Mas poderosa que las balas

Más poderosa que las balas

        Matías Cazas

6º

Nelson Mandela dijo que “La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo”. Esta frase representa la importancia de la educación en la vida del ser humano, en la formación de sus ideas y pensamientos, en sus acciones. Las últimas impactan no solo en la vida del sujeto, sino también en la sociedad.

Se cree que en los últimos tiempos, la humanidad presenta una “crisis de valores”. Esta “crisis”, ha generado múltiples demostraciones de violencia, la pérdida del respeto por la vida propia y del otro, la falta de sensibilidad y la falta de solidaridad con el otro. Esto puede llevarnos a pensar que hay algo que está fallando en el proceso de formación que están recibiendo las personas. Es decir, en la escuela se está una cantidad de horas interesantes de las 24 que posee el día, durante cinco días de la semana. Entonces la educación juega un papel sumamente importante en la formación de las capacidades y habilidades de las personas.

Pese a que al día de hoy la educación es gratuita y está al alcance de la población (al menos en Argentina), y gracias a la globalización todas las personas tienen cada vez más acceso a la información y al conocimiento a través de la tecnología, es extraño que la humanidad presente esta “crisis de valores”. Parece que mientras más conocemos del mal y las consecuencias que trae, más queremos acercarnos a él.

Entonces, ¿Qué nos enseñan en las escuelas?

La historia nos ha demostrado que la educación a través de la transferencia de conocimiento no es suficiente. Ha habido muchos casos de crímenes contra la humanidad y genocidios perpetrados por personas altamente inteligentes y con una buena preparación académica. Así también como en los casos de la corrupción, masacres e injusticias que han sido perpetrados por personas bien educadas.

La historia nos muestra profesionales llevando a cabo actos de violencia y discriminación, contra personas consideradas “diferentes”. Y en las noticias se muestran a jóvenes formados o siendo formados en universidades reconocidas a nivel mundial o en centros de estudio con mucha importancia, llevando a cabo hechos de vandalismo producto del odio, la discriminación y la intolerancia.

Entonces necesitamos que las escuelas brinden una educación que les proponga un proceso continuo de auto-superación. Que las escuelas formen personas que a diario contribuyan a una cultura de paz en la sociedad y en el mundo.

Para esto se necesita “educar en el corazón”.

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