Obra Infantil
Enviado por maxroja • 8 de Junio de 2012 • 3.718 Palabras (15 Páginas) • 556 Visitas
LOS ANIMALES DEL PARAÍSO
Personajes:
o Narrador I
o Narrador II
o El Buen Dios
o El oso
o El cocodrilo
o La pantera
o El león
o La cebra
o La serpiente
o El elefante
ESCENA I
Al abrirse el telón aparece un personaje (Narrador I), que parece estar leyendo un libro (una Biblia). Pasa las hojas hacia delante y hacia detrás con gran nerviosismo, como si buscara algo en concreto. Como no lo encuentra se dirige al público con cara de contrariedad:
Narrador I: - Por más que lo busco no lo encuentro y con esta Biblia, me he leído unas 80, de distintas versiones, confesiones, editoriales, e idiomas y en ninguna cuentan lo que les pasó a los animalitos, después de que el hombre fuera expulsado del paraíso. (Haciendo una pregunta retórica) - ¿Ustedes lo saben? No, claro, naturalmente que no lo saben ¿Cómo lo habrían de saber?
El hombre fue castigado con la expulsión, por el pecado que todos arrastramos, y condenado a ganarse el pan con el sudor de su frente, pero naturalmente, los animales nada habían hecho ¿Por qué no aparece en este libro?
Narrador II: (Saliendo al escenario con otra Biblia en la mano) - Yo sí lo sé.
Narrador I: -¿Quién eres tú y qué es lo que sabes?
Narrador II: (Presumiendo) - Yo soy el verdadero narrador de esta historia y sé perfectamente lo que les pasó a todos los animales del paraíso.
Narrador I: - Imposible, tú eres un impostor. Yo soy el verdadero narrador. Yo he dado tres veces la vuelta al Mundo, me he recorrido 300 iglesias, 80 catedrales 60 basílicas y 2000 bibliotecas y no he encontrado ni una sola referencia a esa historia.
Narrador II: -Porque tú eres solo un humilde Cuentacuentos, llana y simplemente, no eres investigador como yo. -(Con aires de superioridad) – No sabes investigar.
Narrador I: - Vamos, sabemos perfectamente que te encanta gusta más la cámara que comer dulce de leche.
¡Anda monín, comparte tus descubrimientos científicos con nosotros! Te doy mil pesos.
Narrador II: -¡Bah! Por mil pesos ni abro el libro.
Narrador I: -¡Pero qué interesado eres! Dos mil pesos.
Narrador II: -¡Cuatro mil!
Narrador I: -¡Tres mil!
Narrador II: -¡Tres mil quinientas!
Narrador I: -¡Hecho! (El Narrador I, baja al lugar que ocupen los espectadores con cara de pocos amigos, gesticulando contra el narrador II) - ¡Vamos al grano y empieza de una vez!
Narrador II: – Bueno, ejem, comencemos. (Abriendo su libro) -Cuando Dios echó a la primera pareja humana del paraíso, puso dos Ángeles en la puerta con sendas espadas llameantes. Naturalmente cada día cambiaban de Ángeles porque tenían que ir al hospital del Paraíso a curarse las quemaduras, pero como tenían muchos Ángeles, pues apenas se notaba…Ocurrió que como los animalitos no habían pecado, pues no fueron expulsados -(Se oscurece el escenario, desaparece Narrador II y comienza la segunda escena).
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ESCENA II
En el paraíso terrenal están reunidos todos los animales y el Buen Dios
El Buen Dios: - Queridos animalitos, ¿ustedes saben por qué he expulsado a esa pareja de humanos que convivían con ustedes? Pues los he expulsado por ignorantes y por dejarse tentar. Les prohibí comer del árbol que está en medio de esta paraiso¿Lo veis? - (Señalando a un único árbol que se ve en esa zona del Paraíso y que se verá con claridad en el decorado)
Todos los animales: - ¡Siii!
El Buen Dios: - ¿ustedes ven que tenga algo de especial?
Todos los animales: -¡Nooo!
El Buen Dios: - Naturalmente que no, es un árbol como otro cualquiera, que tiene frutas, claro. Ciertamente, unas están bien y otras están mal. Pues ellos entendieron que era el árbol de la ciencia del bien y del mal. Además de tontos, sordos. Naturalmente comer las manzanas de ese árbol, lo tenían prohibido; un simple capricho, pero lo tenían prohibido para que me demostraran su fidelidad y su obediencia. Pues, los tuve que echar. Así que ahora quedaran ustedes solos disfrutando de estas maravillas.
El oso: - ¿Y a nosotros no nos pondrás ninguna condición?
El Buen Dios: - Sí, naturalmente, es mi obligación. Tengo que ponerles una condición, pero será muy sencillita. Aquí tienen todo tipo de plantas, salvajes y amistosas. De todas pueden comer…comer un poquito más de las salvajes naturalmente, las otras son amistosas y estaría muy mal que las comiesen. ¡No sería muy ético! Pero bueno, eso lo deciden ustedes. Lo único que no pueden hacer jamás, (pausa) es comerse los unos a los otros. - (hacer sonar un trueno)
Todos los animales: (Protestando): - ¡Qué horror! ¡Qué asco! ¡Comerme yo a éste! Con lo soso que es. Jamás, jamás. Me darían arcadas.
El Buen Dios: - ¡Está bien! ¡Está bien! ¡Así me gusta que tengan respeto! – Bueno, sólo me queda decirles que si alguno de ustedes no cumple esta norma, seguirá los mismos pasos de los humanos. Será echado del paraíso. ¿Comprenden?
El León: (Erigiéndose en portavoz) -¡Naturalmente, no somos tontos! - (Dándoselas de listo y mirando a todos)
La cebra: (Cuchicheándole al oso): - ¡Éste se las da de Rey! Se le nota en la melena y me da la mosca en la oreja que no me voy a llevar muy bien con él.
Oso: - Yo tampoco, no me gustan los engreídos que van por la vida con el cuello estirado. Es muy creído.
El Buen Dios: -¡Bien, se levanta la sesión! (Se oscurece el escenario)
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ESCENA III
(En ella se encuentran en una ronda: la pantera, el cocodrilo, el elefante, el león y el oso)
El león: - ¡Hay que ver cómo se ha puesto el paraíso! ¡No hay quien dé un paso!
El elefante:- ¡Claro! Como nacemos y no morimos, pues crecemos y crecemos, en número quiero decir- (mirando al oso hormiguero)- y el paraíso está ya saturado. Ya no hay sitio donde aparcar nuestro cuerpo.
El cocodrilo: -¡Vaya! Ni en doble fila
El león:- ¡Ni en triple!
El Oso: -¿Y el baño? ¿Cómo se ha puesto el baño? Esta mañana de domingo, me he ido con la familia a pasar el día al río Perico y me he tenido que volver. No se veía ni el agua.
El Cocodrilo: -¿Qué me vas a contar? Yo que vivía tan feliz, tan a gusto dentro del agua de los ríos; lo mismo me iba al rio Perico que al Xibi Xibi y disfrutaba chapoteando en el agua con mi familia.
El Elefante: - ¡Ah! Pues da gracias, porque yo me he tenido que ir a una ciénaga llena de bichitos, que no nos hacen nada por lo que dijo el Buen Dios, pero son muy molestos. Los mosquitos trompeteros,
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