"No te rías, Рepe" Кeiko Кasza
Enviado por jmfabian590214 • 20 de Septiembre de 2013 • Resumen • 3.559 Palabras (15 Páginas) • 705 Visitas
NO TE RÍAS, PEPE
KEIKO KASZA
Pepe es una pequeña zarigüeya que no para de reír. Su madre, preocupada, decide enseñarle algo muy importante: hacerse el muerto para defenderse de sus enemigos. Para motivar a su hijo, Mamá zarigüeya le promete a Pepe una deliciosa torta de insectos como recompensa si es capaz de aprender esta forma de defensa. Pero al pequeño le cuesta mucho trabajo dejar de reír y no puede evitar hacerlo cuando su madre lo olfatea como un zorro, lo hurga como un coyote o lo sacude como un gato mon¬tés. Un día, Mamá zarigüeya lo lleva a practicar fuera, con la idea de simular un encuentro con un oso. Justo en ese momento aparece un oso real, y gruñe tan ferozmente que Pepe y su madre caen de inmediato al suelo para hacerse los muertos. El oso olfatea y sacude a Pepe, pero este no reacciona.
Sin embargo, el oso sólo quería aprender a reír, y como cree que ha matado a las zarigüeyas, des¬consolado, empieza a llorar. Pepe se conmueve y decide levantarse para explicar el truco al oso. Al ver lo graciosa que es la situación, todos se echan a reír.
INTERÉS DEL LIBRO
No te rías, Pepe destaca la importancia de las enseñanzas de vida que los padres transmiten a sus hijos y, además, resalta el inmenso poder de la alegría y la manera en que ésta logra unir a las personas.
La historia también trata la idea de que no sólo la fuerza física es útil como modo de supervivencia, sino que existen otros factores como la astucia o la inteligencia que son determinantes en la vida y, por tanto, en las diferentes formas de relación social; finalmente, se subraya el valor de la perseverancia como requisito para lograr los objetivos que nos proponemos.
El libro tiene unas ilustraciones muy divertidas, llenas de graciosos detalles.
ANITA VE DRAGONES
CHRISTIAN AYUNI
Anita adora su libro de cuentos. Un día, del libro salen unos inquietos dragones que empiezan a hacer travesuras en la casa: derraman la sopa, desordenan el periódico y dejan caer por la ventana la pelota del perro. Anita es la única que los ve, pero no logra que sus padres le crean cuando explica las causas del desorden. La pequeña intenta inútilmente deshacerse de los dragones asustándolos de diversas formas, hasta que finamente decide tomar nuevamente su libro de cuentos, que ahora está en blanco, y dibujar en una de sus páginas un dragón mucho más grande que los demás. Al ver al nuevo dragón, los otros huyen despavoridos y, de esta forma, se acaban los problemas.
BA-BAU SE HA PERDIDO
ALBERTO PEZ
Una noche, mientras Lautaro duerme, su mamá decide entrar a la habitación a revisar que todo ande bien. Estando allí, mamá enciende la luz, cuenta los muñecos y se da cuenta de que el perrito Ba-Bau se ha ido. No es la primera vez que él escapa por las puertas mágicas que se abren en la noche, el problema es que éstas cambian de lugar y conducen a sitios diferentes.
Mamá revisa la habitación y encuentra una puerta bajo la mesa. La puerta conduce a una selva donde hay varios animales, pero ninguno ha visto a Ba-Bau. De repente, el perrito aparece en un nido de tucanes; la señora tucán se lo entrega muy amablemente a mamá, y esta regresa con él a la habitación. Lo deja en su lugar y decide irse a descansar, no sin antes contar de nuevo los peluches: un perrito, dos monos, un panda, tres conejos, un dinosaurio, una serpiente, una jirafa y una oveja; pero… ¿dónde está la otra oveja?
CHOCO ENCUENTRA UNA MAMÁ
KEIKO KASZA
Choco es un pajarito que, un día, cansado de vivir a solo, decide buscar una mamá. Primero intenta que la señora Jirafa lo admita como uno de sus hijos, luego trata con la señora Pingüino y después con la señora Morsa, pues con todas tiene algún parecido. Sin embargo, cada una tiene una razón por la cual no puede aceptar ser su madre.
Choco está muy triste por no poder encontrar una madre que se le parezca lo suficiente, así que empieza a llorar. En ese momento, la señora Oso, conmovida, se acerca a él y lo consuela: lo abraza, lo besa, baila y canta con él, y, además, le ofrece ser su madre. La propuesta resulta extraña, pues entre ambos no hay parecido alguno, pero finalmente esto no tiene importancia, pues los demás hijos de la señora Oso tampoco se le parecen y, sin embargo, conforman una familia muy feliz.
Sus libros infantiles han sido muy exitosos debido a sus divertidas y aleccionadoras historias, y a sus hermosas ilustraciones. Al inventar sus relatos, afirma Kasza, le gusta imaginarse que es uno de los personajes, e incluso, dice, con frecuencia toma fotografías a sus hijos y luego las usa como modelos para las ilustraciones de sus historias.
¡COMER!, GRITÓ EL CERDITO
JONATHAN LONDON
“¡Comer!” es la primera palabra del cerdito. Cada vez que la dice su madre atiende al llamado y le sirve de comer. El cerdito no repara en cuidados cuando se trata de alimentarse: come sobre el plato, unta la comida en su cuerpo y termina ensuciándolo todo: el babero, la mesa, la silla, el piso de la cocina… ¡todo! A pesar de que su hermana le pide ser dulce y que su padre le pide que sea limpio, el pequeño come de afán, embadurnando todo lo que se encuentra a su alrededor y, no satisfecho con esto, le quita el plato a su hermana y come también de él. Sus padres y su hermana, y hasta el perro y el gato acaban embadurnados.
Entonces mamá lo desviste, lo baña y lo lleva a la cama; pero, al salir de su cuarto, escucha al cerdito decir: “¡Comer!”, y luego, “¡Limpio!”, que es su segunda palabra. Mamá le ofrece un flan y el pequeño come contento, sin untarse ni ensuciar nada: “Dulce”, dice el cerdito entre dientes; esa es su tercera palabra.
CUANDO DECIR NO
EDITH SCHREIBER-WICKE
Cuando la tía Karen visita la casa de Leo, al despedirse lo besa y le unta la cara con su maquillaje. A Leo no le gusta que lo haga, lo pone furioso, y entonces sube a su cuarto y se pone a dibujar. Sin quererlo, Leo termina pintando un hombrecillo que repentinamente desaparece de la hoja: su creación ha cobrado vida, y se empeña en jugar con las cosas de su escritorio. El personaje se presenta a sí mismo como el “Hombre-No”, pues está allí para enseñarle al niño a decir No. Porque decirlo no es tan fácil… ¿Cuándo hacerlo? ¿Cómo hacerlo? El hombrecillo le explica que los niños deben decir no a quienes les ofrecen dulces en la calle, a los extraños que les pidan que se suban a su auto, a quien les pida cruzar la calle aunque el semáforo esté en rojo, y en fin… incluso a aquellos que se les acerquen más de la cuenta, así sean personas conocidas, como la tía Karen.
CUANDO
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