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Libro Jeronimo


Enviado por   •  22 de Junio de 2014  •  2.513 Palabras (11 Páginas)  •  8.009 Visitas

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Introducción:

Rosalía Arteaga Serrano nació en Cuenca en 1956. Realizo sus estudios primarios, secundarios y universitarios en su ciudad natal. Licenciada en Ciencias Políticas y Sociales. Abogada y Doctora en Jurisprudencia. Egresada de la escuela de periodismo. Estudió de maestra de Antropología en la Universidad Federal de Bahía en Brasil. Ha ganado premios como: a la Gobernación de Nariño- Colombia, Premio Verde de las Américas Brasil-2005, Condecorada por la Asamblea Legislativa de Estado de Goiás en Brasil. Este es un libro que trata de la vivencia personal de la autora siendo esposa y madre, da a luz a su hijo Jerónimo, que tenía síndrome de Down, trastorno genético causado por la presencia de una copia extra del cromosoma. Jerónimos de otros niños, jóvenes y adultos con necesidades especiales y esto da origen a otro libro titulado ‘’Los otros Jerónimos’’. Veintidós capítulos, veintidós poemas. No solo poemas, so pensamientos de una filosofía extraordinaria. Son gotas de luz, brillantes, iridiscentes, lágrimas de amor, pétalos de ternura; amor del más puro. Jerónimo es un libro que puede ayudar a todos; puede ser un baño de dulzura, una fuente de ternura, que podría llegar a cambiar millones de vidas.

Resumen por Capítulos de Jerónimo

I

Me parece que el momento se acerca, el momento de dar fin a su encierro. Has nacido, te llamare Jerónimo, al lanzar un chillido agudo mis oídos se deleitan al captarlo. Estoy cansada, el esfuerzo, el trabajo de respirar conscientemente; insisto entre jadeos que me traigan y que me lo envuelvan, el frio de la madrugada produce un lagrimeo en los ojos y la nariz se humedece en la atmósfera helada de una sala de partos.

II

Me siento extraordinariamente bien, tengo a mi hijo acurrucado en la cuna y oigo su respiración, Pedro dormita. Las luces van haciéndose presentes en la habitación, descubro que en la clínica también hay árboles y pájaros que anidan en sus ramas y canta como los besos en mis mejillas; me quedo contemplando, oyendo los gorjeos de los gorriones, sintiendo la calidez que me invade, y la emoción hace a las lágrimas encontrar camino y elevarse hasta mis ojos.

III

Jerónimo está cárdeno y parece no respirar bien, duerme en la incubadora el siente las miradas contemplándolo con admiración o con lastima al través de los cristales. Son horas de angustia, en que las dudas se inundan; él está bien nos dicen y sentimos el pecho ensancharse. Ahora él está en casa, duerme mucho, le fascina juguetear con el seno caliente que succiona ávido.

IV

Le gusta que le bañe, que el agua le recorra el cuerpo y le haga cosquillas con sus gotas. Me gusta Jerónimo hay una especial dulzura en su mirada, en su risa, en el brillo de sus ojos placidos.

V

Así es Jerónimo, mi ángel especial, este ser delicado amante de la música, de las caricias de los rayos de sol, y del agua resbalando por su cuerpo, así es mi hijo al que me uno no solo un amor maternal, sino un algo especial un sentido de protección mutual.

VI

Jerónimo amaras a los pájaros, no tramaras ninguna diablura, querrás permanecer siempre aseado a mi falda o a la mano de tu padre y pienso que estás destinado para nosotros, para ser el centro de nuestro hogar, el vínculo de unión irresistible.

VII

Jerónimo mi ángel especial vas hacerme feliz, contigo aprendí muchas cosas: apreciar cada minuto y cada hora que te tengo, a saborear tus sonrisas y guardarlas en mí mete, a pesar de que las rosas no son cuales sino que alguien dirige el deshacer de los ases de la luz en tu cabe alguien.

VIII

Se queda dormido con facilidad, sobre todo cuando recuesto su cabeza de rebeldes cabellos en la almohada, que le susurra una suave canción de cuna, cuando duerme me da ganar de aprenderle en mis brazos, de decirle cosas lindas al oído, de tenerle siempre así tan pequeño tan mío.

IX

Las manos hurgan y pugnan por acariñarlo, se impulsa no puede hacerlo sus fuerzas no le alcanzan necesita ayuda; poco a poco como haciendo que la expectativa dure más, acerco el oso celeste, dejo que lo toque con su delicadeza habitual y contemplo apunto de soltar mis lágrimas este encuentro del oso y Jerónimo.

X

A veces respira o balbucea suavemente; parece haber conseguido su propósito y los puños se le cierran, porque ha sentido una partícula de rayo de sol perdido entre sus dedos.

XI

Contigo entre mis brazos di muchas vueltas, girando locamente bailando y sintiendo tu cuerpo chiquito apretándose contra el mío. Jerónimo, me gusta sentirte tan cerca, tan quietecito; lo tiendo en la cama esperando a que otra vez me diga mamá.

XII

No te gusta el ruido de avión cada vez que pasa sobre la casa, los cristales y ventanas tiemblan, mí tampoco me gusta, te aprieto contra mi pecho tratado de taparte los oídos y me dedicas una sonrisa, como todas las cosas tuyas extraordinariamente dulce.

XIII

He dejado de bañarte una especie de miedo irracional; no pareces tener ni frio, ni tos, ni esas enfermedades tan comunes de la infancia, Jerónimo quiero verte sano otra vez, te quiero fuete otra vez, sin rictus de dolor en las pupilas.

XIV

Ya no puedes jugar calentado por los rayos de sol ni dejar que las gotas de agua deslicen por tu piel; no me atrevo a levantarles ni a sacarle al jardín, tengo la esperanza de que los cuidados hagan que vuelva mi ángel de ternura.

XV

Jerónimo quiero tenerte junto a mí, aunque sepa que jamás podrás llegar a culminar una carrera, ni andar por la calle sin que la gente se vuelva a mirarte. Te amo Jerónimo de las manos pequeñas de las piernas tan cortas; quiero verte crecer despacito junto a mí.

XVI

Quiero verte jugar con el collar de cuentas rojas, conversando con tu osito celeste, dejar que me hagas cosquillas en el seno o que me acomodes tu cabeza de perfiles irregulares en mi falda.

XVII

Esta mañana a despertado tranquilo, sonríe se contempla las manos; le toco la frente y me parece fresca he aprendido a medirle la temperatura con los labios apoyados sobre la nuca o su cuello.

XVIII

Cada día que puede gozar lo aprovecho al máximo; mi padre me ha dicho que debo cuidarle del frio y he decidido no sacarle de la casa hasta que recupere las fuerzas.

XIX

Estos meses en que has querido vivir entre nosotros, mostrarte en ligeros atisbos como un ser especial. Veo el oso y la pelota y los siento abandonados. Apenas respira, sentimos que con cada esfuerzo se

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