Las Arenas Negras
Enviado por clubes • 21 de Febrero de 2012 • 398 Palabras (2 Páginas) • 704 Visitas
Arenas negras bajo el sol tinerfeño
Sol, playa, carnaval y una abrumadora naturaleza presidida por el inconmensurable pico de El Teide son las tradicionales cartas de presentación de la isla de Tenerife (Islas Canarias, España). Pero este internacionalmente conocido destino turístico es un tesoro atlántico que oculta, fuera de los circuitos tradicionales, algunas playas que son joyas que merecen muchísimo la pena el esfuerzo que requieren para llegar hasta ellas.
Una de estas joyas casi ocultas es la playa del Ancón, donde no es posible llegar sin una pequeña caminata de unos veinte minutos, tiempo que al final acaba sabiendo a poquísimo gracias a los maravillosos paisajes a los que nos vamos asomando a medida que nos acercamos a la orilla del bravo Océano Atlántico que baña la orilla norte de la isla.
Esta playa, que comparte nombre con la más célebre de las cubanas, se encuentra en el término municipal de La Orotava, en la zona conocida como El Rincón, a pocos kilómetros de la ciudad norteña de Puerto de la Cruz.
Para llegar hasta el Ancón, el viajero deberá tomar un coche y dejar atrás a los turistas para seguir, por un estrecho camino sin asfaltar entre fincas plataneras y recovecos que al final no tiene salida, a los jóvenes vecinos del pueblo de Santa Úrsula y de la “La Villa”, como se conoce en el norte de la isla a la Villa de La Orotava.
Cuando el camino se termina, a olvidarse del coche y prepararse para el espectáculo: un sendero que serpentea acantilado abajo y que sorprende con una espectacular panorámica del Atlántico que baña la costa del norte de Tenerife. Desde muy arriba se puede apreciar cómo se acercan la línea blanca que dibujan las olas rompiendo sobre la negra y cálida arena. Al doblar una esquina, al borde del precipicio, dan ganas de saltar al agua.
La primera impresión: la playa es enorme, sobre todo si la marea está baja. La segunda: la bravura del intenso azul atlántico, nadie se cansa de mirar su inmensidad y menos en este lugar. Si no es fin de semana, incluso en verano, la tercera impresión: hay muy poca gente. Tras las primeras impresiones, sonrisa y a disfrutar de la fortuna de haber reparado en un lugar que aparece en los mapas con letras muy pequeñas pero que es enorme en belleza.
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