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LA PLANCHADA


Enviado por   •  18 de Enero de 2012  •  1.303 Palabras (6 Páginas)  •  947 Visitas

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LA PLANCHADA

Esta leyenda, cuyo título podría ser también el de "La Enfermera Visitante", hace recordar a muchos potosinos episodios de misterio, originados hacia finales del siglo pasado.

El antiguo Hospital se encontraba entre los barrios de El Montecillo y de San Sebastián, cerca del costado sur del Templo de San José. Cuenta la conseja que en dicha institución entró a formar parte del personal una enfermera llamada Eulalia, de buena presencia, quien desde luego dio muestras de profesionalismo y diligencia; por lo tanto, se captó la simpatía y aprecio del personal médico y administrativo.

Eulalia repartía su tiempo entre su trabajo en el Hospital y en atender a su familia, que consistía en su madre y dos hermanos menores. Llevaba una vida tranquila, sosegada y, al mismo tiempo, activa; nada perturbaba el horizonte de esta eficaz mujer, hasta que un día ingresó al hospital un joven médico, apuesto, de nombre Joaquín. Era costumbre en el Hospital que cuando llegaba un nuevo médico, el Director reunía al personal para presentarlo; ese día Eulalia estaba atendiendo a un paciente, más hubiera podido dejar su trabajo un momento, suficiente para ser presentada al recién llegado, pero no quiso asistir al llamado del Director. Al anochecer, cuando llegó a su casa, refirió a su madre:

- Hoy llegó al Hospital un nuevo médico; aunque no lo conozco ya me imagino que es uno de esos recién salidos de la escuela, fatuos y orgullosos, que ven a una como inferior; pero ya verá, ya verá...

- Hija, es la primera vez que te oigo hablar así ¿te ha ocurrido algo?

- No, nada, nada en realidad; bueno, he tenido algunos contratiempos sin importancia.

Al día siguiente, Eulalia fue solicitada para ayudar al nuevo médico, en la extracción de una bala de la pierna de un herido. Desde el primer momento en que la enfermera vio al doctor, quedó prendada de él, a grado tal que no acertaba a darle los instrumentos debidos. A medida que pasaba el tiempo, ella se enamoró apasionadamente del galeno, en cambio él no mostraba el mismo interés. Sin embargo, pasados algunos meses, Eulalia y Joaquín se hicieron novios. Ella sintió que por fin se estaban realizando sus aspiraciones, se veía feliz y en torno a ese amor giraba toda su existencia, pero él no mostraba la misma pasión por ella. Los años transcurrían y en el Hospital continuaban de novios el médico y la enfermera.

Un día de tantos, dice Joaquín:

- Eulalia, estoy invitado mañana a una recepción; no tengo ropa adecuada, pero un colega me la va a prestar; como tú sales antes que yo hazme un gran favor: te llevas la ropa a tu casa y si me lo permites, allí me cambiaré. ¿Te parece bien?

- Con todo gusto lo haré Joaquín; vas a ir a tu recepción hecho un príncipe, te verás muy guapo.

Como acordaron, al día siguiente Joaquín llegó a la casa de Eulalia; ya vestido en traje de etiqueta, charló un rato con su novia y, al despedirse, le dijo:

- Olvidaba decirte que asistiré a un seminario de medicina interna; será cuestión de unos quince días.

Pasó algún tiempo que a la enfermera se le hizo eterno, sin recibir noticias de su novio. Un día, un empleado del Hospital que anteriormente la cortejaba, le declaró su amor pero Eulalia le contestó:

- Soy la prometida del doctor Joaquín, no creo que usted lo ignore.

- Pero Eulalia, su doctor tardará mucho tiempo en regresar de su viaje de bodas; ¿no sabía usted que se casó en la fecha en que renunció a su trabajo en este Hospital?

Eulalia jamás pudo recuperarse de la decepción que le causó el engaño, por más que se decía a sí misma: "debí darme cuenta que él nunca me quiso de verdad; no debo abatirme". Pero lo cierto es que siempre sufrió por el perdido amor, aun cuando tanto su trabajo

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