La Impulsividad

LA IMPULSIVIDAD

María Campo-Redondo

La rabia es una emoción de malestar e incomodidad que experimentamos todos los seres humanos cuando percibimos que las cosas en nuestra vida no marchan como desearíamos. Esta emoción resulta de una frustración y/o de un maltrato que generalmente se traduce en un deseo de "pelear" con lo que el individuo considera es la causa de su malestar.

Diferentes enfoques han surgido como respuesta a la necesidad de contar con teorías y sistemas terapéuticos que se puedan utilizar al momento de enfrentarse a estos casos en los cuales el sentimiento de rabia y de ira genera que el individuo no pueda desarrollar al máximo su potencial como ser humano. Entre estos enfoques, el psicodinámico y el cognitivo son los que han presentado respuestas más coherentes al entendimiento y asesoramiento de la rabia. El enfoque psicodinámico plantea que la rabia surge como consecuencia de una frustración y enmascara otras emociones más profundas y difíciles de manejar para el individuo, tales como sentimientos de abandono, soledad y tristeza. Por otro lado, el enfoque cognitivo considera que los individuos con altos indicadores de rabia y hostilidad tienen pensamientos e ideas irracionales sobre el mundo y sobre ellos mismos.

En nuestra sociedad existen dos grandes mitos discordantes sobre la rabia. Una postura plantea que la rabia es una emoción dañina que no debe expresarse. El otro mito sostiene que la rabia es una emoción "deseable" que debe ser experimentada y manifestada. Así se ha generado la creencia que si no manifestamos la rabia que sentimos, no estamos siendo honestos con nosotros mismos. De hecho, ninguno de los dos mitos es completamente cierto y ambas posturas pueden contener elementos de verdad. Lo que sí se puede asegurar con absoluta certeza es que la rabia es una emoción humana y que en determinadas circunstancias esta emoción puede llevarnos a generar comportamientos con consecuencias indeseables o poco adaptativas.

Entre los hechos que se piensan que han incidido en la manera como los seres humanos expresan sus emociones están los diferentes roles que la mujer ha asumido, así como la enorme responsabilidad que la sociedad le ha entregado al asignarle casi en exclusivo la crianza de los hijos al tiempo que se le exige asumir un rol en el proceso productivo; esto ha conllevado a que en muchos casos la mujer no puede integrar los roles de madre y trabajadora, generándose así un sentimiento de fragmentación en su sentido de identidad que resulta en una frustración y en altos índices de rabia y hostilidad hacia el medio y hacia su sentido de sí misma. Kreisman y Straus (1989) consideran a los asuntos más críticos de la sociedad, tales como el abuso infantil, violencia familiar y doméstica, pobreza en los cuidados diarios del niño, destrucción de la familia nuclear, drogadicción y alcoholismo,

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