La Pornografia Y La Publicidad
anabelldumithn9 de Octubre de 2011
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LA PORNOGRAFIA Y LA PUBLICIDAD
La dicotomía parece haberse planteado con total firmeza: valores y creencias familiares por un lado, y mensajes sexuales provenientes de los medios de comunicación, por el otro.
En la actualidad los padres son conscientes de que estos causan un enorme impacto en el desarrollo sexual de los niños. Pero lamentablemente, las creencias y costumbres que recorren, sobre todo, la televisión con su gran poder persuasivo, no siempre son éticas.
Hay situaciones que los adultos pueden diferenciar como fantasía porque tienen capacidad de discernir entre la ficción y la realidad, pero que confunden a los niños de diez años o menos y plantan las semillas de poderosos sistemas de creencias que pueden perjudicar luego, sus relaciones adultas.
Desde las series de televisión, las telenovelas, los programas cómicos, las propagandas con sus avances sin respeto por horarios de protección al menor, el internet, la prensa etc. Se explota la sexualidad sin ningún reparo, es más, la muestra asociada a la burla, la grosería, la falta de respeto, y la violencia.
En casi todos los hogares hay un aparato de TV, o un ordenador cuya pantalla ilumina los ojos y la mente de las personas y, tal vez, las induzca a tomar sus decisiones a diario. Si aceptamos que la TV enseña, podemos preguntamos ¿qué les está enseñando a mis hijos?
Los medios pueden ser un amigo notable y entretenido, de hecho, no todo en ellos es malo. Hay buenos documentales y programas para la familia que suelen tocar temas delicados como el embarazo en los adolescentes, el Sida, las relaciones humanas en general. Pero es indudable, que en su mayoría, transmite mensajes que promueven la violencia, una sexualidad explícita carente de valores como el amor y el respeto por las personas. Así, enseña que la sexualidad es algo de lo que podemos burlarnos y tomar a la ligera y poquísimas veces se ven situaciones de compromiso responsable que permitan asociar a la sexualidad como una parte integral de la personalidad que comporta valores trascendentes.
Tal vez, lo que deberíamos hacer -cuando los niños ya son más grandes- es utilizar esos programas televisivos como motivos disparadores de diálogo que deje por sentado cuáles son las creencias familiares respecto al tema, qué es lo que desde la familia se rescata como positivo y qué cosas vulgarizan, o perjudican a las personas.
Sin duda, estos momentos son propicios para expresarles opiniones y conceptos sobre temas importantes como las drogas, el alcohol y el sexo, teniendo siempre en cuenta que las acciones de los progenitores, dirán mucho más que las palabras.
Es importante que los chicos puedan comprender que una censura bien intencionada por parte de sus padres no es una muestra de autoritarismo, sino que es una manera de protegerlos de lo que ellos consideran una influencia nociva. Explicarles que así como no se relacionan con cualquiera, no dejan entrar a su casa a cualquiera, la televisión también es una puerta abierta al mundo, y ellos deben decidir qué cosas dejan ingresar y cuáles no.
Pero antes de que ellos se formen este juicio crítico, deben ser contenidos y educados por sus padres que sí tienen la responsabilidad y el criterio adecuado de decidir qué es lo que les conviene y explicárselo a los niños, mediante un diálogo sereno y sincero que logre llegar a la comprensión y al sentimiento.
Una vez más, la responsabilidad educadora de los padres es fundamental, ya que deben saber certeramente lo que ven sus hijos, cuánto tiempo y cómo les repercute en su psiquis y en su corazón.
A continuación iremos constatando todo esto a través de un recorrido por los diferentes medios de comunicación.
LA PORNOGRAFIA Y LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN
LA PORNOGRAFÍA
Se define la pornografía como la característica de los escritos u obras que contienen párrafos incitadores al erotismo provocando en el lector o contemplador deseos e instándolo a una acción.
Pero es muy difícil establecer el matiz que separa lo erótico de lo pornográfico. Parece que es en la intención donde radica el problema.
En la pornografía del vídeo o cine, los cuerpos permanecen intactos, pese a los latigazos; las voces femeninas se acallan con la música de fondo; el dolor y la violencia no se perciben. El único fin es excitar.
Todo gira en torno a la erección y eyaculación, únicos fenómenos que dotan al hombre de su identidad viril. El coito les recuerda que tienen el poder.
Ante este falo, la mujer debe permanecer eternamente accesible. Cualquier gesto de desagrado, repulsión o dolor debe ser borrado de la pantalla.
El sabor que de todo esto queda, es que la mujer "desea" ser violada y maltratada.
El Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales denunció en fecha todavía reciente, “el alarmante fenómeno de la creciente difusión de la pornografía y la generalización de la violencia en los medios de comunicación social en estos últimos años”. Lo hace en un documento-respuesta cuya oportunidad esta fuera de duda.
Se trata de demostrar hasta qué niveles imperceptibles los tres elementos del fenómeno-pornografía, generalización de la violencia y medios de comunicación social- actúan entre sí como catalizadores del mismo: cómo de manera espontánea convergen acrecentando sus particulares efectos.
Escribir, mostrar, insinuar de cualquier modo lo que fomenta la prostitución -por antomasia: “la acción y efecto de exponer públicamente a todo género de torpeza y sensualidad”-, eso es la pornografía.
Desde que la criatura humana perdió el estado de justicia original, y con él la integridad del sentir, conocer y actuar, la condición sexual de la pareja tiende a reducirse al mero placer sensible, sencillamente, porque la sensación es lo primero y simple, dado ahí, sin más, por nuestra condición corpórea. Cuando así sucede, se producen tres consecuencias inevitables.
1-. La pareja deja de ser pareja: Hombre y mujer dejan de relacionarse en el sentido más eminentemente personal de la acción para convertirse en cosa, mejor dicho, en objeto capaz de suscitar y satisfacer (no siempre) el apetito sensible. La relación se convierte en reacción -algo más propio de la naturaleza material que de la racional que caracteriza a la persona -.
2-. Confusión sobre el significado y alcance de la sexualidad: En castellano, “sexo” significa, desde el Diccionario de Autoridades (1737) a la última edición del de la Real Academia (1984), lo que naturalmente distingue a los individuos de una especie en orden a la reproducción. Utilizar el término (tercera acepción) para denominar los órganos correspondientes, no sólo no modifica, sino que precisa su propio significado. Cuando Gómez de Tejada, una de las autoridades del Diccionario, dice en el León prodigioso aquello de “... a quien la ignorancia consagró templos, erigió altares, abrasó aromas, mudó sexos”, lo dice todo. Es menester ser muy precisos y parcos al hablar o escribir sobre las ahora llamadas “relaciones sexuales”, “educación sexual”, y similares. Por mi parte he decidido evitar tales expresiones en los dictámenes facultativos y los informes forenses. Se invita a los padres a que multipliquen sus esfuerzos en orden a una completa formación moral. La cual supone una educación en favor de una actitud sana hacia la sexualidad humana, La pornografía, además, cuestiona el carácter familiar de la sexualidad humana auténtica”.
3-. Placer sensible, Material, y Comerciable: El objetivo de los productores es servir al cliente: el “cliente” es la cadena. Rara vez las ideas para la confección de un serial (revista, cine, TV, vídeo) proceden de “puntos” ajenos a la industria. Anunciable, con diversificación de objetivos. Público y publicable. Negocio, dinero, poder que, como la culinaria pescadilla, se muerde la cola ¿Qué mejor medio que los mass-media? Volveremos enseguida sobre los “medios”.
La industria pornográfica ha mostrado una sexualidad sin límites. ¿Realidad o fantasía? Por otra parte, es habitual entrar en un local de copas gay y encontrar una pantalla de video con una secuencia porno. El porno también fue rápido de reacción ante el lacra del siglo XX. Inmediatamente pasó a ser obligado el uso de preservativo en todas las relaciones sexuales de sus actores. La tranquilidad que el primer mundo tiene al respecto, está provocando tímidamente, el desuso de esta práctica.
Aproximadamente en un 50% de las películas comerciales, la sexualidad explícita y deformada aparece como tema exclusivo.
El cine rojo por carecer de un hilo narrativo, presenta solo anécdotas insulsas al servicio del sexo por el sexo con el único objetivo de que sus cautivos espectadores descarguen sus ansiedades e instintos en tal diversión.
Lo más doloroso es que sea el cuerpo de la mujer, el objeto ideal para exponerlo y gozarlo con la mente y en la mayoría de los casos apoyados en la violación.
LA CRONICAS AMARILLAS
Dentro de la prensa merece especial mención como divulgación de violencia contra la mujer, la crónica amarilla cuyo escrito deja entrever todas las formas de dominio de un género sobre el otro: asesinatos, dramas pasionales, maltrato doméstico y delitos sexuales.
El sensacionalismo gráfico y titular en un 90% está compuesto por fotografías de personas violentamente muertas, cuyos cuerpos mutilados demuestran, de manera extrema,
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