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Navegación en Internet y manejo de texto en Word


Enviado por   •  29 de Enero de 2012  •  1.610 Palabras (7 Páginas)  •  678 Visitas

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Navegación en Internet y manejo de texto en Word

Nombre: BERENICE DEL VALLE SEGURA Usuario: DS105073 Fecha de nacimiento: 18/01/86

Estado de nacimiento: NAUCALPAN DE JUAREZ. EDO DE MÉXICO CURP: VASB860118MMCLGR07 Cuenta de correo: BERENICE_DEL_VALLE@HOTMAIL.COM

Teléfono: 4961092704 Escuela donde labora: “BENEMERITO DE LAS AMERICAS” Nivel educativo en que labora: PRIMARIA

Ciudad y Estado: SAN LUIS POTOSI, S.L.P

Portal o página visitado (Dirección electrónica) Secciones de interés en dicho portal Información relevante

www.aal.idoneos.com/index.php/Revista/A%C3%B1o_2_Nro._1/Leer_por_placer

Leer por placer Nos dice que con el paso del tiempo los libros se transformaron en objetos aburridos, que no llamaban la atención. Pero llega un momento en el cual nos surge la necesidad de saber, la inquietud de imaginar con la lectura, y cuando nos gusta un tema o tenemos la necesidad de saber más, surge la lectura por placer.

www.monografias.com/trabajos16/metodo-lecto-escritura/metodo-lecto-escritura.shtml#PROCESO

Proceso de “aprendizaje” de la lectura

La lectura es un proceso continuo de comunicación entre el escritor y el lector, expresada a través de códigos que nos permiten interpretar las emociones, sentimientos e ideas.

http://www.google.com.mx/url?sa=t&source=web&cd=8&ved=0CGgQFjAH&url=http%3A%2F%2Fredalyc.uaemex.mx%2Fpdf%2F356%2F35601102.pdf&ei=HeCUTuP_M6-fsQLC1Z3vAQ&usg=AFQjCNER5tIDgoUMV06wNuXI0rtdkC8qiQ

Dificultades de Aprendizaje de la Lectura y la Escritura. La lectura nos menciona que existe una gran variedad de problemas que obstruye a l buen aprendizaje de la lectura; uno de ellos es que algunos niños tienen problemas para diferenciar símbolos simples como b y d, o en sonidos del habla.

En esto también influye su condición social, su personalidad, interés, expectativas y comprensión.

Leer por placer: leer para siempre

Bettina Caron

Con la lectura pasa algo parecido a lo que nos ocurre con el amor, con los amigos entrañables y a lo que también sentimos con algunos objetos, lugares y recuerdos que nos acompañan a lo largo de toda la vida.

Esos que van cambiando con nosotros, que se van transformando y adquiriendo nuevos significados, pero que permanecen.

Porque la lectura estuvo siempre. Cuando éramos muy pequeños a través de las canciones de cuna, una de las primeras formas de comunicación, con la palabra.

Un poco después llegaron las rimas, los cuentos para ir a dormir, las adivinanzas, los trabalenguas, las rondas. Pero siempre las palabras, las palabras mediadoras entre las emociones y la necesidad de acompañamiento, de comunicación, de transmitir "esas cosas" que van más allá de las palabras.

En un momento posterior al de esa primera infancia, la lectura comenzó a transformarse en algo diferente y las palabras, también. En algo frío y formal que los adultos solían calificar como correctas o no, como claras o confusas, como verdaderas o falsas y las consideraron también como buenas o malas palabras.

¿Qué fue lo que pasó entre ellas y nosotros, en aquel momento? ¿Qué, para que cuándo comenzábamos a adueñarnos de ellas en la escuela, cuando empezábamos a aprender a leer y a escribir, para que justo cuando creíamos que iban a ser nuestras para siempre, todo ese universo cambiara tanto? ¿Tanto, que casi las perdemos?

Porque tan distintas comenzaron a sonar que parecían de otro idioma, no del nuestro, no de aquel idioma que nos acunó y con el que nos comunicábamos tan bien y tanto, con el que reíamos y llorábamos porque las palabras nos conmocionaban y nos ayudaban a sentir el mundo, no solo a conocerlo, a vivirlo también

Y, por supuesto, algo muy parecido nos ocurrió con los libros, como es lógico. Con aquellos primeros libros que guardaban historias que queríamos escuchar una y mil veces sin cansarnos de oírlas y de leerlas adivinando los misterios que escondían las letras, las imágenes, la modulación de la voz de la abuela, la mirada, los gestos, los silencios ... Todo aquello era una ceremonia de emociones y de intensa comunicación; un encuentro con el placer, un placer sensitivo, humano, transformador que nos dibujaba sonrisas o gestos de miedo, tristeza, intriga, amor, enojo, impaciencia, desilusión ...

Así llegó un momento• en que los libros se transformaron en objetos aburridos, forrados de azul, con etiqueta, con muy pocas o feas ilustraciones, con palabras muy elegantes pero que nos hablaban de cosas que no nos interesaban, que no tenían nada que ver con todo aquel mundo de antes ... Libros que no se podían leer en el piso, ni prestar, ni dibujar, ni sentir como propios. Pero eso sí, había que leerlos igual. Teníamos el deber de leerlos. La obligación de leerlos, para aprender, para saber, para entrar al mundo de los grandes, de los que todo lo saben.

Pero la fuerza de la imaginación, la fantasía y el deseo de soñar despiertos y de emocionarnos a solas nos hizo encontrar una estrategia, un camino transgresor y a veces prohibido por los adultos: el de las lecturas a la hora de la siesta; esas lectura robadas, escondidas, secretas ... Comenzaba a abrirse esa brecha, cada vez más grande,

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