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La Pianista


Enviado por   •  26 de Noviembre de 2012  •  4.060 Palabras (17 Páginas)  •  374 Visitas

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Despertó con un terrible cansancio, la noche anterior había tenido insomnio. Su nombre era Luis, su vida era como un típico libro cotidiano de tragedia y desesperanza. Su edad era anónima a su vida, sus diecisiete años no se comparaban a todo lo que sus ojos habían visto: cinco funerales, una gran cantidad de problemas familiares, problemas emocionales, violencia en la escuela, violencia en su colonia, violencia en la familia. Y aun así con los resabios del insomnio tenia en su cabeza la imagen fúnebre y horrible de una pesadilla, se levantó de la cama, sus ojos con querían ver el reloj, el mismo ya sabía que era muy tarde para despertase. Prefirió mirar detalladamente el calendario y tachó otro día: jueves 12 de julio 2012. Entró al baño y se miró en el espejo. Pasaron alrededor de veinte minutos, y se preguntó:

— ¿Qué hago aquí?—. Y sus lágrimas empezaron a salir.

Después se sentó en su silla, pozo sus dos brazos en el escritorio, encendió la computadora y empezó a estudiar para su examen extraordinario de Matemáticas. Tres horas pasaron, luego fue a comer. Regreso al escritorio y cuando quiso volver a estudiar le fue muy difícil por los gritos y quejas que venían de afuera del cuarto. Había dos personas que se gritaban a muerte con un odio sorprendente y desgraciadamente había un pequeño bebe en medio de la discusión. Pero eso a Luis no le afectaba. Ya estaba tan acostumbrado a las peleas, a los gritos, a las amenazas de muerte y a la violencia. El ruido era el total ambiente de esa casa, aunque él amaba al silencio, soportaba el peor de los ruidos.

Ambas personas eran sus familiares, discutían por algo que era ya rutinario. Una de ellas era su tía que era dueña de la casa y la otra persona era su prima, una mujer con severos problemas psicológicos. La discusión era la misma de siempre, la tía se quejaba con una voz destrozada, siempre argumentaba que nadie le ayudaba, siempre decía: —Yo cargo con todos los problemas de la casa ¡nadie me ayuda! Y comenzaba a llorar y agitarse en su respiración, aunque tampoco le favorecía que fuera neurótica y siempre terminaba por caer al día siguiente en la cama con alta presión. Pero la prima no se quedaba a tras: —Pero madre, nunca me ayudas, todo se lo das a mi hermano que siempre ha sido tu consentido. Le das todo. Le pones mas atención a el que a mi, siempre ha sido así y no es justo ahora mas que nunca no me ayudas, ¡estoy a doce días de tener a mi segundo hijo y no me ayudas con este niño gritón travieso! Y bueno para hacer esto un caos aun mas grave, cuando ambas se gritaban y ni siquiera se escuchaban la una ala otra y el pobre niño lloraba con un llanto de miedo e inocencia para sus once meses y dos semas de nacido. Antes de que el niño naciera los problemas eran fuertes y cuando el niño nació, los problemas empeoraron. El pobre niño heredo el carácter de ambos padres, era travieso, aventaba sus juguetes, gritaba intentando hablar, pero cuando algo no le parecía lloraba y se quejaba con una furia, tenia una mirada de resentimiento igual a la de su madre. Claro el no tenia la culpa, con tan solo mese de nacido y ni su abuela, ni sus padres le ponía al suficiente atención. Tal vez por eso era así de travieso para llamar la atención, pero los últimos dos meses y comenzó a llorar mas de lo normal, tal vez presentía del otro niño, que nacería en la misma semana que el primero. Era algo molesto escuchar llorar al niño muy temprano, que si tiene hambre, que si le duele la cabeza, que si se quiere dormir, que si solo quiere llamar la atención. Ninguna de las dos lo sabia atender y peor aun le tenían paciencia, la madre lo golpeaba para que se callara, la abuela le gritaba apara que se callara, ambas lo trataban mal. Pero bueno no todo esta mal, también jugaban con el, pero lo consentían demasiado, y nunca se ponían en su lugar. Nunca pensaban si el niño se sentía desplazado por su próximo hermano. Además de todo los problemas, el padre no vivía en la mis casa, el tenia la suya y lo visitaba cada que podía. Lo que hacia que el enojo de la dueña de la casa aumentara, pues ni un solo centavo aportaba a los cuidados del niño.

Mese y meses soportando, gritos, peles, el llanto del pobre niño. Cuando se acercaba la fecha de poner caras felices y entrar al juego de la apariencias y de festejar el 24, 25 de diciembre y 1 de enero. Luis noto que a su mascota, un perro que había llevado una vida difícil, un perro que solo era apreciado por Luis, le vino una enfermedad que casi lo deja sin vida. Pero afortunadamente una herencia pudo salvar a esa dulce y tierna mascota. Se gastaron alrededor de 11,230 pesos, pero valió la pena el gasto, El perro estaba sano y salvo, se le dieron unos cuidados muy estrictos, una deficiencia pre renal en el perro hizo a Luis pensar en la responsabilidad sobre una vida, lo que conlleva a los cuidados y al amor. Al amor algo que no conocía. El perro siempre había sido agresivo y más con los niños pequeños, ya había un pequeño problema que Luis sabia pero del que no había pesando detenidamente. Cuando comenzara a caminar el niño, Luis no quería que el perro y el niño se vieran las caras y pasara una tragedia. Así que comento a toda la familia de ese riesgo, y el decidió que se debía de poner una pequeña puerta entre el patio y el pasillo, pero nadie quiso poner dinero. Y la puerta no se puso. Lo que dejo a Luis con una gran preocupación, mientras él estudiaba y el niño caminaba, pasos pequeños y el perro se daba cuenta de un nuevo habitante en la casa, el peligro aumentaba mas y mas y los problemas también, las mismas discusiones, discusiones con su madre, los problemas ajenos de su prima, de su tía, de su primo, y de la preocupación de su futuro, su escuela y el perro. Y algo aun peor estaba por pasar, algo que toco el corazón de Luis y lo hizo reflexionar por primera vez en su vida sobre la superioridad del ser humano. Se dio cuenta que nadie quería de la familia quería al perro, todos lo veían como una molestia, se creían superiores, lo golpeaban peor para que se callara, muchas veces a espaldas de Luis, y frente a él, pero nunca decía nada, estaba obligado a respetar las decisiones de la dueña de la casa. Luis era tímido, inseguro, había desperdiciado todo un año escolar por un sueño estúpido. El clima en su casa no era el mejor. Pero no era escusa, tampoco la situación del país. Luis se sentía decaído, sin fuerzas, sumergido en una vida cotidiana, en una mar de soledad y completa desesperanza, con un dolor fuerte en su corazón, con una tristeza abrumadora, sin deseos de vivir en esa casa, con el sueño lejano de escapar, pero aquel sueño se veía interrumpido por la presencia de su perro, no quería dejarlo solo, y lo dejaba solo ellos eran capaces de echarlo a la calle o matarlo o quien sabe de que eran capaces con tal de deshacerse de

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