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ORATORIA


Enviado por   •  26 de Octubre de 2014  •  Informe  •  434 Palabras (2 Páginas)  •  273 Visitas

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Uno, dos y tres del Discurso

Con sencillez podemos decir, que la estructura del discurso se compone de la introducción, el cuerpo y el final.

Esta estructura es la más simple y sirve para toda ocasión.

La introducción es una anécdota simple, una narración relacionada con el tema, un cuento clásico, un pasaje histórico, una frase célebre, una cita literaria que no rebase los límites de la prudencia, y atraer así la atención de manera elegante.

El cuerpo del discurso es la tesis que queremos dar a conocer, es el mensaje más importante que externamos a nuestro público, requiere por tanto, de toda nuestra atención y nuestros sentidos.

El final puede integrar a la antítesis para que del contraste surja la reflexión del auditorio; integrará asimismo, el final, la exhortación que es el llamado a que se convenzan de nuestro discurso.

Con la experiencia, sabemos que la estructura del discurso incluye:

1. Epígrafe,

2. Saludo,

3. Introducción,

4. Tesis,

5. Antítesis,

6. Resumen,

7. Exhortación,

8. Epílogo, y

9. Despedida.

El epígrafe es una frase corta, un Hai-Ku, una cita cuyo valor encierre el contenido de todo el discurso. Verbi Gratia, si el tema es la paz, el epígrafe puede ser “El respeto al derecho ajeno es la paz”; o “Si vis pacem, para bellum”.

El saludo es la cortesía de dirigirnos con la mirada a quienes integran la mesa de honor y nuestro auditorio, mencionando a los de más alta jerarquía, sin olvidar que hay un auditorio presto a escucharnos. No se dice buenos días, no se dice buenas tardes, tampoco buenas noches.

La introducción debe ser breve, sustanciosa y con referencia exclusiva a una anécdota personal o ajena, un fragmento literario, a un trozo histórico, a una nota periodística, a un caso especializado, pero siempre que enlace nuestra presencia con el motivo por el que hacemos uso de la palabra.

La tesis constituye el torso del cuerpo del discurso, es nuestro mensaje, el corazón, lo que queremos dejar en la mente de nuestros oyentes, es el ataque para vencer todas las resistencias de nuestros enemigos, aquí se lanza nuestra cultura, nuestra experiencia, es el punto culminante de nuestra estatura como orador.

Luego viene la antítesis, que será el contraste de nuestra tesis para reforzar, afinar, aclarar, no dejar dudas, de qué es de lo que queremos convencerlos.

Prosigue el resumen que será el tiro de gracia de nuestro discurso para dejar plenamente convencidos y convencer a los que nos oyen.

No sobra la exhortación como una bandera más en una plaza llena de miles de ellas, para tener

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