La necesidad de que la política se apegue a la ética

La necesidad de que la política se apegue a la ética

Es imposible pensar en un político hoy en día que sea completamente fiel a los principios éticos que no solo están presentes en su mera actividad profesional, sino que forman parte también de un todo social. Así como en los políticos, los ciudadanos ven el fiel reflejo de su confianza perpetrado en ellos, mirándose y sabiéndose electores de tal o cual candidato, gobernador y presidente. El problema viene cuando e (Vázquez, 2004)s más que notoria la falta de compromiso a favor del pueblo. El siguiente texto tiene como objetivo analizar por qué se necesita que el líder político haga valer su poder autoritario y de toma de decisiones apegado a la ética, y las consecuencias causadas por seguir una conducta contraria a la anteriormente explicada.

La licenciada Angélica Vázquez, coordinadora del Consejo Mexicano de Reivindicación Penal, es una experta en la descripción y el análisis de la corrupción, pues ha pasado más de 20 años tratando con distintos ex políticos y trabajadores de todas las latitudes del Estado mexicano que cometen los actos de delincuencia relacionados con esta particular falta de ética comunitaria. “El político debe ser fiel a su vocación, pues en ella se encuentra el valor de un pueblo representado solemnemente” (Vázquez, 42); siempre que el líder o mandatario encuentra como primordial, o más importante, la preferencia que se le da al beneficio individual, más que al óptimo desempeño de la sociedad en general, hay un problema: Quien tiene una labor de servicio público debe comprometerse completamente a la labor social, y abandonar por completo los ideales individualistas a los que están sometidos profesionistas de diferentes niveles o áreas. Cuando este compromiso está ligado a una falta de valores éticos, simplemente se le da inicio a un sistema corrompido, estancado, y sobre todo, sin una adecuada distribución de los recursos.

“Hasta los delincuentes de calaña más baja ven en la corrupción una solución fácil y rápida ante el persistente estado de miseria del país; es decir, no es cosa exclusiva de los funcionarios públicos. Sin embargo, es de mayor importancia cuando estos personajes actúan a favor de su propio beneficio” (Vázquez, 50).  Continuando con este razonamiento, es preciso comentar también que el mexicano, aún en las jerarquías más bajas y dentro de las clases sociales más miserables, paupérrimas y de peores condiciones económicas y productivas, halla en la práctica de la corrupción, como dijo la Lic. Vázquez, una salida “fácil” a un problema existencia dentro de su contexto como ciudadano: la pobreza. Es aquí cuando se cuestiona la capacidad del político, pues de acuerdo a los estatutos de la máxima ley vigente en el país, La Carta Magna, cualquier individuo que cuente con facultades meramente adquiridas con el solo hecho de habitar dentro del territorio nacional y haber alcanzado cierta edad, tienen las cualidades o incluso la “preparación” para fungir como funcionario público. Difícilmente una persona con bajos recursos pueda considerar a la distribución de la riqueza a como lo haría un estudiante de alto grado escolar que considere como primer objetivo el buen funcionamiento social, pues este último contaría, (o debería contar) con un grado inmejorable de ética ciudadana.

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