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Lengua natal


Enviado por   •  13 de Mayo de 2013  •  Informe  •  582 Palabras (3 Páginas)  •  352 Visitas

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Lengua natal: no hay tal cosa. Nacemos en una lengua desconocida. El resto es una larga traducción (Ulises Drago)

Carlos Fuentes en su texto “Las dos orillas”, perteneciente al libro El naranjo, juega con la historia y la mitología, a la vez que distribuye por el texto elementos estéticos que deconstruyen la racionalidad, el realismo, y la linealidad en la narrativa. En este texto se narra la caída del imperio Azteca a manos de Hernán Cortés. Sin embargo, Fuentes trabaja con piezas estéticas cuya unión se encuentra en «fractura» que ponen entre paréntesis y detienen el sentido unívoco de la Historia. Así permite leer de otra manera lo que “ya se sabe”. Esto implica fundir el mito con historia/crónica o jugar con «la traducción» como tópico: traducir “equivocadamente”, traducir al revés.

El número «cero» del último capítulo (Fuentes narra la historia en forma de cuenta regresiva -Memorias póstumas de Blas Cubas, de Machado de Asis y Viaje a la semilla, de Carpentier vienen a mi memoria o Irreversible (forzando una analogía)-: es signo del comienzo, del inicio, del principio… no obstante, sería algo así como ver del otro lado del espejo de la narración ya que cifra, de manera inversa, un nuevo orden de cosas: no la conquista del Nuevo Mundo, del imperio Azteca, sino la conquista de España. Asimismo, señala el reinicio de la historia en la que la cultura Azteca pervive más allá del tiempo mezclada, mestiza, con otro cuerpo y otro aliento. El texto recrea, en este último capítulo, un nuevo territorio en el que se funden las lenguas; en el que árabes, moriscos y judíos no son expulsados de España y los sacerdotes de la Inquisición arden en sus propias hogueras. La magia, el mito, la conexión con la Naturaleza se vierten sobre Europa y desbaratan todo su universo logocéntrico.

En “Las dos orillas”, por otro lado, el tópico de la traducción aparece entretejido en cada uno de sus puntos, un tópico susceptible de una lectura variable y de múltiples interpretaciones. Así, por ejemplo, la figura del traductor Jerónimo de Aguilar es la otra cara de La Malinche. Los dos traducen. Jerónimo miente, la Malinche es fidedigna a la traducción pero no revela la “verdad” ni refleja “la realidad”. Aquí se presenta la complejidad de la palabra traducida y la crítica a la traducción: la palabra traducida, por más fidedigna que sea ¿puede ser verdadera? La verdad no está en la traducción parece decirnos Jerónimo, está en otra parte. La traducción es invento, mentira, bruma, pero por eso también puede llegar a ser verdad. Si traducimos “mal” lo que nos narraron tal vez descubriremos más cosas de las que sospechamos. Eso es lo que Aguilar acaso quiere decirnos: la palabra –o la literatura en este caso- mienten para decir la verdad.

A su vez, podríamos señalar a la figura del traductor como eje vertebrador del

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