La paz Darcy Camila Barreto Quintero
Enviado por Camila Barreto Quintero • 13 de Abril de 2018 • Trabajo • 1.485 Palabras (6 Páginas) • 105 Visitas
Universidad de la Sabana
Competencias Idiomáticas Básicas
Darcy Camila Barreto Quintero
La paz en Colombia
¿Los colombianos saben qué es la paz? Esta pregunta es formulada a diario por los habitantes de un país que paradójicamente según la Encuesta Anual Global, encargada de analizar los índices de felicidad en el mundo, Colombia ocupa el segundo lugar entre los países encuestados. (Esta información fue publicada por Gallup International). No obstante solo basta con dar un vistazo al marco histórico de nuestro país, para conocer y entender los antecedentes que de algún modo nos invitan a reflexionar de manera profunda y realista; en entender que la paz más que una forma de vida ideal, o una palabra bonita, es una decisión personal que trasciende el ámbito social, cultural, religioso, político y educativo.
Desde esta perspectiva es importante resaltar que la felicidad es un sentimiento asociado al bienestar integral de los seres humanos y al gozo pleno de los derechos que como individuos obtenemos desde el momento de la concepción, desde este punto de vista se podría cuestionar de manera critica el hecho de interpretar la felicidad de los colombianos como un asunto aislado de la realidad contextual e histórica. Cabe destacar que han existido diversos sucesos en nuestro país que han acabado con la tranquilidad de la población; hechos como la colonización española, el frente nacional, el Bogotazo, el narcotráfico y la toma del palacio de justicia (entre otros), dieron origen a las guerrillas, los grupos paramilitares y los demás grupos al margen de la ley, los cuales independientemente de sus diferencias ideológicas confluían en pretender transformar este hermoso país, contado entre los más desiguales del mundo, en un país donde se respetaran los derechos humanos y se promoviera el principio de igualdad de condiciones para todos sus habitantes, en donde las ideas políticas fueran la esperanza de los colombianos; pero luego ese espíritu se corrompió y solo esperan llegar al poder para obtener dinero, influir en los medios de comunicación y ejercer dominio sobre una sociedad democrática y capitalista, en donde los poderosos son los que manejan a los políticos y deciden la suerte del país. Basados en esta realidad que se ha pretendido plasmar en estas cortas líneas, ¿podríamos asegurar que estamos a punto de lograr la paz? .
Rigoberta Menchú dice “la paz no es solamente la ausencia de la guerra; mientras haya pobreza, racismo, discriminación y exclusión difícilmente podremos alcanzar un mundo en paz, y es cierto, cuando hablamos de paz pensamos en un mundo sin guerra, pero en realidad debería ser sin ningún tipo de violencia ni desigualdad” no podemos pensar de manera ingenua que si las FARC se acaban, también se acaba la guerra; ciertamente estamos frente a una utopía, que si bien nos permite soñar, también nos invita a hacerlo de manera realista, revisando, cuestionando y socializando la historia a las nuevas generaciones, con el fin de no repetir errores. En consecuencia se requiere de un proceso educativo bien definido, el cual promueva la ejecución de pequeños esfuerzos que como individuos podemos hacer para erradicar todo tipo de violencia y desigualdad.
Según el informe del Grupo de Memoria Histórica, entre 1958 y 2012 la violencia generó 220.000 muertes, de las cuales el 80% eran civiles. Por otro lado, según Acnur (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados), en Colombia el número de desplazados por la violencia llega a cuatro millones de personas, mientras que según el Codhes (Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento) los desplazados suman más de cinco millones de personas. Estos datos muestran claramente que la violencia es real y perdura, ¿cuál es la solución que plantean nuestros gobernantes ante esta situación? No he visto una respuesta clara de estos, prometen tratados de paz que nunca llegan a consolidarse. Los aspirantes al poder solo quieren votos, cuando logran su cometido olvidan que la paz es un proceso largo y quieren conseguirla en muy poco tiempo, por eso no creo en las promesas de un hombre hasta que veo la fuerza de sus palabras cuando lo veo actuar concordancia con ellas.
Cecilia López Montaño y Nicolás Cueter afirman en un artículo del tiempo “desde 1982, Colombia ha tratado de negociar siete acuerdos de paz, y en el transcurso de 34 años hemos fallado seis veces. Un récord que muestra que gran parte del éxito de hoy se debe a que el presidente Santos recogió importantes lecciones de sus antecesores. Sí, era clave saber cuándo sentarse con las Farc, pero más importante, y uno de los grandes méritos de Santos, era reconocer que la construcción de la paz es una obra histórica y no personal, y que por ello se sentó a esa mesa de negociación con la historia de nuestros fallidos procesos en la mano”. La intención no es criticar al presidente una vez más, al contrario, es resaltar que alguien fervientemente aseguró la paz, y aunque no la consiguió, si este acuerdo se lleva a cabo, no debemos olvidar que el pueblo en el plebiscito dijo “no”, aunque fue un umbral muy pequeño, esta no es excusa para ignorar lo evidente, el pueblo no estaba de acuerdo y la ley según Gallo es “lo que el pueblo manda y establece”, las leyes deben obedecer a este principio, de lo contrario se estaría frente a una tiranía, según estos hechos planteados ¿qué diferencia a Colombia de una tiranía? Este interrogante es muy grande para una persona que apenas conoce el mundo y pretende entender la política, pero el amor por mi patria me lleva a cuestionarme de esta manera y no solo cuestionarme sino evidenciar aspectos que para ningún colombiano deberían ser ajenos.
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