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La importancia del Lenguaje en la Sociedad y las Comunicaciones


Enviado por   •  26 de Septiembre de 2016  •  Trabajo  •  3.333 Palabras (14 Páginas)  •  384 Visitas

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Alumno: Selene Nohemí Ferrer Linares.

Asignatura: Introducción al estudio del Lenguaje.

Asesor: Rosa Laura Hernández Hernández.

Trabajo final: La importancia del Lenguaje en la Sociedad y las Comunicaciones.

Grupo: 9324.

Licenciatura: Ciencias de la Comunicación

UNAM, FCPyS, SUAyED.

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Índice.

1. El Lenguaje: Creación y Creador social

1.1. Un “Ente” maleable.

2. Conversación= Relación.

2.1. Lenguaje y Comunicación.

Conclusión.

Bibliografía.

El Lenguaje: Creación y Creador Social.

El lenguaje es el creador de nuestra identidad, ¿dónde está nuestra identidad?, en el pensamiento, así que me atrevo a llamar al Lenguaje como el cuerpo del pensamiento y nuestra forma de hablar (idioma, estilo, matices, etc.), el ropaje que lo reviste. En el lenguaje se halla todo lo que representamos, el mundo que nos rodea y por supuesto, nuestro lenguaje nos representa. Ponerse a pensar en un mundo carente de lenguaje es inasequible, ¿cómo concebir un mundo sin comunicación?, imaginar de qué forma se habría creado la interacción entre seres humanos, la realización de un entorno accesible o el conocimiento, se antoja imposible. Cito a la Lingüista Kristeva Julia (1988):

“A menudo se ha planteado la cuestión de saber si existe un lenguaje sin                            pensamiento y un pensamiento sin lenguaje. Al margen de que el discurso mudo incluso     (el «pensamiento» mudo) recurre en su laberinto a la red del lenguaje y no podría ser sin ello. Parece imposible, hoy en día, sin abandonar el terreno del materialismo, afirmar la existencia de un pensamiento extralingüístico”

Es estimable y observable a qué horizonte nos arroja el lenguaje, sin embargo, ignoramos qué lo ha originado exactamente. Tras tantos años de estudio, los especialistas no han conseguido definir con precisión cuándo ni cómo se creó: algunos proponen que se trata de una consecuencia de nuestra condición de seres sociales la que nos orilló a inventar un sistema de comunicación, otros, como el lingüista Noam Chomsky (1973), propone que se debe a características propias del cerebro humano que desarrollan tales capacidades –teoría “innatista”[1], que durante los primeros años de vida, se van mejorando hasta sofisticarse dentro del complejo sistema de lenguaje de cada lengua.

No pretendo hipostasiar ninguna postura, pero es innegable que es la característica principal que nos distingue de los demás animales y que el ser humano como lo es el día de hoy, se debe al lenguaje.

A lo largo de estas breves páginas, me propondré a explicar cómo es que esta herramienta de comunicación tan compleja y diversa, ha jugado un papel tan importante en nuestro mundo y con nuestra raza, evolucionando al ritmo en que la sociedad lo hace, adaptándose a los nuevos sistemas de comunicación y a las nuevas generaciones de individuos.  

1.1 Un “Ente” maleable.

En términos reales y específicos, México se ha enfrentado a la imposición de otro lenguaje por nuestros saqueadores[2], situación que ha dejado un remanente del Náhuatl, aunado a los cambios diacrónicos de las palabras por nosotros mismos y la influencia de otros países. Después de esta mención, queda lugar para pensar que el español, como muchas otras lenguas,  es como el agua que “toma la forma del recipiente que la contiene”, en este caso, de la cultura donde se le practique y la cultura va cambiando.

Es necesario reconocer que la forma de hablar a través de los años, no es la misma: el lenguaje del siglo XV al siglo XXI, ha cambiado sustancialmente. Es una obviedad, sin embargo, no somos tan conscientes de ello. Incluso en la escritura más ornamental de nuestra época, no se observan los mismos elementos lexicales de hace algunos siglos, un ejemplo de épocas pasadas es  el texto dramatúrgico “El Rey Lear” de William Shakespeare (1605, pp. 60), extraigo este fragmento[3]:

          “EL INTENDENTE.- ¿Por qué me tratas con tanto despego? No te conozco.

EL CONDE DE KENT.-Yo a ti, mucho.

EL INTENDENTE.- ¿Y cómo me conoces?

EL CONDE DE KENT.-Como a un bribón, cobarde, necio, de baja estirpe, hijo del oprobio, vil solicitante, vago, miserable esclavo que hace de perro para suplantar al hijo de la casa. En tu persona se reúnen un pícaro, un miserable, un cobarde a quien daré de palos si niegas uno solo de los epítetos que acabo de darte”

Lo que cabe destacar de lo antes dicho, es que el Lenguaje posee una propiedad de adaptación única; al ser ubicuo, los hablantes lo vamos modificando de acuerdo a cómo lo utilicemos, cómo lo aprendemos y con qué frecuencia empleemos alguna de las palabras del amplio catálogo de éstas. No sólo eso, también se ve afectado por la influencia de otras culturas y del mal uso que se le dé en la cultura donde se le hable. Los puntos referidos se traducen a modificaciones diversas como a barbarismos, neologismos, adaptaciones al hablante por parte de la Real Academia Española (como la eliminación de la tilde diacrítica en la “O”)[4], pérdida y desuso de algunas palabras, etc. Podríamos puntualizar, con base en el texto de Alberto Espejo[5], que el lenguaje sufre cambios por factores, sociales, biológicos, históricos, lingüísticos, psicológicos y de contacto con otras culturas.

Las alteraciones constantes que sufren las diferentes lenguas a lo largo y ancho del mundo humano, son una consecuencia necesaria, y muchas veces negativa, de la evolución y la utilización. Actualmente, con la inmersión o invasión de la tecnología, el lenguaje ha registrado un cambio abrupto, gracias a que con estos medios tan accesibles como el internet, mantenemos contacto con otras culturas y en un intento (fallido) por adoptar algunos elementos como significantes, conceptos o acepciones, caemos en una diglosia deformante que empobrece el lenguaje modificado.

No todo el panorama es adverso. Las mismas influencias de los propios hablantes de una lengua, aunque con una ejemplificación escueta, como la  española, resultan interesantes. Evoco algunas adaptaciones a palabras que sustituyen enunciados, por ejemplo: ¡Siguiente!, o enunciados que sustituyen palabras, como: Huele de noche[6], por mencionar algunos. Lo podemos trasladar a un concepto de modificar los significantes en el lenguaje para diversificarlo aún más y apropiarse a la evolución cultural. Una palabra puede tomar contextos diferentes en una misma cultura, a través del tiempo.

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