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Los Argonautas


Enviado por   •  27 de Marzo de 2014  •  1.415 Palabras (6 Páginas)  •  336 Visitas

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Leyenda de Los Argonautas

Con la leyenda de los Argonautas ha ocurrido lo mismo que con la del jabalí de Calidón. Al principio no era más que un mito tesalio de la naturaleza; pero que en las manos de los poetas se ha convertido en un extenso ciclo de mitos que abarca a todos los pueblos griegos, y cuyo núcleo lo forma la historia del “vellocino de oro”.

Con un carnero alado y de vellón de oro, Nefelé acude en socorro de sus hijos Frixio y Helé, condenados al sacrificio, quienes huyen montados en él hacia el reino de Cólquida. Durante el vuelo, Helé cayó al mar, pero su hermano Frixio llegó felizmente a Cólquida, donde sacrificó al carnero en honor a Júpiter, protector de los fugitivos y colgó su áureo vellón en el bosque sagrado de Ares, al cuidado de un terrible dragón de siete cabezas que nunca dormía.

Fue a dicho lugar donde el héroe Jasón vino a buscar el “vellocino de oro”, con cuya posesión retornaría la ventura de su pueblo, agobiado por interminables calamidades y, acreditaría su derecho al trono de Iolcos que su tío Pélias le había usurpado.

Jasón, hijo de Esón, fue criado a escondidas por las perfidias de su tío y al cuidado especial del educador de tantos héroes: el centauro Quirón, bajo cuyas enseñanzas creció sano, fuerte, inteligente, querido y respetado por cuántos le conocían, y favorito de los dioses.

Cumplidos los 20 años, regresó a Iolcos para reclamar de su tío el trono que en justicia le pertenecía.

-gozarás del trono y del favor de los dioses- habían pronosticado a Pélias- hasta que un hombre que calzará una sola sandalia se te presente y lo reclame”. Y ahí estaba Jasón a medio calzar, ya que había perdido su sandalia al ayudar a cruzar el río a una pobre anciana.

Reconocido de inmediato por su tío, este se dio maña para quitárselo de en medio, enzarzándolo en la más difícil y peligrosa aventura: la búsqueda del “vellocino de oro” que detentaba el rey de Cólquida, tras lo cual se declaró propuesto a retirarse voluntariamente del trono.

No habría sido Jasón un héroe digno de este nombre, si no se hubiera lanzado desde el primer momento y sin la menor vacilación a la empresa que se le proponía. En el puerto de Iolcos hizo construir un gran barco con 50 remos, que fue llamado Argos, en honor a su constructor, y en él se embarcó con los héroes que habían acudido a su requerimiento de participar en esta arriesgada expedición.

No faltó en la tripulación del navío Argos ninguno de los más connotados héroes, los que en un total de cincuenta, tomaron el nombre de “Los Argonautas”.

Sólo por la calidad de la tripulación, las excelencias del barco y el especial apoyo de los dioses, pudo Jasón vencer las innumerables dificultades que le demandó el viaje a la desconocida Cólquida. Entre ellas cabe destacar su estadía en la ciudad de Misia, donde llegan muertos de hambre y sed; y de donde partirían lamentando la pérdida de dos Argonautas: Hilas, raptado por las ninfas y Hércules, quien se queda para encontrar al perdido Hilas, su favorito.

Importante es también su estadía en la ciudad de Salmideseos, en Tracia, donde conocieron al ciego adivino Fineo, quien agradecido de los Argonautas, por haber éstos liberado a su país de la plaga que los devastaba- las inmundas Arpías-, les dio sabias instrucciones para la continuación de su viaje. Seguramente, sin las sabias instrucciones de Fineo, no hubieran podido cruzar el trecho más difícil de la travesía: el Bósforo, en la entrada de Ponto, hoy Mar Negro, donde se levantan dos abruptos peñascos, que permanecían con continuo movimiento y conocidas con el nombre de Las Cianeas, cuyo oscilar no permitía el paso ni al barco más veloz. Gracias, pues, a las instrucciones de Fineo, pudieron pasar por entre las espantosas piedras sin daño apreciable para la nave. Desde aquel instante Las Cianeas quedaron inmóviles.

Superada felizmente esta aventura, continuó el barco a lo largo de las costas del Mar Negro, rumbo a su meta, el reino de Cólquida. Allí reinaba el poderoso soberano Eetes, hijo del Sol. Obtener de él el vellón

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