La necesidad de formar literacidad crítica

La necesidad de formar literacidad crítica

La lectura y la escritura como acto cognitivo forman parte del ser humano desde el momento en que percibe y asocia su entorno a la posibilidad de comunicarse a través de ellas (Mora, 2012). En el transcurso del tiempo, las teorías construidas para explicar dichos actos se han configurado a partir de componentes básicos que intervienen en ambos procesos: el autor (escritor), el lector, el texto, el contexto y los mediadores de dichos procesos que pueden incluir a maestros, padres de familia, pares o condiscípulos, entre otros (Tejada y Vargas, 2011).  Por otro lado, la aceptación de que existen varios grados de lectura planteados por Gray y retomadas por Alderson^[1] (citados por Cassany, 2008) se refieren a leer las líneas como la comprensión literal de las palabras, leer entre líneas como la capacidad de recuperar los implícitos y leer detrás de las líneas como la capacidad de comprender qué se presente conseguir con el texto, por qué se escribió, con qué otros discursos se relaciona (contexto, comunidad) y a poder articular una opinión personal respecto a las ideas que expone, con argumentos coincidentes o no (Ibid.). Esa abstracción mental de crear una opinión implica que el lector comprende la “ideología como el posicionamiento que hace un autor en su texto sobre cualquier cuestión” (Cassany y Castellà, 2011, p.353), lo que lleva a definir en ese momento a la lectura como lectura crítica.  Esa lectura y escritura de ideologías se debe conceptualizar como literacidad y crítica y se aplica a todo lo que se denomina artefactos letrados según Barton y Tusting^[2] (citados por Cassany, s.f), como ejemplos de artefactos se puede citar el chatear de las redes sociales, el envío de mensajes de texto, vallas publicitarias, consulta de libros, papeles, tomar notas en el aula, etc. cuyo rango de acción no sólo se centra en lo local sino a nivel global. Ante tal bagaje de textos lo razonable es formar a una ciudadanía que tenga habilidades críticas de lectura, escritura y pensamiento.

 COMUNIDAD Y PRACTICAS DISCURSIVAS SU RETÓRICA PRÁCTICAS LECTORAS

Porque  en primer lugar, cada uno de los artefactos letrados a los cuales recurrimos en diferentes circunstancias y diferentes momentos en la vida cotidiana constituyen prácticas letradas, ellas son un tipo de lectura y escritura particular que están inscritas en una comunidad. Por lo cual se debe considerar la situación del discurso de cada una, es decir, su autor o autores y las circunstancias o momento que rodean al momento de escribirlos, lo cual explica su ideología.

 “Por ideología entendemos no solo el propósito o la opción política del autor del texto, sino del conjunto de representaciones sociales que configuran una cultura (el conocimiento, los valores y las actitudes que comparten los miembros de una comunidad) y que se insertan inevitablemente en cualquier discurso producido en la misma y para la misma” (Cassany y Castellà, 2011, p.369).

Lo que nos da a entender que todo discurso consta de contenido e ideología y leer implica comprender ambos. A su vez, estos significados se originan en una comunidad a la cual pertenece el autor y probablemente el lector, los cuales desarrollan una perspectiva de su entorno, de allí surgen sus significados y sus propias prácticas discursivas, su retórica particular. Como cada comunidad está conformada por varios miembros, las prácticas sociales de cada uno de ellos, en este caso las comunicativas, habladas y escritas, y sus interacciones en el tiempo conforman su propia retórica. Para tener certeza de que lo leído y la intención de significar del autor sea la misma se debe considerar el tener conocimientos interculturales, de sus significados y sus prácticas retóricas.  Si a lo anterior, consideramos que el lector añade su perspectiva, tendremos como resultado la diversidad de interpretación que puede generar un mismo texto (Cassany, 2008). Este conjunto de precepciones acerca de la lectura-escritura está gestada desde enfoque sociocultural, que adopta una visión más completa de ellas porque incluye lo lingüístico, lo cognitivo y lo social.

En segundo lugar, ante una o varias comunidades letradas con prácticas culturales tan diversas, nadie puede decir que conoce y domina todo. En consecuencia, todos somos analfabetos en alguna por lo tanto aprender a leer implica leer el texto que aportan estos artefactos letrados y también aprender a usarlos en las circunstancias pertinentes. Más aún, si consideramos los cambios veloces y radicales a los cuáles está sometido nuestra actualidad, especialmente en relación a avances y desarrollo tecnológicos, que generan nuevas y muy variadas formas de transmisión y recepción de escritos (Op. cit.). Por ejemplo, la telefonía celular, las presentaciones visuales en congresos y seminarios y otros; alguno de ellos inclusive con características de multimodalidad que significa que aparte del uso dedicado a la escritura, el mismo puede representar y transmitir otro tipo información como ser: fotografías, videos, música, etcétera.

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