LOS SIETE CIELOS
Enviado por • 25 de Febrero de 2014 • Síntesis • 705 Palabras (3 Páginas) • 297 Visitas
Capítulo I
LOS SIETE CIELOS
(Del libro "La pluma de Miguel: una aventura en los Andes") En realidad, no es a mí a quien corresponde dejar escrito en los legajos celestiales sobre lo que nos ocupa a los mensajeros del Creador. Es Raziel, el ángel de las regiones secretas y el jefe supremo de los misterios, quien se encarga de poner al día el Gran Libro en el que está escrito todo el saber celestial y terrenal que existe; incluso allí se explican las 1.500 claves a los misterios del mundo que no fueron reveladas ni siquiera a los ángeles. Sin embargo, esta historia es tan peculiar, es más, diría yo que en lugar de haber cumplido una misión habríamos vivido una aventura de la que no me gustaría que se perdiera ningún detalle. Contársela a Raziel significaría hacer una larga fila en un interminable corredor que desemboca en su espacio de trabajo que me llevaría una espera infinita. Llegado el momento de la entrevista, Raziel me invitaría a sentarme al frente suyo mientras prepara una serie de hojas en blanco, un tintero y una pluma. Sacudiría sus alas, arreglaría su larga cabellera blanca, se pondría cómodo y empezaría con esta pregunta:
- ¡Ah! Miguel, ¿y qué te trae por aquí?
Yo empezaría a relatar mi historia, pero al mismo tiempo Raziel se acordaría de cuando sobrevolaba la tierra, me quitaría la palabra de la boca y se iría por las ramas dejando a su imaginación divagar en el tiempo. Volvería de vez en cuando a la narración, que con una paciencia infinita trataría yo de hilar, intentando no perder detalle, para luego ausentarse una vez más reviviendo alguna de sus hazañas sobre el planeta; y así sucesivamente. La última vez que le conté una de nuestras misiones al sur de Egipto, para que quedara en los anales celestiales, tuve que hacerle 784 visitas y tardé más de 16 años en digerir sus historias con paciencia y tolerancia.
¿Dónde íbamos? ¡Ah! Estaba yo en mi espacio del Cuarto Cielo, del cual soy gobernador, arreglando una balanza. Tenía problemas con uno de los dos platillos, nada menos que con el que pesa las virtudes y todas las obras buenas que traen las almas consigo cuando su vida termina en la Tierra. Parece un trabajo sencillo este de ser Juez de Almas, pero es bastante complicado; que lo diga Azrael que también anda metido conmigo en esta empresa.
Azrael es uno de mis mejores amigos. Es uno de los ángeles más activos del Cielo porque va y viene sin parar por lo menos unas 364 veces al día. ¿Será por eso que el Creador lo ha provisto con 70.000 pies y 4.000 alas, además de tantos ojos y tantas lenguas como hombres hay sobre la Tierra? Es divertido, fanfarrón y un gran amigo. Es el encargado de anotar nombres en un enorme libro, y así como los escribe también los va borrando. Copia los nombres de todos los recién nacidos y borra los nombres de los que acaban de morir, y siempre se está quejando de la poca originalidad
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