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La vida de Gustavo


Enviado por   •  30 de Marzo de 2014  •  Ensayo  •  925 Palabras (4 Páginas)  •  204 Visitas

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Pasaje

Hace unos meses Gustavo se mudó solo a un departamento de soltero en un apacible edificio miraflorino. Pronto conoció a Elvira, la vecina del piso de abajo, con quien hubo una inmediata atracción. A pesar de que ambos preferían ser solo amigos, una noche en que cada uno regresaba de madrugada de alguna fiesta, pudo más el licor y la atracción natural hace el otro y terminaron en el departamento de Gustavo. A partir del día siguiente, por más que intentaron disimularlo, su relación cambió drásticamente y ninguno sabía cómo manejar la situación. Él la quería evitar a toda costa; ella se moría un poco cada día por verlo.

Texto

Piso 8

Elvira era la vecina de Gustavo, quien se había mudado, a su edificio hace no más de un año. Ella era una mujer de muchos atractivos intelectuales, pero los físicos eran imposibles de ignorar. Esbelta y de cabellos morenos, de ojos como lunas y una sonrisa misteriosa. Él era un amante de su soledad, de los libros, del café y de la noche. Ojos color negro, piel como la leche, alto como un rascacielos. Cada vez que se encontraban al salir, al entrar, de supuesta casualidad, se percibía una atracción magnética entre ellos. Sin embargo, ambos preferían ser solamente amigos.

Un viernes Elvira decidió salir con un grupo de amigas de la oficina y Gustavo con amigos de la universidad que hace mucho no veía. Ambos tuvieron una gran noche y al llegar se dieron una grata sorpresa al verse, caminando hacia el ascensor. Se saludaron con un cordial beso, y esperaron en silencio a que llegará el elevador. Elvira estaba nerviosa, había tomado una que otra copa de más, y en ese momento rebeldes deseos afloraban. Gustavo había bebido más de lo que acostumbraba, y ese amor por la soledad se desvanecía mientras miraba a Elvira. Llego el ascensor. Estaban juntos, en silencio, entre sonrisas. Gustavo se puso frente a ella, se acercó despacio y la abrazó por la cintura. Los latidos del corazón de Elvira parecían escucharse por todo el lugar, ella acercó su rostro y lo besó. Lo beso con toda una gran pasión contenida y él no dudo en correspondérselo, dejándose llevar por las curvas de su amante. Así llegaron al piso 8, el de Gustavo. Elvira, nerviosa, se detuvo y lo miro, los ojos de Gustavo decían exactamente lo que quería escuchar - ¿Quieres pasar? – le preguntó y ella, con su voz tímida y temblorosa, respondió – Vamos –. Una vez ya dentro del departamento el tiempo decidió detenerse y dejar que solo existieran ellos dos. Entre sábanas y almohadas traviesas ellos jugaban sin control, sus cuerpos se fundieron y fueron uno, dejaron de ser dos, amándose como si la mañana no fuera a llegar, como si esos besos fueran a ser los últimos, como si esa noche al cerrar sus ojos todo lo ocurrido sería olvidado.

Llegó la mañana y una Elvira despertó al lado risueño

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