Las creencias. Verdades o mitos?

Las creencias. Verdades o mitos?

     “Una creencia es un pensamiento al que hemos estado apegados, a menudo durante años. Un pensamiento resulta inofensivo a menos que nos lo creamos. No son nuestros pensamientos, sino nuestro apego a ellos, lo que origina nuestro sufrimiento. Apegarse a un pensamiento significa creer que es verdad sin indagar en él. Una creencia es un pensamiento al que hemos estado apegados, a menudo durante años. La mayoría de la gente cree que «es» lo que sus pensamientos dicen que es.” (Byon Katie, Amar lo que es, 2002).

     Limpiar la mente es cuestionar los pensamientos. Cuestionar los pensamientos nos permite no liberarnos de ellos, sino enfrentarlos con una mente abierta, es decir, con mayor comprensión, verificar si lo que repasamos una y otra vez en la mente es realmente verdad, o es sólo un pensamiento que, si lo permitimos, nos abandonará.

Una buena manera de encontrar NUESTRAS creencias, es verlas en LOS OTROS, en lo otro.

Por ejemplo: 1. Mi papá es muy injusto conmigo, no me reconoce, prefiere alabar a otros que a mí. Él no debería ser así. Si fuera un poco más comprensivo, si fuera menos egoísta, si hubiera sido un mejor padre, yo sería, sin duda, una mejor persona.

2. Yo siempre he sido malo para hablar ante alguien. No puedo dar mi punto de vista, porque no soy así. Soy un tímido de profesión, pero debería ser más expresivo, debería ser extrovertido como fulano o sutano, yo debería ser así, porque sólo la gente así es exitosa.

     En el caso del ejemplo número uno, lucho contra la realidad porque repaso el pensamiento de que mi papá no debería ser así, lucho contra lo que es. Sufro, me estreso, me deprimo. En el caso del ejemplo dos, nuestra lucha contra lo que es, el conflicto contra lo que es, me dice: yo no debería ser así, debería ser asado, además de que ya la primera afirmación es en sí una creencia que no hemos cuestionado: “yo soy tímido”. (En el ejemplo uno, llegamos a esto a través de un juicio hacia alguien, en el ejemplo dos, es hacia nosotros mismos, pero está garantizado que seguro nos exaspera ya sea una persona que refleje nuestra propia timidez, o el polo opuesto: alguien que sea tan extrovertido que nos enerva).

“La verdad es anterior a cualquier historia. Y cualquier historia, antes de la investigación, nos impide ver lo que es verdad” (B.K., 2002)

     Si realmente estamos abiertos a ver cuál es la verdad sobre nuestras creencias, veremos cómo todo lo que creemos y nos incomoda, es una verdad sobre nosotros mismos, lanzada hacia los demás. En el ejemplo número uno, podemos ver con claridad que si invertimos o redirigimos ese pensamiento hacia nosotros, resulta ser más verdadero que lo que creíamos al principio, e invirtiéndolo nos damos cuenta que el poder está en nosotros, es lo único que podemos cambiar, y no así a los demás. Es decir, “mi papá no debería ser injusto conmigo” se puede convertir en “yo no debería ser injusto conmigo”, injusto de diversas formas, comenzando por la gran injusticia de mantener el pensamiento constantemente de que “mi papá no debería ser injusto”. Entonces tenemos algo con qué trabajar NOSOTROS, pues el asunto de que tu papá debe o no debe ser injusto, de quién es? Seguramente tuyo, no. Si tú tomas lo que verdaderamente te corresponde: tus asuntos, para trabajar, entonces te vuelves lo que quieres ser en el mundo, en este caso, la justicia. Si eres TÚ justo contigo mismo, con los demás y con tu entorno, serás la justicia hecha vida, entonces tu papá, tu entorno te seguirán, pero no al revés.

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