Literatura y Política ¿Son dos elementos incompatibles entre sí?
Enviado por plochys • 9 de Abril de 2017 • Ensayo • 2.076 Palabras (9 Páginas) • 173 Visitas
Literatura y política
En la nota semanal para nuestros lectores del matutino de Finlandia vamos a hablar sobre los distintos puntos de vista que existen entre escritores sobre el tema “Literatura y Política”. ¿Son dos elementos incompatibles entre sí? ¿Todos los textos literarios se ven influenciados por diferentes discursos políticos? Esas discusiones, entre otras, van a ser tratadas a lo largo de la nota, tomando como referencia la conferencia del famoso escritor peruano Mario Vargas Llosa.
Algunos escritores, principalmente novelistas, a lo largo de la historia se opusieron fervientemente a la idea de mezclar a la literatura con la política. Este pensamiento fue trasladado también a los lectores de varias generaciones, llevando así a que varios miembros de la sociedad piensen de igual manera.
Esta idea de separación entre una y otra es sólo eso, una idea. Por más que se intente no introducir la política en un texto literario, así sea una ficción o una poesía, la política está siempre presente. La literatura interpela los distintos discursos políticos, y a su vez también se ve interpelada por estos.
En la literatura contemporánea se considera a la política como algo malo, manipulador, Mario Vargas Llosa la va a denominar “literatura light” porque se ubica en el otro extremo de la política, la siente su enemiga y no tiene lugar en sus textos.
Una obra literaria no se debe enfocar en poder permanecer en el presente o en un tiempo determinado, la literatura debe esforzarse por mantenerse a lo largo del tiempo. Esa obra que perdura en el tiempo es la que se considera la buena literatura. Y para trascender a la actualidad debe sorprender al lector de cualquier época. Por este motivo es que la literatura debe contener política, así como la política debe contener literatura.
Cada vez que alguien escribe un texto literario, lo hace para usarlo con una finalidad, para decir algo que no muchas personas dicen. Se escribe para que la gente que apoya ese pensamiento se sienta identificada y que quienes estén en contra puedan convencerse de eso que se dice o por lo menos sembrar una duda, una inquietud.
Vargas Llosa dice que la literatura sirve para sacarnos de esa praxis de la que estamos prisioneros como seres humanos, sin embargo, la política es el ahora y el aquí y tiene que ver con una problemática que nos rodea y nos motiva para actuar, es práctica.
Esta es la razón por la cual la literatura y la política deben cruzarse y no mantenerse aisladas una de la otra. Atrás de una buena literatura debe haber una finalidad política. Se debe ver a la literatura como la forma de cambiar el mundo, no de golpe, no de la noche a la mañana, sino a paso de hormiga. Convencer a un lector, luego a otro y luego a otro de como poder conseguir la sociedad que queremos. La buena literatura es aquella que tiene propósitos sociales.
Una obra literaria debe darnos los recursos para poder solucionar los problemas de la sociedad en la que vivimos, o por lo menos debe ayudarnos a reflexionar sobre cómo conseguir dichos recursos. Una obra literaria debe movilizarnos.
Como dijo Mario Vargas Llosa “escribir no es un ejercicio gratuito, es una acción que desencadena efectos históricos”. De esta manera existe la obligación de ser responsables, de saber que aquel texto que se empieza a escribir va a tener consecuencias sociales. Hay que comprometerse y asumir que escribiendo se pueden resolver los problemas y mejorar el mundo. El objetivo que debe perseguir la literatura es que se solucionen los desequilibrios sociales, debe buscar.
Lo que muchos escritores no pueden entender es que la literatura puede ser un elemento de transformación que puede servir para concientizar a los demás miembros de la sociedad. Pero para que esta herramienta funcione de esta manera es necesaria la política. Vargas Llosa afirma que “creer que la literatura no tiene nada que ver con la política y que si se acerca a ella se degrada, es creer que la literatura es un juego, una distracción, un entretenimiento”.
Un argumento en el que se apoyan muchos autores para diferenciar a la política de la literatura es que la primera es algo colectivo, mientras que la segunda es una acción individual. Pero esto no es así, muchas veces uno escribe sobre ideas que nacen en el grupo de pertenencia de ese individuo, y de esta manera es que la literatura en realidad siempre es colectiva (porque esas ideas que se transfieren al papel son tomadas de un grupo de personas).
La literatura no puede proponerse sólo entretener, si ese fuera su objetivo desaparecería, nadie leería ya que hay mejores maneras de entretenerse que leyendo un libro. Leer un libro exige un esfuerzo intelectual que no todos están dispuestos a soportar. La función de la literatura debe ser llevar al lector a descubrir lugares desconocidos, debe lograr que este lector pueda reconocer las relaciones de poder que lo rodean y que existen en la sociedad a la que pertenece. La finalidad de una buena obra literaria debe ser cambiar al lector como persona, cambiar sus valores y movilizarlo para que reflexione sobre cómo ayudar a resolver los problemas de sus vecinos, compañeros. Nadie escribe sobre algo de lo que no hay una discusión, nadie escribe nada sin saber que hay un grupo que lo apoya y otro que se le va a oponer. Es por eso que se dice que no existe la lectura pasiva, ya que siempre encuentra una reacción en el lector, ya sea a favor o en contra.
Si leer ese libro hace que el lector tome conciencia y logre comprender el mundo que lo rodea “esa lectura social se convierte en una forma de acción”. Sirve para que se produzcan cambios como ciudadanos.
La literatura nació como forma de denunciar los males de la sociedad en la que se vive, del mundo que nos rodea. Debe despertar en sus lectores esa misma sensación de descontento. Esa idea de querer cambiar el contexto en el que se vive es la política. En ese momento comienzan a aparecer lo matices de la política. Esa es la manera en que la literatura puede formar ciudadanos alertas y críticos, que comiencen a interactuar entre ellos para poder cambiar esas cosas que le causan malestar a la sociedad. Pero así como la literatura puede despertar esas ganas de hacer las cosas bien, también aparecen las instituciones de poder, aquellas que intentan en todo momento convencer a los individuos de que la realidad es buena, de que no hay nada malo que deba ser cambiado. Pero la literatura se encarga de desmentir los argumentos provenientes de los diferentes poderes. Se defiende mostrando un mundo que de verdad está bien, e intenta que sus lectores puedan ver la diferencia entre éste y el mundo en el que ellos viven.
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