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“Leyendas Urbanas de Saltillo”, escrito por Ivan Escamilla


Enviado por   •  17 de Septiembre de 2014  •  Informe  •  1.851 Palabras (8 Páginas)  •  439 Visitas

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¿Alguna vez desconociste a un conocido? ¿Tus hijos tenían amigos imaginarios? ¿Crees que tus hijos son unos impostores? Está historia relata lo acontecido en la ciudad de Saltillo, basada en hechos reales y forma parte del libro “Leyendas Urbanas de Saltillo”, escrito por Ivan Escamilla.

Hace ya 9 años que me dedico a recopilar historias sobrenaturales, tratando de documentar en video, fotografía y audio si algún fenómeno extraño se presenta en algún lugar. En el 2007 me invita una buena amiga a su casa para platicar, ella estaba recién divorciada y tenía dos hijos, Erick de 8 años y Luis de 6. La propiedad está ubicada en la colonia Agua Azul, cerca de una rotonda. Por cuestiones de identidad solo mencionare el primer nombre de los dos hijos.

Ese día que llegue la note algo incomoda y al parecer acababa de regañar a su hijo mayor. En fin, no le tome importancia ya que no acostumbro opinar sobre la vida familiar de la gente. Le pido agua y me indica que la acompañe a la cocina, me siento a un lado de ella, y noto un rasguño grande en su brazo.

Al querer cuestionarla por eso, me interrumpe y me dice que tiene que contarme algo, que no la juzgue loca y que le ayude. Su hijo más pequeño se acerca muy contento y agitado a pedirle leche, sin voltear a verlo se lo da, y Luis se retira. Por fin nos quedamos solos en el comedor, ya sentados y yo con la expectativa de lo que quería decirme.

Esta es la historia relatada por ella:

Hace tres días me encontraba preparando la comida, desde aquí (el comedor) puedo ver el patio para estar al tanto de mis hijos cuando juegan. No me gusta estar gritando que vengan a comer, pero Luis a veces se tarda mucho en sentarse, yo veía a Luis jugando con alguien a la pelota en el patio y supuse que era Erick. Porqué supuse, porque Luis pateaba la pelota y sin moverse alguien se la regresaba, pero ese alguien no lo veía.

Entonces le grito una segunda vez, Luis voltea y me dice “–Ya vamos –“. Mi duda estaba aclarada, era Erick quien se encontraba con él. Lo extraño era que Erick venía del baño con las manos lavadas y dispuesto a sentarse en el comedor. Me enojó, sobre todo porque mis hijos no tienen permitido meter a nadie a la casa sin mi permiso. Apenas iba a gritarle a Luis, cuando entra del patio.

Sumamente molesta le pregunto -¿qué hacías?-,

Él me responde –Estaba jugando con mi amigo-

Mi duda creció -¿Cuál amigo? Ya sabes que no puedes meter a nadie sin permiso… –

-No mamá, mi amigo bajó del árbol… a él le gusta volar…

Incrédula, le digo que ya no esté inventando cosas, que le hable a su amigo y se siente a comer, que fuera la última vez que metía a alguien sin permiso… Luis insistía en que era verdad. Que no le gustaba entrar a la casa cuando ella estaba, porque después se iba a asustar. Entonces le comencé a preguntar sobre su amigo, para seguirle a su juego. Erick solamente comía y parecía no interesarle el tema.

-¿Cómo se llama tu amigo?

- Eleazar, mamá

-¿Y dónde vive?

-no sé, pero siempre viene a jugar…-

-¿Cómo que siempre viene a jugar?-

-si mamá… siempre baja del árbol, y me dice que si quiero volar como él.

En ese momento sentí un escalofrío por mi cuerpo, comencé a escuchar risas en el patio. Me levanto para ver quien había entrado, pero no veía nada. Luis me dice:

-Es él mamá, me está esperando para jugar-

Volteo a ver a mi hijo y ya un poco asustada le digo que lo invite a pasar… Sin decir nada, Luis se levanta y se acerca a la puerta, hace una seña con la mano para que se acerque, se sienta nuevamente en la mesa y continúa comiendo… Yo me siento en mi lugar esperando ver entrar a alguien pero no sucede.

Luis le grita que ya entre. Y yo molesta le digo a Luis que ya no esté jugando. Lo comienzo a regañar, y en eso Erick se comienza a carcajear sin sentido alguno. Desesperada regaño a Erick, y no se detenía. Luis le dice –Eleazar, te he dicho que no andes jugando con Erick-

Erick no paraba de reír, y Luis con mucha calma. Les grito fuertemente que dejen de jugar… en eso Erick con una voz muy gruesa y seria me toma de la mano y me dice –¿Tú también quieres volar?- y continúa riendo, me levanto y me voy a mi recamara muy asustada. Solo escuchaba las risas de ellos en el comedor.

Después de unas horas, salgo y todo era normal, Luis y Erick se encontraban jugando videojuegos en la tv, y yo no quise decirles nada. Esperé al siguiente día para preguntar qué había pasado…

Después de dos horas de escuchar a una mujer muy asustada de sus hijos, no quise interrumpir la otra parte de la historia. Sobre todo porque parecía que aún no había escuchado lo más insólito de lo que pasaba. Continúa su relato…

Al siguiente día cuando los niños regresaron del colegio, todo parecía normal. Yo salí temprano del trabajo por cuestiones médicas, y ya tenía preparada la comida. Inmediatamente llegaron y les pedí pasaran al comedor. Se lavaron las manos y se sentaron. Les serví de comer, y les pregunté de su día. Todo normal… hasta que les comenté del día anterior.

Mi cuestión era sobre lo

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