Los Retratos de Vermeer
Enviado por jhonatanvj • 10 de Abril de 2015 • Ensayo • 375 Palabras (2 Páginas) • 212 Visitas
Ante todo su reflexión sobre la naturaleza de la mirada. Cuando la mujer de
Vermeer contempla el retrato que su marido ha hecho de Griet, y exclama desconsolada
que “es obsceno”, tal vez nos sintamos extrañados ante esta rara exclamación, ya que lo
único que sale en el cuadro es la cabeza de la joven, y además tocada con el conocido
turbante azul y limón. Conviene entonces hacernos conscientes de hasta qué punto
nuestra mirada contemporánea tiende a menudo a una visión muy superficial,
hiperestimulada por la avalancha de imágenes de la sociedad de consumo. Nuestra
mirada puede resbalar sobre el cuadro de Vermeer y contentarse con una lectura
hedonista de colores y dibujo, contentarse con la innegable belleza de la modelo o con
su dulce expresividad. Acostumbrados a fotos innumerables sobre nosotros mismos, el
retrato se nos aparece como algo natural, casi convencional.
Sobre los retratos proyectamos además nuestras nociones contemporáneas.Y
consideramos lógico, por ejmplo, que la gente retratada pose con naturalidad. La
fotografía es un arte muy realista, como señala Mirzoeff, pero que precisamente por su
apariencia realista puede generar las mayores mentiras. Nosotros desconfiamos
instintivamente de ello, y la naturalidad de las poses parece ofrecernos un argumento
tranquilizador, una razón para creer y aceptar mejor lo que estamos contemplando.
La naturalidad no solo de la “pose”, también del vestido, del escenario puede
corresponderse también con el deseo contemporáneo de democratizar el retrato
despojándole de los atributos aristocratizantes que siempre le han acompañado. Tal vez
por eso consideramos normal una imagen tan despojada de objetos y elementos como la
Joven de Vermeer. Parece manifestar una gran frescura en la ausencia de detalles, tan
sólo adornada con una perla. Y sin embargo es una mirada casi minimalista, en la que
hay una voluntad muy clara de despojar de todo lo accesorio. Nos basta con acudir a
otros retratos de Vermeer para ver que precisamente el artista suele detenerse en cuanto
hay en torno de las figuras, llena de detalles minuciosos de abundante simbología. Pero
aquí una oscuridad nada caravaggiesca rodea la cabeza de Griet. Un entorno
fuertemente abstracto, que recuerda los escenarios desnudos de algunos santos pintados
por Alonso Cano. Hay una elección de la mirada, por la que la modelo es separada de lo
contingente, de lo que pudiera aludir a circunstancias externas, (salvo su mismo tocado),
y es presentada como un en-si. Ella es lo que se ha decidido que se vea.
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