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Mitos Y Leyendas


Enviado por   •  4 de Marzo de 2013  •  6.435 Palabras (26 Páginas)  •  486 Visitas

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El Mito de las Cuevas

En todo el territorio venezolano, los indígenas de las diferentes tribus compartían la creencia de que eran las cuevas los pasadizos hacia el más allá. Cuando alguien de la tribu moría, se hacía una especie de ceremonia a la entrada de la caverna. Si no se escuchaba ningún ruido durante el rito, se daba por entendido que el alma del difunto había pasado sin problemas al otro mundo. En cambio, si se escuchaban ruidos se suponía que el espíritu del familiar o amigo muerto estaba siendo enjuiciado y castigado por sus faltas cometidas en esta vida. Muchas veces se escuchaban esos ruidos, debido a los animales que habitan en las cuevas. Es por esto que los murciélagos y demás animales nocturnos alados eran considerados como los transportadores de las almas.

Waraira Repano

La ciudad de Caracas está enclavada en un hermoso valle. El Ávila es el nombre con que se conoce a la montaña que bordea el Norte de la metrópoli. En tiempos precolombinos recibía el nombre de Waraira Repano, que significa algo así como: "la ola que vino de lejos" o "la mar hecha tierra". Según los mitos de los indígenas venezolanos, en tiempos antiguos no existía la montaña. Todo era plano, se podía ver hasta el mar. Pero un día las tribus ofendieron a la gran Diosa del mar y ésta quiso acabar con toda el pueblo. Entonces se levantó una gran ola, la más alta que se había visto y toda la gente se arrodilló o e imploró perdón de todo corazón a la Diosa y justo cuando iba a descender la ola sobre ellos, se convirtió en la gran montaña que hoy existe. La Diosa se había apiadado y había perdonado a la tribu.

La Sayona

La leyenda original de La Sayona narra básicamente la historia de una mujer muy celosa, que MATÓ a su esposo y a su madre pensando que estos tenían un romance. Su madre, en la agonía de la muerte, la maldijo, diciéndole "Sayona serás para siempre, y en nombre de Dios, que así sea". Desde ese entonces su alma en pena vaga sin descanso ni paz, persiguiendo a los hombres infieles para conquistarlos y luego matarlos. Hay muchas versiones pero todas concuerdan en que es una hermosa mujer de largos cabellos negros, que persigue a los hombres mujeriegos.

Siempre se suele terminar esta narración con advertencias como:

"Por lo tanto, es mejor que aquellos hombres que disfrutan engañando a su pareja, se lo piensen bien antes que se le aparezca La Sayona".

La leyenda del Momoy

Los Momoyes, Mamóes o Mumúes son unos duendes del folklore venezolano, habitantes de la zona andina desde tiempos precolombinos. Los Momoyes son descritos como pequeños hombrecitos de unos 40 cm de altura. Pueden estar vestidos a la manera india, adornando su cuerpo con plumas, hojas y flores, ayudándose a caminar con un bastón. También se los describe como ataviados por enormes sombreros y barba. Habitan las zonas de Mérida y Trujillo, especialmente sus lagunas y ríos. Se las describe como criaturas benignas, traviesas, y defensoras del medio ambiente. Por su carácter de duendes protectores de las sementeras, la agricultura y el medio ambiente en general, se cuentan anécdotas acerca de las airadas reacciones que los Momoyes pueden tener hacia aquellos visitantes de la selva que dejan sus desperdicios contaminantes en forma desaprensiva. Se cuenta que un Momoy devolvió, arrojándosela violentamente a su dueño, una lata de refresco que previamente éste había intentado hundir en una laguna. También se cuenta de un Momoy del Páramo de La Culata (Mérida) de personalidad muy violenta, y que azotaba con su bastón a los viajeros que acampaban en el lugar, especialmente si no eran cuidadosos con sus desperdicios. A los Momoyes les gusta hacer víctimas a los viajeros de sus bromas pesadas, las cuales generalmente no son más terribles que el esconderles o extraviarles alguno de sus enseres domésticos. Por lo demás, su presencia es percibida por todo tipo de actividades, como por ejemplo cantando, silbando, etc. De todos modos, si los viajeros no quieren ser molestados por los Momoyes, les bastaría con ignorarlos, actitud que no podrían soportar.

El Hachador de Ospino:

Desde tiempos muy lejanos, cuentan los ospineros más longevos y conocedores de las leyendas del llano, sobre la presencia de un hachador que se escuchaba en las montañas y bosques de la región.

Algunos, como Lucas Zamora y el doctor Raúl de Pasquali, dijeron que se trataba de un leñador que se levantaba muy temprano a cortar palos secos para luego venderlos por tercios en el poblado. En esa época se usaban los fogones de leña, pues todavía no se conocían las cocinas a kerosene o gas.

Otros dicen que se trata del ánima de un hombre, quien deseoso de hacer su propia urna frecuentaba la montaña en busca de madera. Leyendas. Edo. Portuguesa

El Encadenado de Píritu

Se cuenta que en la década de los años cincuenta era usual en Píritu, sobre todo en la Semana Santa, escuchar entre las 12 pm y la 1 de la madrugada un ruido inconfundible de cadenas que un sujeto invisible arrastraba desde la quebrada de Leña hasta el cementerio, pasando, extrañamente, por la carrera siete. Leyendas Edo. Portuguesa

EL SILBON

Espíritu vagabundo por matar a sus padres.

El Silbón es un personaje muy popular en los llanos de Portuguesa. Se dice que era un muchacho indómito, hostil y de mal proceder, que en un arrebato de ira se enfrento a su padre y lo mató. Por eso fue condenado a vagar por siempre, con los huesos de su padre en un saco. Sus tétricos silbidos se escuchan en la sabana. Si se oyen cerca es porque está muy lejos pero si se escuchan lejos hay que prepararse para correr

Después de asesinar a su padre, el hombre fue castigado con un mandador de pescuezo (típico del llano), al tratar de huir fue mordido por un perro tureko, para concluir el castigo su abuelo regó sobre sus heridas gran cantidad de ají picante. El recuerdo y mención de lo sucedido libra a las personas de ser atacadas por este espíritu errante conocido como el silbón.

El Silbón se presenta a los borrachos en forma sombrío. Otros llaneros le dan forma de hombre alto y flaco. Usa sombrero y ataca a los hombres parranderos y borrachos, a los cuales chupa el ombligo para tomarles el aguardiente.

La tradición explica que al llegar el silbón a

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