Los juegos en el aula: Educar en el Siglo XXI.

Los juegos en el aula: Educar en el Siglo XXI:

En las últimas décadas, el sistema educacional ha demostrado ir en picada, como un espiral en declive. Nuestros estudiantes cada vez están menos interesados en las diferentes disciplinas que se enseñan en la escuela. Esto se debe a que las instituciones y sus cuerpos docentes no tienen conocimiento sobre como contrarrestar el gran impacto que tiene la tecnología en la vida de nuestros jóvenes, los cuales muchas veces funcionan como un distractor muy potente, y contrastan más la diferencia de las experiencias que los estudiantes pueden tener. Que preferirá un estudiante ¿un videojuego, que funcione con un sensor de movimiento? ¿O aprender en un aula, sentado, mirando y escuchando al docente de turno? No hace falta responder a estas interrogantes. La diferencia de estímulos es evidente: un gran porcentaje de  estudiantes ya tienen asociada la idea de que la escuela es sinónimo de aburrimiento.

Esto no es un aviso de precaución, es una afirmación: hemos entrado en un estancamiento educacional, debido a que no recurrimos a las diferentes ciencias que nos pueden aportar, como educadores, nuevas metodologías y estrategias, que se adecúen al contexto que estamos viviendo. Necesitamos un cambio.

Pero aquí viene la parte crítica: de la mano del aburrimiento, va acompañada la desmotivación, por parte de nuestros estudiantes. Está comprobado, desde las neurociencias, que la motivación es un factor fundamental para que exista un aprendizaje real, significativo y aplicable, meta de todo docente dentro del aula. Por ende, si un estudiante no se encuentra motivado por lo que tiene que aprender, el aprendizaje de ese estudiante será, efectivamente, de mala calidad. Para aprender, se necesita estar motivado.

Por esto, como docentes, necesitamos dar la pelea, para motivar a nuestros estudiantes, con el fin de lograr el tan anhelado aprendizaje significativo y duradero. La solución para mejorar este estancamiento requiere esfuerzo. Todo cambio requiere un esfuerzo. Sin embargo, en esta ocasión, es muy simple. Necesitamos cambiar la manera de como nosotros impartimos clases dentro del aula. Existen muchas alternativas, pero voy a recalcar la que, en mi opinión, apela a uno de los instintos primordiales que tenemos como animales: los juegos.

 Desde el punto de vista biológico, en neurociencias, específicamente, se comprobó que los juegos actúan directamente en el organismo de cualquier ser humano. Esto se corrobora, ya que al jugar, según diversas investigaciones, causa un efecto directo en el organismo: se segrega una serie de hormonas extremadamente beneficiosas, como la serotonina y dopamina, las cuales mejoran el buen humor, la concentración, la atención, las capacidades intelectuales y la motivación. 

El uso de los juegos, como herramienta pedagógica, es potencialmente uno de los mejores recursos que los docentes pueden utilizar, siempre vinculado con el aprendizaje del estudiante, claro está, porque: ayuda a desarrollar la sociabilización, la perseverancia, la resiliencia, ayuda al desarrollo motor. A partir de lo mencionado, se considera que el juego es extremadamente versátil y aplicable a todos los contextos. El simple hecho de escapar de la rutina cotidiana  ya puede motivar a los estudiantes de una forma impresionante.

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