La Moda En La Actualidad
Enviado por melissafenech • 2 de Abril de 2014 • 6.694 Palabras (27 Páginas) • 286 Visitas
Todos los actores que acabamos de mencionar en el capítulo anterior se unen para producir la moda. Pero ese “producto” –que pasa por tantas manos– puede ser excelente en todo sentido, o puede no serlo: en cuanto a la idea que la anima, la calidad, la asequibilidad, la adecuación a la dignidad de quienes la usarán... Si tuviéramos que calificar la moda de nuestra época, ¿qué diríamos? Como es fenómeno que tiene tantas facetas, habría que considerarlo desde diversos puntos de vista. Podremos, dentro de los límites reducidos de estas consideraciones, calificarla –o al menos describir los rasgos que parecen más relevantes– desde el punto de vista social, económico, artístico, tecnológico, y también desde su dimensión ética; porque en resumidas cuentas lo que tiene más interés es considerar la moda como fenómeno genuinamente humano.
1-Los logros de la moda actual
Varios elementos muy positivos se pueden apreciar hoy en el terreno de la moda. En primer lugar, está prácticamente al alcance de todos; existe una mayor libertad que en otras épocas para elegir el vestuario; la industria de la moda tiene actualmente considerable prestigio, y existe una gran oferta de programas académicos para preparar a quienes desean dedicarse a este campo laboral. También se aprecia una continua preocupación por aprovechar los adelantos de la ciencia y la técnica: nuevos y mejores materias primas, equipos, procedimientos, que permiten mejorar la producción y los precios. Desde el punto de vista artístico y creativo, tal vez nunca antes ha existido una gama tan amplia de opciones ante el diseñador, lo cual es sin duda algo muy positivo. Por otra parte, la economía de muchos países recibe de las industrias relacionadas con la moda beneficios importantes. Podemos fijarnos al menos brevemente en cada uno de estos logros.
1.1 Democratización de la moda: Uno de los primeros datos que saltan a la vista es que la moda ha dejado de ser un fenómeno de élites, para convertirse en un fenómeno de masas. Aunque las clientes de la Alta Costura siguen constituyendo un sector especial, las nuevas tecnologías y la globalización informática –entre otros elementos– han conseguido que un modelo creado para la Colección de Primavera de un modisto parisino, por ejemplo, se pueda adquirir al poco tiempo en una boutique en Beirut, San Salvador o Singapur. Un poco más adelante se venderán en comercios más modestos modelos parecidos, de modo que muchas mujeres pueden adquirir prendas de vestir que están “a la última moda”. La calidad de esta moda producida en masa puede ser buena, aceptable o claramente mala, pero al menos llega a muchos, si no a casi todos; sin duda es un avance que la moda sea cada vez menos un elemento distintivo de una clase social entendida como ámbito impenetrable.
La moda es, más que nunca, un fenómeno de masas: las fotografías de las pasarelas de hoy en Nueva York, París y Milán llegan en pocas horas, vía internet, a todo el mundo. La diversificación de los procesos de producción permiten que en muy poco tiempo estos modelos (al menos, piezas inspiradas por ellos) se encuentren en las salas de venta de las grandes ciudades. Las modistas tienen acceso a las mismas fotografías, y también en un plazo breve se pueden adquirir los patrones necesarios. Lo que al principio del reinado de una corriente de moda puede ser un poco más caro, casi enseguida podrá ser adquirido por mucho menos precio, al producirse masivamente.
1.2 Mayor libertad en el vestuario: Desde hace varias décadas, las rígidas restricciones impuestas por las convenciones sociales en torno al vestuario se han flexibilizado enormemente, lo cual es muy de agradecer. En la época victoriana, por ejemplo, era de rigor que una mujer de la aristocracia dispusiera de vestidos distintos para cada momento del día: el de estar en la casa, el de recibir visitantes, el de salir por la mañana, el de salir por la tarde; también el de “tomar el té”, y el de gala para la cena. Los trajes de baile, de Corte y de luto se añadían a esta colección. La moda actual, por el contrario, busca un vestuario que sirva para usos múltiples: se hace énfasis en conjuntos de piezas intercambiables que, con el cambio de accesorios, pueda servir a una mujer para ir a una reunión de trabajo en la mañana, almorzar con sus amigas, asistir a una actividad en el colegio de sus hijos por la tarde, y acompañar a su esposo a una cena. Por supuesto, también es posible adquirir vestidos apropiados para la mañana, ropa más formal como para asistir a un cocktail, y vestidos de noche. Pero la exigencia de un vestuario específico para cada ocasión se ha flexibilizado hasta tal punto que incluso en las actividades sociales más relevantes es fácil encontrar tipos de vestuarios muy variados. Esto habría sido imperdonable en otras épocas.
La mujer tiene posibilidad de escoger entre muchas maneras de vestir (un tema distinto es si en la vida real puede adquirir las prendas que desearía), y de alguna forma, crear su propia moda; puede escoger práctica-mente lo que quiera. Por otra parte, ha desaparecido (al menos en gran parte) el elemento que podríamos llamar “vanidad de clase”, porque en principio no es fácil ya ubicar en la escala social a una persona por su vestido. Las imitaciones de los productos de las grandes marcas son cada vez más perfectas; con un presupuesto limitado y una serie de decisiones inteligentes, una mujer se puede presentar con tanta elegancia como quien tiene la posibilidad de encargar los modelos de Alta Costura ($15,000), pagar accesorios sumamente caros (carteras, $5,000), zapatos ($1,000, etc).
Tal vez podríamos decir que en este campo estamos en el punto opuesto de lo que pretendían las Leyes Suntuarias –no tanto al tratar de moderar los gastos, cuanto al tratar de marcar un rígido código de vestuario para cada clase–, y esto es sin duda un signo de avance social: realmente no tiene sentido (como no sea halagar el “ego” de algunos) tratar de impedir que quienes no cuentan con una situación económica privilegiada se vistan igual que quienes sí la tienen, o al menos traten de vestirse en forma parecida.
1.3 Profesionalización: Este gran desarrollo ha traído consigo también un incremento del recono-cimiento de todos los posibles puestos de trabajo dentro de la industria de la moda como pertenecientes a un conglomerado laboral prestigioso. Los diseñadores, desde el nacimiento de la Alta Costura, han gozado de prestigio; en la actualidad han surgido innumerables posiciones relacionadas: fotógrafos de moda, modelos, cosmetólogos, editores de revistas de moda, columnistas sobre temas de moda, conservadores en museos de textiles, ilustradores de imágenes de moda, diseñadores de vitrinas, encargados
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