LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN MASIVA: IDENTIDAD Y TERRITORIO FRENTE A LA GLOBALIZACIÓN DE LA INFORMACIÓN
Enviado por GracielaAraujo • 24 de Febrero de 2014 • 1.516 Palabras (7 Páginas) • 348 Visitas
1. El hombre y su mundo
El ser del Hombre surge del ejercicio de su propia existencia.
Las personas actúan saliendo fuera de sí para relacionarse con todo ‘lo otro’ —el prójimo y sus mundos— que, a su vez, constituye el Mundo de cada una de aquellas; y es en ese salir en donde se despliegan las posibilidades frente a las cuales deciden la acción. Es en ese proceso de tener posibilidades enfrente, de elegir, decidir y actuar, cuando se va determinando la forma de ser de cada una.
Y actúan siempre en un doble horizonte: el temporal y el espacial.
Temporal, porque es a partir de la experiencia, entendida como la permanente presencia del pasado en el presente, que se ‘leen’ las posibilidades desplegadas enfrente, se eligen y se toman decisiones; también, teniendo en cuenta el futuro deseado; y todo esto en cada momento, en cada instante de conjunción del pasado y del futuro que es ese volátil presente, siempre llegando a y partiendo de nuestras vidas.
Espacial, porque actuamos en un lugar, en un sitio, dentro de un contexto, en el centro de nuestro territorio que surge en su estar ahí y de nuestra forma de captarlo, modificarlo, crearlo y recrearlo.
El otro y los otros, el tiempo y los tiempos, el espacio y los espacios, se constituyen, enlazados, superpuestos e interdependientes, en lo que podríamos llamar el Mundo en el cual se existe, al convertir la acción —presente— en historia —pasado— y en potencialidad —futuro—, fijando así en cada momento el ser específico y dinámico de cada persona: lo que podría llamarse su esencia; también su identidad.
2. Los medios y los mediadores en un contexto globalizado
Esa relación entre Hombre y Mundo que es la existencia que genera esencia, se da original y naturalmente en forma directa.
El bebé que palpa su hábitat inmediato y siente el cuerpo de su madre, no requiere de intermediarios para lograrlo. Pero la necesidad, el reto, el impulso de ampliar posibilidades de relación, de comenzar a llegar a lo no inmediato, de traer hacia sí lo lejano, de potenciar las posibilidades de relación para incrementar su capacidad de crear esencia propia, identidad, lo lleva a utilizar mediadores; con ellos introduce en su cotidianidad las estrategias comunicativas y, por ende, el concepto de comunicación.
La interrelación Hombre-Mundo se produce, entre otras formas pero fundamentalmente, a través de procesos de interacción, traslados de información y, como se decía al principio, en horizontes temporales y espaciales.
Sin embargo, al quererse ampliar los horizontes —tanto el espacial como el temporal— y cuando aparecen las estrategias comunicativas, entran en escena los mediadores, ya que comunicación sin mediador, sin un alguien y un algo que hagan posible el mensaje y su movimiento por el canal, no existe por definición. Obviamente, al aparecer los mediadores se amplían las posibilidades de interrelación Hombre-Mundo, pero también estos mediadores, como tales, interfieren y afectan la pureza de la información que llega al Hombre; y en la medida en que los procesos de mediación se multiplican y se hacen más sofisticados y complejos, las posibilidades de interrelación son más amplias por la aparición y el incremento de la virtualidad que rompe los espacios tradicionales, pero también crecen las posibilidades de interferencia y decrece potencialmente la pureza de la información. Además, puede aparecer —aparece realmente— la posibilidad de la manipulación de la información: por tanto, de la relación y también de las posibilidades de crear esencia por parte de las personas.
Si bien es cierto que de esta manera pueden romper —digamos ampliar— su horizonte espacial y, de alguna manera también, el horizonte temporal dentro del cual se relacionan al existir para ser, igualmente están asumiendo el riesgo de que los indispensables mediadores los afecten hasta más allá de lo meramente indispensable, condicionando así la relación, las opciones desplegadas, las decisiones por tomar, la existencia y su ser, su esencia, su identidad, éstas y aquel en permanente construcción durante los sucesivos presentes que ponen en contacto la experiencia y el sueño, el pasado inmodificable y el futuro deseado.
Casi se podría decir, que el «proceso civilizador» se ha ido constituyendo en el rompimiento y la ampliación de los horizontes de la relación Hombre-Mundo, gracias a la sofisticación y complejización de los mediadores, desarrollados también en interrelaciones.
Y el rompimiento de tales horizontes permitió, hace años, comenzar a hablar de ‘aldea global’ y hoy del mundo globalizado, entendido como aquel en el cual quien esté expuesto a los mediadores adecuados, en la forma adecuada, puede entrar en relación con un Mundo cuyo horizonte es circular y, por tanto, interminable: con principio y fin pero coincidente en cualesquiera de sus puntos.
Los mediadores, entonces,
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