un paso, cada vez más marcado, de una

dimensión esencialmente biológica hacia una de carácter cultural. Se verifica, por lo

tanto, un enriquecimiento de las necesidades primarias (nutrición y protección) a través

de su intervención en un contexto social caracterizado por normas, costumbres,

creencias y usos. Contemporáneamente, sin embargo, los adultos y la cultura que ellos

representan, imponen también una cierta reglamentación y regulación de las

necesidades primarias, esto es, aquellas que están ligadas más estrechamente a la

naturaleza biológica del niño. Sin embargo, este paso, como lo han subrayado las más

recientes investigaciones psicológicas, no es una simple adaptación, una imitación

pasiva, sino que pone en juego la participación directa por parte del niño.

El niño es un sujeto activo. Incluso si el material de su experiencia está ya social e

históricamente determinado, él reorganiza de un modo dinámico e individual la

experiencia en la cual se encuentra inmerso. Al término de este proceso, esto es, al final

de la edad evolutiva, el niño, su mente (el lenguaje, las capacidades lógicas) y su misma

personalidad (ligada a creencias y costumbres) se caracterizarán en sentido social. El

niño habrá llegado a ser miembro de la comunidad a título pleno, en cuanto habrá

asimilado sus aspectos culturales más característicos. La integración social se ha

cumplido, aún cuando ésta ha acontecido de un modo dinámico e incluso si nunca

asume la forma de una adaptación exclusiva, como teorizaban algunos sociólogos

positivistas en los primeros años de nuestro siglo.

Los agentes fundamentales de esta socialización primaria son, por un lado, la familia y,

por otro, el lenguaje, aún cuando este segundo depende en buena parte del primero. En

efecto, es a través del intercambio de señales sonoras con los familiares y sobre todo

con la madre, sea en la fase del laleo, del balbuceo (emisión de sonidos no articulados),

sea en aquella fase prelingüística, como luego en aquella lingüística verdadera, que se

cumple la maduración del lenguaje infantil.

La familia tiene como fin esencial proteger y garantizar el funcionamiento de los

mecanismos sociales fundamentales que se refieren a la producción y a la reproducción

de la vida inmediata. No obstante, y precisamente porque garantiza la reproducción de

la especie, el sustento y sobre todo la educación de los individuos, se orienta a perpetuar

la organización social existente. La familia es un agente de socialización históricamente

determinado. Ella actúa en un contexto social, refleja las ideologías y el ordenamiento

en clases y es por ello que ejerce una obra de socialización primaria estrechamente

conectada a las estructuras del poder social existente. No se coloca antes o fuera de la

sociedad y de la historia; por el contrario, se transforma en el curso de la historia y con

el devenir de la sociedad. Aquello que permanece siempre más allá de lo que cambia es,

sin embargo, su función de crear a nivel elemental una primera organización social. En

otras palabras, la familia garantiza siempre a través de la experiencia de reglas y de

prohibiciones que el sujeto realiza al interior de ella, el establecimiento de relaciones

jerárquicas y de diferencias de roles. A través de estas relaciones que se viven al interior

de la familia, el sujeto en edad evolutiva cumple un primer reconocimiento de la

sociedad, hace experiencia de su estructura y asimila las reglas fundamentales del juego

social.

Le debemos a Sigmund Freud y a su teoría del triángulo edípico (madre-padre-niño) la

explicación quizás más convincente de esta socialización originaria que el niño realiza

al interior de su familia. La relación que el recién nacido establece con la madre se

desarrolla en el tiempo y atraviesa diversas etapas: al inicio es una ligazón de identidad,

el bebé se identifica con la madre, luego poco a poco se va operando una separación. Es

a través de esta relación

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