Narración y descripción

Tema 2 proyecto 2: Narración y descripción

Una narración es el relato de unos hechos reales o imaginarios que les sucede a unos personajes en un lugar. Cuando contamos algo que nos ha sucedido o que hemos soñado o cuando contamos un cuento, estamos haciendo una narración.

Describir es explicar, de forma detallada y ordenada, cómo son las personas, los lugares o los objetos. La descripción sirve sobre todo para ambientar la acción y crear una atmósfera que haga más creíbles los hechos que se narran. Muchas veces, las descripciones contribuyen a detener la acción y preparar el escenario de los hechos que siguen.

Ejercicio: anota en el recuadro una “N” si en el párrafo predomina la narración o una “D” si predomina la descripción.

Al salir de esa casa, a lo lejos, en una ventana del segundo piso, pude observar a una mujer anciana de aspecto apergaminada, de traje oscuro y burlona, que acariciaba un mugriento cartel colgado en uno de los vidrios de la ventana; decía “Alquilo cuarto para estudiante”.

Tic tac. Despierto. Miro hacia mi derecha y me encuentro con un reloj que marca las once de la mañana. Dormí demasiado. No recuerdo donde estoy. Trato de levantarme pero una punzada en la cabeza me lo impide. Me llevo la mano a la frente y sienta la sangre seca en mi cabello. Tic tac. Las manecillas del reloj se mueven con infinita lentitud mi cabeza estalla. Tic tac. Al fin me levanto.

Luis solía tener problemas para dormir desde que vio una película de terror que sus padres le había desaconsejado. Él se hizo el valiente pero pasó uno de los peores ratos de su vida viendo aquella historia de fantasmas. Sin embargo no admitió nunca que le hubiera asustado aquella grotesca película donde aparecía sangre, vísceras y entes demoníacos que removían sus entrañas y pavores más íntimos, no quería oír un ya te lo dije, de sus padres.

Era un hombre bajo, con mala dentadura, de poco cabello canoso y cejas esporádicamente pobladas como la de todo japonés. Sus labios apretados, fruncidos en forma eterna en sus esquinas en una mueca de reproche por su carácter rancio, le daban una impresión de no quererse ni a sí mismo; cosa que no pasaba desapercibida entre la gente que tenía la mala suerte de conocerlo.

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