La Crisis De Las Profesiones En La Sociedad Del Conocimiento
Enviado por nata71126 • 21 de Septiembre de 2014 • 3.195 Palabras (13 Páginas) • 308 Visitas
CRISIS DE LAS PROFESIONES EN LA SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO
Jesús Martín Barbero. Publicado en Nómadas, abril de 2002. Autorizada su publicación por el autor.
RESUMEN
Este ensayo formula el nuevo lugar de la universidad a través, de varias preguntas: ¿está esta institución auscultando, pensando, investigando la complejidad de las relaciones entre el saber en la sociedad del conocimiento y los trabajos en una sociedad del mercado? ¿Deberá asumir como tares propia, estructural y estratégica más que nunca, la de formular y diseña proyectos sociales y pensar alternativas al modelo hegemónico del mercado?
Ante la transformación de los saberes y el conocimiento y los lugares tradicionales que ellos ocupan, y frente a la crisis en la identidad y la práctica profesional (del sujeto trabajador, del profesional en la era industrial), este ensayo formula el nuevo lugar de la universidad a través de varias preguntas ¿está esta institución auscultando, pensando, investigando la complejidad de las relaciones entre el saber en la sociedad de mercado? ¿Deberá asumir como tarea propia, estructural y estratégica más que nunca, la de formular y diseñar proyectos sociales y pensar alternativas al modelo hegemónico del mercado?
Pensar desde América Latina la transformación de los saberes y las profesiones en la llamada sociedad del conocimiento debería implicar como requisito contextualizador elucidar lo que eso significa en sociedades que, como las nuestras, son al mismo tiempo “sociedades del des-conocimiento”, esto es, del no reconocimiento de la pluralidad de saberes y otras competencias culturales que comparten tanto las mayorías populares como minorías indígena o regionales. Saberes y competencias que ni la sociedad ni la propia universidad saben valorar e incorporar a sus actualizados mapas del “conocimiento”.
Partiendo de ese enunciado me propongo reflexionar sobre la crisis de identidad que están sufriendo los profesionales en una sociedad del conocimiento que a la vez estructuralmente “sociedad del mercado”, ya que es él que proviene la dinámica de fondo a la que responden el valor y el modo actual de producción y circulación del conocimiento. Reflexión que nos exigirá repensar el papel y el lugar de la universidad como mediadora entre la crisis de identidad profesional y las mutaciones de sociedad.
1. Transformación de los saberes
Escribe Manuel Castells en su última obra, La era de la información: “Lo que ha cambiado es el tipo de actividades en que participa la humanidad, lo que ha cambiado es su capacidad tecnológica de utilizar como fuerza productiva directa la que distingue a nuestra especie como rareza biológica, eso es, su capacidad de procesar símbolos”. Lo que distingue a la sociedad en gestación no son las actividades que se dedica sino el haber colocado en su centro, en cuanto fuerza productiva directiva, a la cultura en su más profunda acepción: la capacidad de procesar símbolos, esto es, de conocer e innovar.
Producción y conocimiento
Desde una perspectiva histórica nos encontramos con que el conocimiento está pasando a ocupar el lugar que ocuparon, primero la fuerza humana y después las máquinas. Ello está produciendo dos cambios estratégicos: el descentramiento y la deslocalización / diseminación de los saberes. En el estrato más profundo de la revolución tecnológica –y cada vez que digo esta frase tengo que advertir lo mucho que tardé en juntar revolución con tecnología ya que la revolución significaba transformaciones radicales en lo social y lo político- lo que encontramos es una mutación en los modos de circulación del saber. Desde los monasterios medievales hasta las escuelas hoy el saber, que fue siempre fuente de poder, ha conservado el doble carácter de ser a la vez centralizado territorialmente y asociado a determinados soportes y figuras sociales. Es disperso y fragmentado cómo el saber escapa de los lugares sagrados que antes lo contenían y legitimaban, y de las figuras sociales que lo detentaban y administraban. Cada día más estudiantes testimonian una simultánea pero desconcertante experiencia: la de reconocer lo bien que el maestro se sabe su lección, y al mismo tiempo el desconcierto cotidiano de constatar que esos conocimientos se hallan seriamente desfasados de los saberes y lenguajes que sobre biología o física, filosofía o geografía circulan por fuera de la escuela y frente a un alumnado cuyo medio-ambiente comunicativo lo “empapa” cotidianamente de esos otros saberes-mosaico que, en forma de información , circulan por la sociedad, la reacción espontánea de la escuela es de atrincheramiento es su propio discurso, pues cualquier otro es resentido por el sistema escolar como un atentado a su autoridad.
Examinamos los dos cambios claves que enunciaba. Descentramiento significa que el saberse sale de los libros y de la escuela, entendiendo por escuela todo sistema educativo desde la primaria hasta la universidad. El saber se sale ante todo del que ha sido su eje durante los últimos cinco siglos: el libro. Un proceso que ni había tenido casi cambios desde la invención de la imprenta sufre hoy una mutación de fondo especialmente con la aparición del texto electrónico. Que no viene a reemplazar el libro sino a descentrar la cultura occidental de su eje letrado, a relevar al libro de su centralidad ordenadora de los saberes que la estructura había impuesto no solo a la escritura y la lectura sino al modelo entero del aprendizaje: lineriedad y secuencialidad de izquierda a derecha y verticalidad de arriba a bajo. Sólo puesto en perspectiva histórica ese cambio deja de alimentar ese sesgo apocalíptico con que la escuela, los maestros, los adultos, miran la empatía de los adolescentes con los medios audiovisuales, los videojuegos y el computador. Estamos ante un descentramiento culturalmente desconcertante, y que la mayoría del mundo escolar está entendiendo, por lo que lo disfraza moralistamente echándole la culpa a la televisión de que los adolescentes no leen. Pero esa actitud no nos ayuda en nada a entender la complejidad de los cambios que está sufriendo el mundo de los lenguajes, las escrituras y las narrativas. Que es lo que verdaderamente está en la base de que los adolescentes está en la base de que los adolescentes no lean en sentido en que los profesores siguen entendiendo el leer, o sea, únicamente libros. No es un tecnólogo ni un tecnócrata sino el gran historiador francés de la lectura Roger Chartier, el que lo ha planteado más claramente: la revolución que introduce el texto electrónico no es comparable con el de la imprenta sino con la que produjo la aparición del alfabeto.
Hoy los saberes-incluso los tradicionalmente asociados al libro-
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