La Cuestión De La Infancia En América Latina: Tiempo Pasado, Tiempo Presente. Los Dilemas De La Educación Contemporánea
angelicamanrique11 de Noviembre de 2012
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Universidad Distrital Francisco José de Caldas
Coloquio Infancia
Conferencia
La cuestión de la infancia en América Latina: tiempo pasado, tiempo presente. Los dilemas de la educación contemporánea
Dra Sandra Carli
Bogotá, 2009
Introducción:
En un libro titulado La cuestión de la infancia. Entre la escuela, la calle y el shopping (Paidós, 2006), que reúne un conjunto de escritos de investigadoras jóvenes que abordan distintos fenómenos y procesos vinculados con la niñez, desarrollé una serie de hipótesis para analizar e interpretar los procesos acontecidos a nivel nacional y global en las últimas décadas del siglo XX en la Argentina, reconociendo que la crisis de finales de la década del 90 (denominada como “crisis del 2001”) había dado visibilidad a las notables transformaciones de la experiencia infantil producidas durante el ciclo de globalización científica y tecnológica, mundialización cultural y transnacionalización económica (para el caso argentino un ciclo de estabilidad democrática y de reconfiguración neoliberal). Es decir, consideramos la cuestión de la infancia como un analizador privilegiado de la historia reciente y del tiempo presente que permitía indagar los cambios materiales y simbólicos producidos en la sociedad argentina.
Algunas de esas hipótesis siguen siendo validas para leer los fenómenos de estos últimos años y de la actualidad, aunque es posible reconocer que el desarrollo de las llamadas “”nuevas democracias” latinoamericanas reclama identificar datos, problemáticas y horizontes del presente, pero también los dilemas de la educación contemporánea. De allí que intentaré ensayar cierta actualización de esas hipótesis con nuevas reflexiones, preguntas e inquietudes. En suma, se trata de seguir pensando la infancia.
Primera hipótesis: la infancia como laboratorio social
En nuestra primera hipótesis planteamos que la niñez devino en un verdadero laboratorio social en un proceso histórico sumamente complejo en el que se combinó la aceleración de los cambios científico-tecnológicos (desarrollo de TICS), la reconfiguración gradual del mundo del trabajo (aumento de los índices de desempleo), la constitución de una cultura de carácter global que acompaña la expansión de la esfera del mercado y la apertura económica y la transformación de la estructura económica (caída del modelo industrial).
En un ciclo de tiempo corto, los niños nacidos en la Argentina entre los años 80 y 90, crecieron en un escenario en profunda mutación que indicaba el pasaje de un país caracterizado por la mezcla social, un importante sector de clase media e índices relativamente bajos de pobreza, a un nuevo país marcado por el desempleo, la movilidad descendente de la clase media y el aumento exponencial de la pobreza. Laboratorio social porque en un lapso corto de tiempo se produjeron transformaciones drásticas, con dimensiones irreversibles, que generaron una mayor distancia de la experiencia de generaciones contemporáneas y un aumento notorio de la desigualdad social dentro de la misma generación infantil.
Estos cambios, que en otros países de América Latina han sido rasgos estructurales y de vieja data, en la Argentina deben leerse como traumáticos por las dificultades de las familias y de distintos sectores sociales- insisto en un periodo corto de tiempo- de procesar/elaborar/simbolizar cambios tan abruptos que impactaron en los estilos, modos y horizontes de vida de distintas generaciones.
Me interesa repensar la idea de laboratorio, en una época en la que se multiplican los llamados “observatorios” como dispositivos académicos e institucionales diseñado para leer cambios y fenómenos emergentes que se producen con rapidez y que demandan una atención detenida, porque las sociedades latinoamericanas han sido históricamente territorio propicio para experimentos de diverso tipo (entre otros, las políticas neoliberales) resultantes de la particular condición de continente colonizado y sujeto a distintas formas de dependencia, complejizadas en el contexto global, pero que combina una conflictiva mezcla de tradiciones, culturas y temporalidades. No se trata de los laboratorios creativos que surgen en el terreno universitario o juvenil para llevar adelantes nuevas “formas de vida”, sino de ingenierías financieras que encuentran entre sus costos operativos la caída al vacío de amplios sectores de la población.
Podríamos entonces identificar como experiencias y fenómenos de estos laboratorios sociales nuevas figuras de la infancia: los niños como resto/deshecho para la violencia irregular y las fuerzas de seguridad y el narcotráfico (a la vez carnada y deshecho), los niños como público consumidor con el cual el mercado experimenta y pone en juego estrategias y dispositivos de persuasión que modifican radicalmente la cultura infantil (tecno-cultura), los niños como objeto de políticas de estado disciplinantes que regulan los modos de vivir y de reproducción familiar en los sectores más pobres (sobrevivencia a través de planes sociales), los niños hijos de migrantes que se adaptan a las nuevas dinámicas de desplazamiento de los padres ante la imposibilidad de la sobrevivencia en los países de origen (infancias “globales” por imposición).
Segunda hipótesis: la visibilidad de la infancia
La segunda hipótesis planteaba que la niñez había adquirido mayor visibilidad al mismo tiempo que se producía una invisibilización de las consecuencias trágicas sobre los niños del cambio de estructura social en la Argentina . Por un lado, el reconocimiento de los derechos del niño, a partir de la sanción de la Convención en 1990, produjo cierta universalización de la identidad infantil a partir de la concepción del niño como “sujeto de derecho” dando lugar a un imaginario global con signos propios que tuvo amplia difusión durante la década del 90 en una época de retroceso del bienestar infantil, tanto en Argentina como en América Latina, interviniendo los medios como espacios de la visibilidad y del reconocimiento social (Barbero, 2003a: 108), en ese proceso de construcción visual de la infancia. Por otro lado la Convención fue un instrumento jurídico para reformular las legislaciones nacionales y para interpelar de diversa manera a instituciones sociales, procedimientos legislativos y estilos de trabajo con niños.
A 20 años de la Convención de los derechos del niño, seria necesario hacer un balance. Primero es necesario ubicar la sanción de nuevas legislaciones nacionales, en el caso argentino nos referimos a la Ley de Protección Integral de los derechos de niñas, niños y adolescentes sancionada en el año 2005 . Pero también es necesario destacar una reflexión teórica que se reitera en nuevos trabajos e investigaciones de historia de la infancia: la importancia de reconocer la diferencia entre representaciones sobre la infancia (niño sujeto de derechos), instituciones (con su carácter estable, conservador y reacio al cambio, que no nacen con la Convención sino que tienen una larga historia en los países latinoamericanos) y practicas (de diverso tipo, que no se corresponden tampoco linealmente con los modelos institucionales) . Reconocer estos diferentes registros teóricos y analíticos implica discutir los supuestos de continuidad entre paradigmas democráticos y prácticas democráticas y supone también detener las investigaciones en aspectos institucionales. Si eso permite abordar el tiempo pasado, introduciendo matices o reconociendo particularidades en las conclusiones alcanzadas sobre distintos temas (como los alcances de la escolarización o de las instituciones de protección social), mas aun permite complejizar y problematizar la lectura del tiempo presente.
Tercera hipótesis: la mercantilización de la infancia y la ampliación de los consumos
La tercera hipótesis planteaba que en este ciclo histórico se produjo un proceso de creciente mercantilización de los bienes y servicios para la infancia y también de las prácticas culturales, en un escenario de masificación del consumo pero también de acceso desigual de la población infantil. La expansión de los consumos comerciales y culturales en sociedades con mayores desigualdades genera situaciones paradójicas. En el caso de la infancia, si tomamos aquella invitación de García Canclini que planteaba que el consumo sirve para pensar la construcción de identidades en el escenario global y que hay que abordar el consumo con un proceso sociocultural en el que se produce una apropiación por parte del sujeto, cabe invitar a desarrollar más investigaciones sobre la experiencia del consumo y los usos que los niños realizan de objetos y servicios en un escenario el que la esfera de mercado se ha expandido y ha venido para instalarse. Por lo tanto es en la experiencia del consumo que se modulan sensibilidades y lenguajes, modos de interactuar, percibir y pensar.
Sin embargo, y recuperando una crítica planteada por Nelly Richard, habría que desplazarse también al análisis de la calidad estética de los productos para niños, sin exagerar el alcance democratizador de la experiencia del consumo desde el punto de vista social y cultural. Se puede destacar la nueva presencia en los últimos años de producciones culturales de calidad estética en el Canal público Encuentro dependiente del Ministerio de Educación de la Nación los canales públicos de TV. Lo que resulta evidente es la necesidad de intervenir más
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