La Marcha De Los Pinguinos

La marcha de los pingüinos, un documental del 2005 que se llevó un óscar por su hermosa representación de la vida del pingüino emperador. Una historia que cautivó al público mostrando la difícil vida de éste, los peligros a los que debe de enfrentarse, las carencias que debe de pasar, y todo por amor, por los hijos. Una de las grandes maravillas de la naturaleza plasmadas en la gran pantalla, las desiciones de éstos seres en uno de los lugares más inóspitos que ha creado la naturaleza; la antártida.

Grandes muros de hielo cubren éste lugar, los inviernos son congelantes y los veranos bastante fríos, pero aun así los pingüinos se las arreglan para sobrevivir en éste tipo de ambiente. Comenzando el invierno los pingüinos machos deben hacer su largo recorrido hacia el lugar en donde las hembras los esperan, un camino lleno de dificultades en el que muchos de ellos no llegan a sobrevivir. Un gran trayecto que los llevará al lugar en donde el hielo bajo sus patas es más fuerte y los grandes muros de piedra congelada los protegerá un mínimo de las tormentas.

Ahí se encuentran los pingüinos hembra en espera del macho para aparearse y dar comienzo a la nueva temporada. Llega a ser extraño que, a diferencia de las otras especies en el planeta, los pingüinos son monógamos, lo que quiere decir que se aparean con una sola hembra por temporada. Debido a los viajes de los pingüinos macho, siempre hay más hembras por lo que muchas de ellas quedan sin pareja al final teniendo que regresar al mar en busca de alimento. Una vez que las parejas están completas empieza el proceso de apareamiento que el documental muestra de manera poética señalandolo como “caricias” de un pingüino a otro.

Meses más tarde la pareja de pingüinos concibe un único huevo que la madre almacena bajo una capa de piel de su vientre por unos meses mientras el pingüino macho aprende como cuidarlo. Una danza única que incluye mucha comunicación entre ambos animales. El huevo queda a cuidado del padre mientras las madres van al mar por alimento, y son ellos quienes ven nacer al polluelo y quienes lo alimentan por primera vez, forjando una relación padre-hijo inigualable. Las madres regresan con alimento y los padres vuelven al mar.

Se crea un círculo de idas y vueltas en el que los polluelos intentas sobrevivir a las difíciles condiciones ambientales y de depredadores antes de poder cuidarle por sí solos unos días mientras sus padres no están. Y como si la naturaleza no fuese más perfecta, los polluelos van por primera vez solos a su hogar: el mar, y se adaptan a él de manera increíble, nadando sin siquiera haber aprendido antes, cerrándose el círculo de una vez en la estación de verano antes de dar paso a la nueva temporada.

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