Los años Del Tropel

Historia de la violencia en Colombia entre 1946 y 1966, cuando los partidos Conservador y Liberal estaban enfrentados para definir el poder político. Relato contado desde siete puntos de vista diferentes, siete personajes que estuvieron involucrados de una u otra forma en dicha época, unos como el “Chimbilá” que cuentan como asesinaban, maltrataban y desplazaban de sus hogares a cualquier liberal que se les atravesara, y otros como Ana Julia, que siendo liberal, tuvo que pasar por momentos inimaginables, llenos de dolor y plagados de sangre.

Se muestra como personas cegadas por la sed de poder y la firme convicción de defender un color llegan a cometer crímenes atroces e inhumanos que hasta la iglesia, en medio de su errónea ideología, aplaude y apoya fielmente, claro está, cuando del conservatismo se trata. Una nube de corrupción oscurece los campos colombianos, inundándolos de un rojo, no liberal, sino un rojo muerte, un rojo sangre que pertenece a todo un pueblo, que sin importar su inclinación política, fueron masacrados en sus propios hogares.

Es un libro que nos da la oportunidad de reflexionar y de entender muchas de las situaciones que hoy se presentan en nuestros gobiernos y nuestra sociedad, como un claro ejemplo, nos muestra como se crearon las guerrillas y cuenta cómo los jóvenes de la época fueron arrastrados por la misma situación y quedaron sin más salida que unirse para combatir aquellas injusticias que hasta el día de hoy se siguen presentando.

Podemos evidenciar como tema central aquella violencia que vivió nuestro país y que ahora, cabe aclarar, sin tanto barbarismo se sigue experimentando, seguimos siendo una sociedad intolerante y que en combinación con nuestros gobernantes, que sólo buscan dinero, poder y renombre, somos una bomba de tiempo, la cual si no despertamos y hacemos un cambio en nuestra mentalidad política, explotará y veremos de nuevo como el país que hemos logrado construir se desmorona.

En mi opinión personal, no puedo más que repudiar todos aquellos actos inhumanos, toda esa sangre derramada, todo el dolor que sufrió mi pueblo, es vergonzoso pensar como alguien puede ser tan estúpidamente ciego y no darse cuenta que sin importar un color o un partido político seguimos siendo un pueblo, un pueblo que debe luchar junto para progresar, un pueblo que aunque ha sido mil veces derrotado, todavía tiene con que salir adelante y que lo único que nos hace falta es unirnos y dejar atrás todos aquellos prejuicios que nos atan

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