Necesidad Y Deseo
Enviado por lele3000 • 19 de Mayo de 2015 • 2.284 Palabras (10 Páginas) • 237 Visitas
unto de partida del psicoanálisis es que el hombre es un viviente, pero un viviente que habla. El lenguaje transforma al ser humano en lo más profundo de sí mismo, lo transforma en sus afectos, en sus necesidades, lo transforma incluso en su cuerpo. En efecto, nada más venir al mundo, la cría humana es capturada por una estructura que le preexiste. Esta estructura es la del lenguaje. A partir de esta captura por la red del lenguaje, la relación con su propio cuerpo y con el de los demás, ya no va a ser una relación puramente natural.
Así, el acto más simple, el de comer, por ejemplo, aparece rodeado de rituales, y, en tantos casos, cargado de síntomas. La actividad sexual no escapa a esta regla, es si no la ocasión de angustia. En suma, por el hecho de que habla, las necesidades biológicas, quedan profundamente trastocadas en el hombre, perdidas en su naturalidad, para transformarse en esa otra realidad específicamente humana que Freud nombró deseo.
Las exigencias de la vida del organismo para su supervivencia pueden ser llamadas necesidades. Con este término se introduce, pues, la noción de una falta que busca su complemento y que puede acertar a encontrarlo a través de ese comportamiento típico de la especie que llamamos instinto, por el cual el organismo se las ingenia para encontrar el objeto de la necesidad adecuado a la supervivencia del individuo y de la especie.
El Deseo, en el sentido de Freud, el deseo inconsciente, ese deseo que es siempre singular de un sujeto, y no propio de la especie, es un deseo que, a diferencia de la necesidad, no camina en el sentido de la supervivencia y la adaptación. Es un deseo que por el contrario daña, es al mismo tiempo un deseo indestructible, un deseo que no se puede olvidar porque es esencialmente insatisfecho. A diferencia de la necesidad, no es una función vital que pueda satisfacerse, pues en su surgimiento mismo está coordinado con la función de la pérdida.
Es cierto que Freud nos habla de realización de deseos, pero ¿no nos dice algo acerca de la realización del deseo el hecho de que sea precisamente en el sueño donde Freud lo descubre? Realización del deseo, sí, pero en el tejido del sueño, de la alucinación. ¿Y qué puede tener que ver con la necesidad biológica un deseo que se cumple, que se realiza en el tejido del sueño, esto es, en el símbolo, en el lenguaje?. Freud nos va a presentar un esquema del aparato psíquico que rompe con el principio de la homeostasis, es decir, de la satisfacción de la necesidad, para introducir una nueva forma de satisfacción - la realización alucinatoria del deseo- que para nada concuerda con la adaptación vital, más aún, la contraría.
En la cría humana hay algo que la diferencia del resto de los organismos vivientes, y es el hecho de que no puede realizar por sí misma, y durante mucho tiempo, el trabajo de la acción específica, sino que en su desamparo originario necesita de un Otro que realice para él dicho trabajo. Otro cuya atención el bebé atrae mediante el grito, el cual adquiere, nos dice Freud, una función de comunicación, función en la que Lacan se apoyará precisamente para formular su concepto de demanda. Una vez que este Otro ha realizado para el bebé dicho trabajo, y le aporta el objeto de la necesidad, el bebé experimenta una vivencia de satisfacción que suprime el estado de tensión emanado de la necesidad. Ahora bien, Freud subraya que esta experiencia de satisfacción deja en el ser hablante una huella, una huella mnémica, de tal modo que cuando el estado de necesidad vuelva a surgir, el sujeto no espera a que el Otro le aporte el objeto de la necesidad, sino que en ese momento surge también un impulso que rememora la huella que dejó la primera satisfacción provocando su reaparición bajo forma alucinatoria. Tal impulso a volver a evocar la huella, la percepción enlazada con la primera satisfacción, es lo que Freud califica de deseo y la reaparición de la percepción bajo forma alucinatoria es la realización del deseo. El deseo tiende por tanto, no a la necesidad, sino a la huella, y produce el olvido del camino que satisfaría la necesidad condenando al sujeto a una búsqueda.
El niño tiene hambre, pide, mama y se duerme calmada su hambre y sin embargo al dormir alucina el seno, como si no estuviera satisfecho. El seno que aparece en la alucinación es el objeto de un niño satisfecho respecto de su hambre, pero insatisfecho respecto de su deseo. Es decir, que lo que el niño alucina no es el objeto de la necesidad, sino el objeto para siempre perdido del deseo. Pérdida del objeto que inferimos precisamente a partir de la alucinación. La alucinación es una tentativa de recuperar lo que se perdió, pero al mismo tiempo una confirmación de que algo se perdió .En verdad, nos dice Freud, si este sistema se hallase equilibrado, esto es, si encontrara en la alucinación el placer que busca, el sujeto nunca se abriría a la realidad.
El objeto perdido que causa el deseo y que, más allá de la realización alucinatoria del mismo, continúa empujando al sujeto en una búsqueda incesante, búsqueda que precisamente impondrá el abandono de la alucinación y el rodeo por la realidad exterior, para tratar de reencontrar ese objeto perdido, respecto al cual, sin embargo, todos los objetos encontrados en la resultarán siempre insatisfactorios.
La necesidad animal implica un organismo en relación directa con su objeto. En el ser humano esta relación aparece perturbada por el hecho de que la necesidad tiene que pasar por el desfiladero de las palabras. Es decir, el sujeto signado por la necesidad, se verá obligado a pedir, a demandar, se encontrará con el lenguaje, y ello antes incluso de que aprenda a hablar. Pensemos en el grito del infans como algo en su pura naturalidad prelinguistica, como descarga motriz ante una necesidad. Este grito es inmediatamente interpretado por el Otro en términos de lenguaje y transformado en la demanda de un sujeto: me pide mamar, me pide agua, me pide...En esta transformación del grito en demanda la necesidad originaria que vehiculaba ese grito queda perdida, desviada en su pura naturalidad biológica al depender del poder de la lectura de un Otro. El término deseo se puede situar como el resultado de esta sustitución de la necesidad
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