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LA PRENSA EN MEXICO


Enviado por   •  25 de Febrero de 2013  •  2.096 Palabras (9 Páginas)  •  310 Visitas

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LA PRENSA EN MEXICO

México es un país sin lectores, pero posee diarios de enorme influencia en la vida nacional. El periodismo, como muchas otras cosas en México, está en franca contradicción con los números. Pese a que se trata de una de las urbes más grandes del mundo, con casi 20 millones de habitantes, la tirada de todos los diarios de la Ciudad de México no llega a 700 mil ejemplares. Paradójicamente, la importancia de la prensa es inmensa en la vida pública.

Primero, la desigualdad de la sociedad mexicana. Puede ser que los diarios lleguen apenas a un 8% de los hogares en las grandes ciudades. Pero justamente en ellos reside la élite empresarial, política, intelectual que toma las decisiones.

Segundo, en ningún país como en México enraizó el modelo francés del intelectual de gran influencia en las esferas políticas. El prestigio del intelectual es algo que siempre intimidó al poder, incluso a dictadores semi letrados como Porfirio Díaz (mandatario de 1877 a 1910) quien intentaba salirse por los espejos de Palacio, pero se afanaba en leer en francés. Alfonso Reyes hace un siglo, Octavio Paz o Carlos Fuentes hace algunas décadas, y Enrique Krauze o Carlos Monsiváis actualmente, han influido en los centros de decisión política, a través de sus colaboraciones en la prensa tanto o más en que en sus propios libros.

Y tercera, y la más importante: los mayores recursos periodísticos siguen siendo las Salas de Redacción de los diarios, no los noticieros de radio o de televisión. Los periódicos son los principales generadores de noticias en el país. Las plantillas de reporteros y corresponsales de El Universal o de Reforma superan a los medios electrónicos y sus agendas de investigación suelen ir por delante de la competencia no escrita. Más aún, el contenido de los noticieros de radio y televisión procede en gran medida de las páginas de los diarios matutinos. Todos estos factores contribuyen a generar ese peculiar fenómeno de una prensa tan poderosa en un país sin lectores. Pero no bastan para explicarlo.

LOS USOS DE LA PRENSA

Mucho antes de ser Cuarto Poder, la prensa en México fue una extensión del Primer Poder. Durante muchas décadas los periodistas han constituido en México una subclase de la clase política. Desde luego, la politización de la prensa no solo existe en México; pero aquí adquirió, como el tequila, denominación de origen. La prensa no sólo se hacía para el consumo de la élite gobernante, además era esencialmente el vehículo que esta usaba para comunicarse consigo misma. A través de las columnas diarias y los editoriales la clase política intercambiaba amenazas veladas, opiniones y anticipos de decretos. Todavía en los noventas prevalecía la antigua tradición del “columnista” sexenal; todo presidente al llegar al poder adoptaba a un editorialista, y lo utilizaba para anticipar proyectos, proponer cambios, lanzar rumores. Ahora bien, este recurso no era privativo de los presidentes. Los principales actores políticos (ministros poderosos, gobernadores, líderes de partidos e incluso instituciones claves como la Iglesia, los militares o las cámaras empresariales) solían buscar un periodista o una columna que les permitiera participar en este juego de luces y sombras. En un país en que el poder no estaba definido por el voto del electorado, sino por la voluntad de los actores políticos, la decodificación y la exégesis de sus proyectos e intenciones se convertía en el verdadero arte al que se dedicaban los periodistas. Pero luego llegó la democracia y todo este orden se desmoronó de la noche a la mañana.

UNA TRANSICIÓN ATROPELLADA

Resulta imposible establecer el grado en que la prensa fue el factor detonante para precipitar la caída del viejo régimen. Lo que sí es cierto es que la deuda se pagó rápidamente: el sismo que los periodistas ayudaron a construir regresó a la prensa en la forma de un Tsunami que barrió todos los patrones que sustentaban la manera de hacer periodismo en México. Esta revolución puede percibirse cabalmente en la trayectoria de las empresas periodísticas que dominan el panorama.

En estricto sentido sólo hay tres periódicos en la capital, el resto es coro de acompañamiento. El Universal, Reforma y La Jornada no sólo son los de mayor circulación y los de influencia decisiva en la agenda pública. Son también los únicos que viven de los ingresos generados por su circulación y su facturación de publicidad.

LOS PROTAGONISTAS

El Universal y Reforma son los dos grandes diarios del país. El primero circula más, con una tirada de 130 mil de lunes a sábado, 180 mil el domingo; pero Reforma (entre 80 y 120 mil ejemplares) ha conquistado los lectores más pudientes. La rivalidad de ambos es proverbial. Sus dos plantas editoriales, de casi 300 personas incluyendo corresponsales, disputan palmo a palmo las grandes primicias, los reportajes de investigación y las principales plumas del país. Ambos también se reparten, casi por partes igual, el grueso de la facturación de publicidad en prensa (dos tercios del total).

A la usanza norteamericana, los dos son de formato extenso y sus ediciones suelen rondar las 200 páginas diarias, con profusión de secciones y suplementos. Aunque en materia de articulistas ambos han optado por la pluralidad, Reforma sigue una línea editorial más cercana a la centroderecha y a la iniciativa privada. En sus páginas se cuestiona a Fidel Castro, a Hugo Chávez y a Andrés Manuel López Obrador (el izquierdista alcalde de la capital y principal conteniente a las elecciones presidenciales).

Por su parte, El Universal se asume como un periódico de centro, más cercano a la clase política y aunque crítico de los excesos de los poderes públicos, tiende a ser más contemporizador de las instituciones, no importando el partido político del que se trate. Gracias a su predominio sobre el aviso de clasificados, El Universal tiene presencia en un amplio espectro de la población.

La historia de ambos diarios no podría ser más distinta. Su trayectoria resume en buena medida la historia del periodismo reciente en México y sus impresionantes cambios.

El Universal es la única de las grandes compañías periodísticas del pasado que supo adaptarse a la desaparición del antiguo régimen. Durante años, los periódicos vivieron domesticados y controlados por una estrategia muy eficaz. El Estado ejercía el monopolio del papel periódico, controlaba los sindicatos o cooperativas del personal de talleres, y en muchas plazas regenteaba los sindicatos de voceadores responsables de la circulación.

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