NO SEAS AMABLE.

Si ello es beneficioso o perjudicial para ésta u otras obras el tiempo lo dirá, supongo que muchas aguantarán el tirón por la calidad y por la profesionalidad mientras otras quedarán colgadas con una etiqueta del tipo “se pensó cuando comenzaba a apreciarse como arte al comic…”.Ahora y por el momento, además de con los tiempos de crisis que corren, nos llega una obra más de corte personal o personalizado -al buscar paralelismos con los posibles Raúles de entre treinta y cuarenta años que se sientan próximos a él, algo de identificación puede darse-.

Pero para centrarnos exagerando o generalizando, a pesar de no ser conveniente hagámoslo, estas obras poseen concomitancias con los trabajos de los alternativos americanos en su vertiente crítico existencial; con la deformación y lo caricaturesco de los Blain y compañía; con la ilustración infantil y su diseño ágil y dibujo personal de fácil comprensión (lo que no equivale a dibujines para infantes o malos dibujos)...; y como colofón con lo más importante que es el bagaje cultural de los autores. De esta amalgama resultará una Novela Gráfica con un tema de tendencia social o tendenciosamente social, ambos valen.

Sea la escuela comiquera o producto cultural, se tiende a producir sucedáneos, si no en la transcripción parcial o total del sentir yanqui (Clowes, Ware, Matt, Burns, etc.), sí en las coincidencias vitales comunes a nuestro occidentalismo (intimismo francés con su amplio espectro desde el costumbrismo rural al sofisticado aburguesado medio y alto). Falta de justicia social, crisis económicas o existenciales, pasados hippies lejanos o mayo del sesenta y ocho, reconversiones industriales, inconformismo frente a aquello heredado sea el cinismo político o la corrupción, el medio ambiente polucionado o la falta de libertades…qué se yo…Muchos de un lado y otro del Atlántico nos hacen llegar la parte humana de todas estas incidencias más ese otro lado bien visible, leído y palpable en No Seas…; me refiero al lado depresivo. A un tono dentro de estas obras que empuja a muchos directamente a ni pensarse en comprar este tipo de cómics, pues buscan entretenimiento, no comeduras de tarro mejor o peor tratadas.

Y es que algo sintomático de lo expuesto viene por parte de sus editores. Es ya común y nada ruborizante -lo digo por apuntarse y apuntalarse en la moda de la Novela Gráfica como formato, más que como definición de un medio artístico- la creación de colecciones o sellos con denominación de “Novela Gráfica” dentro de editoriales de renombre. La Cúpula ya dispone de un buen puñado, el último caso este volumen que reseñamos, y la otra editorial es Glénat, española con sus “Vacaciones” y “Gauguin”, el primero reseñado también recientemente aquí y el segundo aparecerá este mes.

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