No sé, No Hablo.

No sé, no hablo.

¿Por qué a veces es más fácil asentir como un autómata que expresar la propia opinión? En muchas ocasiones parece un asunto sencillo hablar sobre algo que no se conoce bien o nos es totalmente desconocido, pues se confía uno de sus capacidades como orador, que todo lo puede. Pero, qué tan oportuno será dar argumentos –probablemente falaces- en temas de los que no se tiene la menor idea. Quizá usted, pueda utilizar las mejores palabras que su cerebro almacene y puede funcionar medianamente bien una que otra vez pero hablar sin tener la razón, no siempre traerá los mejores resultados. Al dar una opinión sobre algo se estará siempre expuesto a el bombardeo de otros con preguntas y/o refutaciones de lo que decimos y nuestros argumentos de no ser fuertes – que es lo más seguro ante el desconocimiento del tema del que se habla- pueden debilitarse fácilmente, usted terminará diciendo cosas que no vienen al tema, ofuscado, y con ganas de demostrar que sí sabe de qué esté hablando –aunque realmente no lo sepa-.

Usted probablemente no se dé por enterado pero a veces también el necio no es solo uno, a veces la otra persona tampoco tiene la razón ni sabe lo que está haciendo. A veces, es mejor decir sí, como una especie de robot que está programado para mover su cabeza de arriba abajo cuando le dicen algo. Porque nadie nos afirma que nuestra opinión sea aceptada, que lo que queremos decir será entendido por todos o algunos. Pero si usted se empeña en debatir sobre un tema que muy seguramente creará gran controversia y no está seguro de cómo defender lo que expone, recuerde que como nos enseña Wittgenstein, de lo que no se puede hablar, es mejor callar.

MARIAN VALOYES CHAVERRA.

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