Manifiesto sobre la tranquilidad

LA TRANQUILIDAD

Erik Antonio Quintero Chitiva

Siempre me he preguntado ¿qué es la tranquilidad?, ¿cómo se alcanza?, ¿en verdad se alcanza? Y ¿cuál es su relación con la felicidad? Las respuestas a estos interrogantes son aún muy confusos para mí, pero a través de esta epístola quiero hacerte participe de lo que, por medios de mis divagaciones, he logrado estructurar.  

En un intento por seguir la heurística que en el sistema educativo se imparte, opté por buscar la definición de esta palabra en el diccionario, encontrando que es un estado de paz y armonía (wordreference, 2014). Esta definición no significó nada para mí, ya que aquellos conceptos de paz y armonía representaban  una noción que no precisamente sé conseguir por un algoritmo, y que en sí mismas no logro definir como concepciones ya interiorizadas.

Por lo anterior, emprendí un proceso individual, de auto-consulta y reflexión, cuya didáctica consistía en esclarecer el significado de la tranquilidad mediante un razonamiento inductivo que tomara las experiencias que considero tranquilas y las despojara de sus características comunes, formando así una idea general y real de lo que ésta significa (para mí).

Evoque un sinfín de situaciones, pero solo unas capturaron mi atención porque en su espacio de tiempo significaron desocupación, y describían la consecuencia de terminar un trabajo o de no tener que cumplir con un horario, es más: de no tener compromisos. Las implicaciones de toparme con tales situaciones fueron desastrosas porque, en un acto de ingenuidad, comencé a concebir la tranquilidad como no hacer nada, y a causa de esto vivencie una serie de acontecimientos que, oprimiendo  mi pasión por la ejecución de acciones, me puso en tensión con mi realidad inmediata.

Así mis días pasaron entre reniego y reniego, hasta que encontré un ensayo de Estanislao Zuleta (2000) donde planteaba que la dificultad es la esencia de la vida, por cuanto en ella y gracias a ella, logramos atisbar, apreciar y experimentar los verdaderos momentos de felicidad. Las palabras de este autor movieron fibras en mi ser, por lo que me dispuse a desarrollar la tarea que, en el pasado, apresuradamente había dado por realizada.

Un nuevo interrogante pasaba a ser parte de mi intriga e inicie una verdadera reflexión en torno a lo que representa el estado de tranquilidad; en el pasado lo había tomado como un objetivo a alcanzar, pero dada la disfuncionalidad que esta concepción trajo, comprendí que la tranquilidad: más que un objetivo es una decisión que debe acompañarnos en los contextos y situaciones que componen nuestra vida, es la expresión más pura de libertad que podemos exteriorizar como voto de fidelidad a nosotros mismos, es la muestra de amor por medio de la cual nos reconocemos completamente y percibimos las dificultades como oportunidad.

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