La Esquina Que No Duerme

Nocturna

“La Esquina que no duerme.”

Ileana Vílchez.

Faltan 10 minutos para las 11 de la noche, es sábado y la calle de la Avenida Bolívar que está del hospital Militar una cuadra al lago en la ciudad de Managua se empieza a poblar de trabajadores sexuales, que olvidan su verdadera identidad, para convertirse en seres capaces de brindar placer a quien se lo pida, siempre y cuando cumplan con la cuota fija.

Zapatos altos, minifalda, medias, y un top es el uniforme de esos que a pesar de sus cuerpos recios y su sexo masculino llevan grandes carteras, se sirven de la noche escondiéndose entre las sombras para acomodarse en todas las bancas y las esquinas que están en la vistosa calle de la Avenida Bolívar.

“Hoy vine preparada para arrasar” fue el grito de Sabrina quien con una voz ronca acompañada por el ruido de tacones llamó la atención de quienes ya estaban en sus puestos de trabajos y en uno que otro rostro causó preocupación de quienes esperaban al menos agarrar 2 clientes para hacer su noche.

La venta de servicios sexuales es una práctica prohibida en Nicaragua, sin embargo no deja de hacerse, lugares como “La Zona Rosa” en carretera a Masaya, la Avenida Bolívar, la 27 de Mayo, entre otros, son los puntos claves para aquellos que deseen satisfacer sus placeres sin ningún compromiso.

“Yo cobro $70 dólares, dependiendo del carrito en el que se acerquen y lo que quieran, son gringos y tienen reales para pagar…” comentaba entre risas Sabrina que es uno de los trabajadores más buscados a pesar de su edad bastante avanzada.

A la media noche, empieza el verdadero trajín pues los autos empiezan a pararse para negociar; al llegar a un acuerdo, se pierden entre los autos y regresan en su mayoría a los 30 minutos, dejando a quien les dio placer esa noche y olvidándose de lo recién ocurrido.

“Sin condón no hay nada” esa es la única regla de todos esos trabajadores, pues ellos saben bien cuáles son los riesgos de su trabajo, y ya que no tienen seguro, lo menos que pueden hacer es cuidarse para no quedar contagiados de ninguna enfermedad.

Sabrina tuvo una de sus mejores noches, pues como de costumbre fue una de las más cotizadas, ella cree que la buscan porque sabe bien su trabajo, plantea bien las reglas y al momento de dar placer ella no escatima sus esfuerzos, ya que para ella “Un cliente feliz es un cliente que vuelve”.

Es sábado y como es de esperarse la vida nocturna es bastante agitada y a como hay muchos clientes que buscan los servicios de estos trabajadores, también hay quienes no están de acuerdo con este tipo de trabajo y aprovechan su recorrido por esta avenida para gritar una que otra grosería.

“Esta noche parece que va a estar tranquila y no va a haber pleito, menos mal porque así no le tenemos que dar nada a los policías” fue el comentario de Sabrina que causó en todos los

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