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Los ríos Yuruán Y Cuyuní Y El Niño Pemón Llamado Yuruari


Enviado por   •  16 de Octubre de 2012  •  730 Palabras (3 Páginas)  •  481 Visitas

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LOS RIOS YURUAN Y CUYUNI

Y EL NIÑO PEMON LLAMADO YURUARI

Cuento Inédito

Martin Carol Lima Oronoz

15 de marzo de 2011.

Upata, Municipio Piar, Estado Bolívar, Venezuela.

Al sureste de Venezuela, en un pueblo con un nombre legendario llamado El Dorado, convergen, se unen, se enlazan, se abrazan, dos hermanos milenarios que bañan con sus aguas las tierras y las selvas guayanesas. Sus nombres: el Yuruán y El Cuyuní.

Entre ellos se desarrolló un dialogo que fue escuchado por un pequeño niño pemón llamado Yuruari, que estaba pescando en el lugar donde se encuentran las aguas de estos dos hermanos hídricos. En este sitio se pueden distinguir claramente el color de las aguas de ambos ríos. En tiempos pasados, el Yuruán era de color de champan y el Cuyuní era muy cristalino. Tan limpio que se podía ver el fondo de su cauce.

El Cuyuní se dirigió al Yuruán diciéndole:

_ Hermano Yuruán, ¡cuanto daño nos han hecho los hombres que trabajan sin conciencia la minería en nuestras aguas¡ Ya las mías no son cristalinas como antes. Mi cauce se ha convertido en un tremendo lodazal. Los peces que vivían en mi lecho han desaparecido. Además, con el llamado progreso, las aguas negras han sido vertidas sin piedad en mis riberas.

_ Es cierto hermano Cuyuní. Yo muchas veces sentí envidia de tus aguas tan claras y limpias, pero también sentí orgullo de tener las mías del color del Champán. Hoy día no puedo decir lo mismo. Nos han contaminado con mercurio, han derramado en nuestras aguas sustancias nocivas como el gasoil, mercurio, aceite y gasolina. Han dragado nuestros lechos en busca del codiciado diamante alterando nuestros cauces naturales.

El Cuyuní le responde:

_ Lo mas triste es que al parecer nadie le pondrá freno a tantos abusos; Y no es por desconocimiento, sino por intereses económicos. Nuestras aguas han sido dañadas, nuestros hermanos indígenas ya no pueden consumirlas, los peces han muerto o se han mudado a otros ríos. ¿Será que el hombre no cesará en su fiebre en busca del oro y seguirá destruyendo lo que a la Madre Naturaleza le ha costado tantos años construir?

El Yuruán acota:

_ Hermano Cuyuní, lamentablemente somos portadores de riquezas que le interesan al hombre, quien no piensa en el futuro que le espera en un planeta sin agua. Un mundo convertido en un erial. Sin agua no habrá vida. La vegetación morirá. No habrá por lo tanto alimentos para la humanidad. Nuestros lechos se secarán por la tala y la quema indiscriminada. El calor será agobiante. Ya no habrá agua para calmar la sed. Eso si, el hombre será poderoso y rico, con mucho oro y diamantes, pero con sus días de vida contados.

Al escuchar este diálogo el niño pemón, llamado Yuruari, intervino diciéndoles:

_ Hermanos

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