Los Paramecios
Enviado por ronis28 • 10 de Marzo de 2014 • 14.256 Palabras (58 Páginas) • 520 Visitas
e47 - El paramecio
El paramecio es un organismo unicelular ciliado. Unicelular porque está compuesto por una sola célula, como las bacterias. Y ciliado porque por toda la superficie exterior posee unas estructuras que se llaman cilios, que son como pelillos (mirar dibujo) que le permiten desplazarse por el medio acuoso en el que vive. Sí, coordinando el movimiento de los cilios este bicho es capaz de “nadar”. Otro de esos milagros de la naturaleza, sobre todo si uno piensa que algunos humanos con tanto billón de células y tanto cerebro no somos capaces de coordinar ni siquiera los únicos dos brazos y dos piernas que tenemos para nadar en condiciones por el agua.
El bicho éste, quizás en parte por la atracción que despierta su simpática forma de zapatilla, ha sido bastante estudiado por los biólogos. También porque es fácil de conseguir (creo que vive en determinadas aguas dulces). Dicen de él también que es un protozoo, o sea, como un preanimal o forma de animal muy primitiva. Y es que, aunque esté compuesto de una sola célula, posee unas estructuras ya bastantes especializadas en las funciones que se observan en el reino animal. Y claro, estudiar estas estructuras primitivas sirve de base y ayuda a entender luego organismos más complejos compuestos de más células (pluricelulares). Por ejemplo, el paramecio posee una especie de apertura que le sirve como de boca, por donde es capaz de engullir los alimentos (en el dibujo esto no se ve bien).
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Estando todavía estudiando en la Universidad Complutense de Madrid, una de las asignaturas de primero de carrera de Químicas era Biología. Y el programa de la asignatura incluía una semana de prácticas de laboratorio, con uno de los días dedicado al estudio del paramecio con ayuda del microscopio. Poníamos como una gota de agua que contenía paramecios en un portaobjetos, y con el aumento adecuado barríamos la zona con el microscopio hasta que conseguíamos ver alguno. Aj, ¡qué simpático este bicho! Y moviéndose tan grácilmente con sus cilios...
Y al bicho en cuestión lo sometíamos a varias pruebas. Las prácticas se componían de tres partes: contemplar como el paramecio reaccionaba ante estímulos de temperatura (primera), ante cambios de pH (segunda); y por último le dábamos prácticamente de comer (tercera parte) con una comida que estaba teñida con un tinte determinado, no recuerdo si rojo o azul, para poder ser seguida mientras el paramecio la engullía por esa especie de boca y metabolizaba, o sea digería, el apetitoso manjar.
1.-Prueba de la Temperatura
Estaba basada en el conocimiento de que el paramecio tiene un intervalo de temperaturas en el que vive a gusto. No le gusta ni demasiado frío ni demasiado caliente, sino templado. Y por ello el paramecio se mueve de forma “instintiva” hacia donde encuentra esa temperatura óptima (que creo que rondaba los 20 grados); vamos, que parecido a los humanos.
Pues esto era fácilmente comprobable: con un simple mechero aplicábamos un poco de calor en un lado del portaobjetos en el que ya teníamos localizado a un paramecio por el microscopio. El cristal se calentaba por aquella parte. Y al poco se veía como el Paramecio, en cuanto empezaba a sentir el sofocón, empezaba a mover armónicamente todos los cilios y se desplazaba en dirección opuesta a dónde habíamos aplicado la llama.
2.- Prueba del pH
Al igual que el Paramecio tiene unas temperaturas preferidas pues igual le ocurre con el pH del medio acuoso exterior en el que vive. El pH es un parámetro que se refiere al carácter ácido o básico del medio acuoso. Y al paramecio no le gusta ni demasiado ácido, ni demasiado básico, le gusta el pH más bien neutro (como a nosotros los champús y casi todo).
Pues bien, esto era también fácilmente demostrable. Porque estando el paramecio nadando plácidamente por el portaobjetos, (ya no recuerdo si el mismo de la prueba anterior u otro), pues cuando echábamos una gotita de un ácido fuerte, por ejemplo ácido clorhídrico, a una esquinita del portaobjetos, pues ese ácido empezaba a mezclarse con el medio acuoso y el paramecio en cuanto lo sentía llegar -“Cilios pa qué os quiero”- salía pitando en dirección contraria huyendo del ácido agresor. Y lo mismo ocurría si se le echaba una gotita de alguna base, hidróxido sódico o algo así, echaba a nadar en la dirección opuesta hasta encontrar el medio neutro en el que se encontrara a sus anchas.
3.- Última Prueba: alimentar a un paramecio.
Esta prueba era algo más compleja. Se trataba de teñir una sustancia que para el paramecio fuera un manjar (supongo que sería glucosa o algún tipo de azúcar), para ver como el paramecio se veía atraído y estando ya en contacto con el dulce, era capaz de engullirlo por aquella especie de boca primitiva. Y luego se podía seguir viendo como el dulce hacía un determinado recorrido por el interior del paramecio y era digerido (no recuerdo exactamente lo que ocurría con los restos, porque hace ya más de 15 años que hice estas prácticas, pero es posible que hasta viéramos como el paramecio expulsaba las basurillas sobrantes al exterior; ¿o quizás esto ya sea un añadido de mi imaginación?)
En cualquier caso ¡alucinante, el paramecio!
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48 - “La cruz y el puñal” se me sube a la cabeza
Tras mis super Navidades del 2004 llegué a Munich el 10 de enero del 2005. Cuando me voy a Madrid suelo organizar la vuelta en lunes, que es el día en que nos reunimos el grupo en la Misión Católica, y así caigo “en blandito”. Y así fue esta vez también. Aquel día en el grupo, lo primero, nos pusimos al día de algunos acontecimientos de las Navidades: la mamá de Alicia murió el día 23 de diciembre. Marta ha encontrado trabajo.
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Ayayaiii, resulta que me he estado leyendo el libro “La cruz y el puñal”, el otro libro que me había prestado Pitillas (bueno este me lo ha regalado); y estaba tan interesante que no he podido evitarlo y me he tirado hasta las tantas de la noche leyendo hasta que me lo he cepillado. Y ¡qué final!
Y el caso es que leyendo aquella maravillosa obra que había hecho el Señor (el libro está basado en una historia real), pues me entró un arrebato de fe que casi salgo volando y me doy contra el techo. Y es que en el libro el protagonista pasa por muchas situaciones en las que tiene que actuar dando por sentado que va a suceder un milagro. Vamos que tiene que confiar en el Señor porque no
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