Obligaciones

El término “obligación”, en su sentido general y corriente designa todos los deberes que tiene un individuo respecto de la sociedad, respecto de sus semejantes, y aun de sí mismo; pero en derecho la palabra “obligación” tiene un sentido técnico y propio, pues designa el vínculo que existe de persona a persona, con respecto a una prestación determinada, que una de ellas debe facilitar a la otra.

En su origen tan pronto como el hombre necesitó enriquecer su acervo por medio del trueque, o valerse del esfuerzo y de la habilidad ajenos, tuvieron nacimiento los derechos creditorios, cronológicamente ulteriores a la propiedad, puesto que la presuponen, al igual que un estadio de cultura más adelantado, cierta frecuencia en el trato, necesidades menos rudimentarias, y la división de trabajo, siquiera en forma simple y primitiva.

La “obligación” tanto en nuestro idioma como en el latín y las lenguas que se él se derivan, significa a la vez el “nexo” que une recíprocamente al acreedor con e deudor, y la “prestación” (acto o abstención), a que el segundo esta compelido en interés del primero.

En el orden mercantil, “obligación” toma un sentido propio ya que se aplica a las deudas que sumen las sociedades anónimas, reglamentadas dentro de la ley n° 8875. Se extiende la palabra a los documentos que representan dichas cargas y que circulan en el mercado, casi siempre como títulos al portador.

Ya no a título de sinónimos, pero como desdoblamiento del concepto, se ha distinguido entre la deuda, por una parte (“schield”) y por la otra, la responsabilidad (“haftung”).

El acreedor es entonces, “quien cree”, esto es el que da su corazón y su confianza a quien promete llenar lo prometido, y en cuya lealtad puede esperarse. Al comienzo esto era religioso y moral: todo aquel que violaba su palabra, incurría en la cólera divina y en la deshonra.

Se podría decir que en el derecho universal, nos muestra una figura incorporada a las normas vigentes: “obligatio est iuris vinculum, quo necessitale adstringimur alicuius solvendae rei, secundum nostra cibitalis iura” que en español quiere decir “la obligación es un vínculo jurídico que nos impone la necesidad de pagar algo a otro, según el derecho civil “.

Los sujetos de las obligaciones pueden ser personas físicas o personas morales, también llamadas personas colectivas, como lo son las asociaciones y sociedades civiles, las sociedades mercantiles, las corporaciones públicas, etc., entes reconocidos por la ley como sujetos jurídicos independientes de las personas físicas que los constituyen. Así mismo lo son los gremios y las organizaciones laborales, los sindicatos patronales, etc., que actúan y expresan su voluntad a través de sus representantes y son sujetos de imputación de deberes y derechos, es decir, titulares de derechos y pasibles de obligaciones. Poseen personalidad jurídica propia, distinta de la de sus miembros.

Para una obligación bastan dos sujetos:

1.- El que ostenta el derecho subjetivo, quien tiene la facultad y recibe el nombre de acreedor o sujeto activo.

2.- El que soporta la deuda, quien tiene el deber correlativos; esta obligado y recibe el nombre de deudor o sujeto pasivo.

En la vida cotidiana se establecen con mucha frecuencia relaciones jurídicas reciprocas, lo que significa que el deudor sea el mismo tiempo acreedor de su acreedor. Un ejemplo de ello podría ser las relaciones creadas por un contrato de compraventa hacen que el comprador (acreedor de la cosa vendida) sea a la vez deudor del precio de la cosa y, paralelamente, el vendedor es deudor de esta y acreedor de su precio. Al igual que este tipo de contrato, todos los contratos llamados contratos bilaterales, crean esa doble e interdependiente situación de acreedor-deudor, al generar obligaciones y derechos a cargo de ambas partes.

Es obvio que no puede existir

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