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Le Pido Perdón Al Pais


Enviado por   •  28 de Abril de 2015  •  2.246 Palabras (9 Páginas)  •  414 Visitas

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“Le pido perdón al país”

DOCUMENTOCómo un joven que lo tenía todo se dejó llevar por la fortuna: el principal testigo en la debacle de InterBolsa reconoce sus errores.

Jorge Arabia Watemberg fue durante varios años la mano derecha de Rodrigo Jaramillo Correa, presidente del Grupo InterBolsa. Entró a la organización en 2004 como vicepresidente administrativo y pronto pasó a ser el vicepresidente financiero.

Aunque no manejó clientes

o corredores de bolsa ni tampoco tuvo un vínculo directo con las áreas de operaciones y de riesgos, fue un testigo privilegiado de todos los movimientos que ocurrían al interior de InterBolsa. Por eso, su testimonio y pruebas son tan valiosos para las investigaciones que adelantan las distintas autoridades, entre ellas, la Fiscalía, para conocer en realidad qué pasó y qué destino tomaron muchos de los dineros invertidos en este grupo financiero.

SEMANA tuvo acceso a una carta escrita por Jorge Arabia, dirigida a su círculo más cercano en el que reconoce sus errores y pide perdón por lo que pasó. Es la primera vez que una persona vinculada con la debacle de InterBolsa muestra arrepentimiento por lo sucedido.

En la carta que sigue a continuación, Arabia invita a los jóvenes, empresarios y ejecutivos a redefinir sus principios de vida y valores en el mundo de los negocios.

“Antes de entrar a InterBolsa el 15 de junio de 2004 yo era un ejecutivo que traía una carrera brillante; y que me había preparado toda la vida para sobresalir en el campo de los negocios y en cualquier actividad que quisiese emprender. Había estudiado en el exterior donde había obtenido un título y una maestría en Administración de Empresas con énfasis en Finanzas de una prestigiosa universidad, siempre ocupando puestos de vanguardia dentro de mi clase. En el colegio me había graduado como el mejor estudiante de mi promoción en 1988 y había obtenido también los premios a mejor estudiante en matemáticas y español. Después también estuve en una de las mejores universidades del mundo, donde hice varios cursos avanzados de administración y finanzas. Siempre fui una persona destacada y le di muchas alegrías a mis padres en este campo. Aparentemente me destacaba en todo lo que hacía. Era sobresaliente en los deportes que practicaba como la natación y el fútbol donde obtuve varios trofeos y medallas. Sentía que la gente me quería y que tenía muy buenos amigos. Todo en la vida me sonreía. Y yo cada vez aprovechaba todos estos logros para sentirme más poderoso, más inteligente y más arrogante. Estaba seguro que iba a seguir cosechando en mi vida solo triunfos, dinero, fama y poder.Nada me iba a detener. Nada me hacía falta. Sin embargo, debo reconocer que crecí dentro de una familia muy unida y con unos principios morales y éticos muy fuertes que desafortunadamente no vine a valorar del todo hasta que la vida me mostró la cruda realidad.

Empecé a trabajar en 1992 a la edad de 22 años en una prestigiosa compañía industrial donde alcancé un cargo muy importante muy rápidamente, después estuve en el negocio familiar donde contribuí a sortear una muy difícil situación que permitió que el negocio de la familia de más de 50 años se salvara de una profunda crisis y con esto lograr salvarle el empleo a más de 300 personas. Pasé por el sector público donde tuve acceso de primera mano a cómo se manejaba el poder en Colombia. Después volví al sector privado a un conglomerado líder en el país donde tuve la oportunidad de crear una unidad de negocios muy grande e importante, que hoy es uno de los referentes del país en su campo. Todo era bueno. Yo sentía que era un gran ejecutivo y sentía que estaba destinado a cosas maravillosas. Ganaba muy bien, tenía poder (o eso creía), tenía acceso a todo lo que yo quería. Mi vida era una vida material y banal, enfocada a la riqueza artificial y mundana y muy lejos de lo que es en realidad la felicidad. Pero en ese momento yo estaba ciego y no me daba cuenta de esto. Para mí era suficiente ganar muy buena plata, darme los lujos que quería, saber que todo el mundo hablaba bien de mí y que yo era un ser privilegiado por todas estas cosas. Mi vida solo tenía un sentido y era seguir cosechando triunfos materiales para tener riqueza y hacer lo que me diera la gana. Me olvidé de mis amigos del colegio con los que no volví a tener contacto y también de los amigos reales que tenía. Cada vez quería tener más conocidos y personas más influyentes a mi lado. Mi familia pasó a un segundo plano, me distanciaba más de mis padres y hermanos y de las personas a las que realmente les importaba.

Y acá entra InterBolsa que fomentaba mucho más la vida superficial y banal que ya tenía. Esta era la firma de bolsa más grande del país. El sitio donde todo el mundo quería estar. Un sitio donde el fin justificaba los medios y el fin era el lucro y la riqueza de pocos a costa de muchos. Ganaba muy bien y era una de las personas más importantes de la firma. Qué más podía pedir. La compañía empezó a crecer y adquirió cada vez más importancia y reputación dentro del sector financiero en Colombia. A medida que la firma crecía, también crecía mi arrogancia y mi ambición. Ahora sí cada vez más mis prioridades eran más riqueza y más poder. Mi familia y mi esposa cada vez estaban más lejos. Me pasaba el tiempo con personas que también estaban enceguecidas por la plata y el poder. Solo sentía felicidad cuando los resultados de la compañía eran buenos y me ganaba un aumento de sueldo o una bonificación y cuando sabía que tenía acceso a cualquier persona que manejara el poder en Colombia. Era el magno VP Financiero del Grupo InterBolsa y todo lo que quería lo podía hacer. No podía estar más equivocado. Cuando yo pensaba que me estaba convirtiendo en una gran ejecutivo y que todo alrededor de mi vida lo tenía completamente controlado, estaba en realidad tejiendo mi propia caída y destruyendo los principios y valores que mi familia me inculcó. Cuando yo pensaba que era una persona llena de virtudes y pocas falencias, era en realidad una persona llena de falencias con muy pocas virtudes.

Qué poca persona era yo en realidad cuando pensaba que por el contrario era la mejor versión mía. Un ser despreciable. Impulsado por la arrogancia y la soberbia. Rodeado de personas cuyos valores también se regían por estos principios. Me perdí buena parte de mi vida sin saber apreciar las cosas buenas y bonitas de la vida. Esos detalles que parecen

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