Las Brujas En La Historia De Occidente
Enviado por tefaa3197 • 26 de Abril de 2015 • 1.438 Palabras (6 Páginas) • 278 Visitas
LAS BRUJAS EN LA HISTORIA DE OCCIDENTE
El próximo 31 de octubre se celebra el día de las brujas, una conmemoración que ha sido importada de Estados Unidos, pero que ya hace parte de las fiestas importantes de nuestros niños y niñas, pero pocas veces nos detenemos a pensar en quienes han sido verdaderamente esos personajes y cual ha sido el rol que han desempeñado a todo lo largo de la historia. Por otra parte la bruja, como personaje histórico y literario, me ha llamado siempre poderosamente la atención; es por ello que el presente artículo hace una breve reseña de esa mágica figura por la que a veces sentimos miedo o atracción.
La bruja o hechicera es un personaje legendario, se remonta incluso a la época de los faraones griegos. En el libro “Las Sociedades Secretas”, de Peter Gitlitz, se menciona un papiro encontrado en una de las pirámides, donde se puede observar al faraón Ramsés III con punciones en diversas partes del cuerpo, exactamente donde el faraón decía sentir dolencias. Según el papiro ésto habría sucedido en el año 1.100 a. de J.C.
En la Grecia antigua también se practicaba el oficio de la brujería. Los autores clásicos hacen alusión a ellas y a sus pócimas mágicas. Teócrito nos habla de ellas en su obra “Idilios” Y Horacio hace referencia a una mujer de nombre Canidia, cuyo oficio era la preparación de perfumes y de bebedizos para rendir culto a Príapo, el dios del sexo.
Pero las brujas de la antigüedad estaban muy lejos de ser consideradas como los seres maléficos del medioevo. En el mundo antiguo, como ocurre aún hoy en día en los llamados “pueblos naturales”, no se hacía una clara distinción entre magia y religión. La preparación de bebedizos y el ejercicio de la magia estaban reservados a personas que gozaban de gran prestigio dentro de la comunidad. Por otra parte sólo podía trabajar en el oficio la persona que hubiese cumplido con largos y penosos años de aprendizaje.
La persecución de las brujas sólo se inició en el siglo XIV. En realidad las mujeres que serían posteriormente perseguidas, torturadas y asesinadas en la hoguera o ahogadas en los ríos, eran sacerdotisas al servicio de diosas de antiguas religiones precristianas, religiones en su gran mayoría de origen panteísta. Su gran crimen fue seguir profesando las creencias de sus antepasados, en una época donde el cristianismo luchaba por asegurar su dominio como única religión monoteísta en territorio europeo.
En la Alta Edad Media, las brujas eran aquellas mujeres campesinas que conocían muy bien su entorno, sabían que plantas eran benéficas para las diversas enfermedades que aquejaban a su familia y comunidad. Pero por este conocimiento, que además era un oficio ejercido por los judíos (a quienes sólo se les permitía ejercer los oficios concernientes a la medicina, al comercio y a la de prestamistas), serían perseguidas implacablemente por la Santa Inquisición. El manejo de las pócimas curativas, es decir las primeras nociones científicas, no podían ser del dominio femenino. A las brujas se las comenzó a quemar, supuestamente, por herejes, pero la razón verdadera era por ser amantes del conocimiento. No solamente se les quemaba, sino que se les sometía a torturas y vejámenes sin límites; para lo cual se desarrollaron aparatos de una alta sofisticación como la Dama de Nuremberg. Pero de todas las torturas la peor era la psicológica, la persecución que se les infligía llegaba a límites tan insoportables que sucumbían rápidamente en la histeria colectiva, lo que agravaba aún más su situación, puesto que sus torturadores podían aludir que estaban poseídas por el diablo. En Alemania, por ejemplo, la caza de brujas llegó a cotas tan altas, que en muchos poblados se quedaron sin mujeres. Solo en Bamberg, la cacería condujo al asesinato de 600 personas, la mayoría de ellas mujeres, incluyendo a las niñas y algunas veces a los hombres; por otra parte hay que tener en cuenta que los poblados rara vez superaban los 2000 o 3000 habitantes. Pero el juicio más famoso lo es sin duda la cacería de brujas emprendida en Salem (Estados Unidos), en el invierno de 1.602; y llevada magistralmente a las tablas por el dramaturgo Arthur Miller. Las acusadas, al menos en un principio, pertenecían a las clases menos favorecidas, la primera en ser acusada fue una esclava llamada Tituba, que además carecía
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