Los Valores Morales
Enviado por juan240967 • 19 de Julio de 2012 • 1.213 Palabras (5 Páginas) • 555 Visitas
Los Valores Universales
El vocablo “Principio”, desde el punto de vista que nos corresponde establecer en este texto, se refiere a normas de conciencia que rigen la conducta individual del ser humano, también se puede hablar de Valores como un sinónimo adecuado siempre ateniéndonos al tema filosófico como tal. La internalización de estos principios y la interrelación de cada uno configuran la ética individual, y dicha ética debe estar, para ser consecuente con dichos valores, plantada firmemente en la búsqueda del Bien Común, en Hacer lo Correcto y en ofrecer el compromiso tácito de Ganar – Ganar como resultado final de las relaciones humanas.
Los Principios Universales, o los Valores Universales, como quiérase que se llamen, definidos en acepciones de uso común y traducibles a los lenguajes o dialectos hablados en nuestra pequeña burbuja azul, llamada tierra, son, entre otros o de acuerdo a sinónimos que se refieren a los mismos, el Amor, el Respeto, la Paz, la Libertad, la Bondad, la Justicia, la Prudencia, la Responsabilidad, la Honestidad, la Tolerancia, la Solidaridad, la Humildad, la Sencillez, la Laboriosidad, la Perseverancia, la Lealtad, la Generosidad, la Amistad, la Fortaleza y el Agradecimiento.
Cada uno de estos Principios esta entrelazado de manera indisoluble y la aplicación de uno de ellos en la dinámica emocional del individuo implica la activación de varios de ellos o del conjunto general de los Valores citados. Por ejemplo, al ser tolerante se activan de inmediato el Amor, la Justicia, el Respeto, la Solidaridad y la Humildad, amén de otros que inciden directa o indirectamente en la aplicación del primer principio mencionado.
Por supuesto que la decisión de vida que se toma apegada a los valores y establecida en la rigurosidad estricta a su aplicación en cuerpo y alma nos estaría conformando la imagen clara de la Santidad, y, seamos realistas, esta Santidad es sencillamente el ideal de la perfección, pocas personas alcanzan ese grado o claridad espiritual y el resto de los mortales, el 99,99 por ciento de nosotros somos tan solo humanos, cargados de angustias, alegrías, penas, afectos y frustraciones. Pero, no obstante, el manejo adecuado de los Principios y el apego a las normas (siempre y cuando dichas normas sean acordes con los Derechos Humanos y el respeto a la vida humana) permiten conformar una sociedad un poco mas justa y posibilita un mayor nivel de desarrollo y, por ende, de mayor justicia social.
No estoy tratando, para ser claro, de caer en el diseño de una nueva utopía pues es muy claro que el alcanzar la conformación de una ética social mundial es un sueño temerario. La realidad es que el ser humano es, y lo vuelvo a mencionar, susceptible a errar, a tropezar una y otra vez con la misma piedra y capaz de exacerbar, con una constancia casi suicida, los vicios mas bajos y las perversiones mas viles; el ser humano por formación o por conformación psicológica puede ser un Santo o el peor de los demonios.
Imagine al comandante de un campo de concentración nazi, un hombre común puesto al mando de un lugar que existe tan solo con el fin del exterminio sistemático de todo un pueblo. Hombres, mujeres y niños, esclavos y victimas del comandante, una sola palabra suya y el resultado era la vida o la muerte. Ahora imagine a ese mismo hombre regresando del campo de exterminio a la ciudad donde residen su esposa y sus hijos, allí recibe el cariño y el respeto de su familia y vecinos, es una figura heroica que lucha por la gran Alemania, un honroso militar que preserva el orden y el progreso establecido por el glorioso Tercer Reich y su líder Adolfo Hitler. En su faceta
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