Micro Economia
Enviado por jorge • 12 de Mayo de 2014 • 915 Palabras (4 Páginas) • 228 Visitas
El prólogo de Periquillo Sarniento
Cuando escribo mi vida, es sólo con la sana intención de que mis hijos se instruyan en las
materias sobre que los hablo.
No quisiera que salieran estos cuadernos de sus manos, y así se los encargo; pero como no
sé si me obedecerán, ni si se les antojará andar prestándolos a éste y al otro, me veo precisado
(para que no anden royendo mis podridos huesos, ni levantándome falsos testimonios) a hacer
yo mismo y sin fiarme de nadie, una especie de Prólogo; porque los prólogos son tapaboca de
los necios y maliciosos, y al mismo tiempo son, como dijo no sé quién, unos remedios
anticipados de los libros, y en virtud de esto digo: que esta obrita no es para los sabios, porque
éstos no necesitan [XIV] de mis pobres lecciones; pero sí puede ser útil para algunos
muchachos que carezcan, tal vez, de mejores obras en que aprender, o también para algunos
jóvenes (o no jóvenes) que sean amigos de leer novelitas y comedias; y como pueden faltarles
o no tenerlas a mano algún día, no dejarán de entretenerse y pasar el rato con la lectura de mi
vida descarriada.
En ella presento a mis hijos muchos de los escollos en donde más frecuentemente se
estrella la mocedad cuando no se sabe dirigir, o desprecia los avisos de los pilotos
experimentados.
Si les manifiesto mis vicios no es por lisonjearme de haberlos contraído, sino por
enseñarles a que los huyan pintándoles su deformidad; y del mismo modo, cuando les refiero
tal cual acción buena que he practicado, no es por granjearme su aplauso, sino por
enamorarlos de la virtud.
Por iguales razones expongo a su vista y a su consideración vicios y virtudes de diferentes
personas con quienes he tratado, debiendo persuadirse a que casi todos cuantos pasajes refiero
son ciertos, y nada tienen de disimulado o fingido sino los nombres, que los he procurado
disfrazar por respeto a las familias que hoy viven.
Pero no por esto juzgue ninguno que yo lo retrato; hagan cuenta en hora buena que no ha
pasado [XV] nada de cuanto digo, y que todo es ficción de mi fantasía; yo les perdonaré de
buena gana el que duden de mi verdad, con tal que no me calumnien de un satírico mordaz. Si
se halla en mi obrita alguna sátira picante, no es mi intención zaherir con ella más que al
vicio, dejando inmunes las personas, según el amigo Marcial:
Hunc servare modum nostri novere libelli:
parcere personis, dicere de vitiis.
Así, pues, no hay que pensar que cuando hablo de algún vicio, retrato a persona alguna, ni
aun con el pensamiento, porque el único que tengo es de que deteste el tal vicio la persona que
lo tenga, sea cual fuere, y hasta aquí nada le hallo a esta práctica ni a este deseo de
reprensible. Mucho menos que no escribo para todos, sino sólo
...